Thursday, February 21, 2008

El diálogo bajo el fuego perjudica a Israel - Reuven Rivlin - Ynet

La perversa simetría creada por el vice secretario de la ONU al comparar Sderot y Gaza, y por lo tanto entre las víctimas del terrorismo y sus ejecutores, no nació de la nada. Fue elaborada e incrementada hasta estos niveles por la habitual política israelí, fruto de los últimos dos años, de sacralizar las negociaciones - aun estando bajo fuego y al precio de víctimas fatales - sólo con fines de una supervivencia personal o el mantenimiento de una realidad política.

La declaración de la ministra de Exteriores, Tzipi Livni, según la cual las negociaciones bajo el fuego tienen un claro interés para Israel, no es más que un sello oficial al continuo desgaste de las posiciones israelíes ante la comunidad internacional. Aun si se entiende la lógica de sus palabras, no se puede sino objetar la ingenuidad que encierran: una ingenuidad que coloca al estado de Israel bajo tremendas presiones, y genera comparaciones desafortunadas, como la del vice secretario de la ONU, entre el cruel terrorismo y sus víctimas.

El diálogo a la sombra del terror, un diálogo educativo y de imagen, no es interés para Israel, ni a través de canales secretos ni tampoco, desde ya, bajo la forma de declaraciones públicas desde el podio de la Knesset hacia todo el mundo. En su ingenuidad, real o fingida, la canciller apoya una negociación destinada a servir los intereses y necesidades políticas de Olmert. Pero, con total desparpajo, erosiona y debilita las posiciones israelíes más fundamentales.

Olmert intenta sujetar la cuerda de las negociaciones por ambos extremos. Por un lado, mantiene contactos secretos sobre los asuntos más candentes, como Jerusalem y los refugiados, sabiendo que su supervivencia política depende de la izquierda radical y de la satisfacción de sus concepciones. Por otro lado, él y sus ministros miran hacia el Shas y parte de sus compañeros de Kadima, negando y guiñando, como si dijeran: "Tranquilos, nada resultará de todo esto".

Cuando las negociaciones son convertidas en una herramienta para conservar una posición personal o política, cuando se las convierte en una palabrería desconectado de la realidad, falta de toda meta y contenido, la política sale ganando, pero el estado queda debilitado y desestabilizado. Pues queda claro ante todos que los tres líderes: Bush, Abu Mazen y Olmert, no podrán traer la ansiada paz, cada uno por sus propias razones, y todo lo que quedará de este entretenimiento político es un nuevo desgaste de las posiciones israelíes, y una erosión de sus puntos débiles cuando llegue la hora de un proceso de paz verdadero, el día de mañana.

Mientras tanto, el fracaso en los contactos recaerá sobre los hombros de Israel, frente a Europa, la ONU y el Cuarteto.

El Shas, con una ingenuidad política que no le es característica, permite a Olmert jugar esa partida, al tiempo que declara día y noche que no será socio de una coalición que negocia bajo el fuego y que debate sobre la división de Jerusalem. Como partido sectorial, el panorama político actual constituye un incomparable colchón sobre el cual poder lograr cómodos beneficios para su público habitual, y ello es legítimo y comprensible. Pero la verdad es que, al comportarse así, el Shas refuerza y estabiliza a un gobierno que despoja a Israel de sus más importantes bienes estratégicos y esenciales.

La insistencia en el cese del terrorismo como condición para el diálogo es una posición de la que no podemos retirarnos. Así lo creía también Ariel Sharón, cuando emprendió un proceso de paz indirecto. Las negociaciones a la sombra de la anarquía, los Kassam y los suicidas, desdibuja la justicia y la legitimidad de las posiciones israelíes, y no se las debe utilizar para estabilizar una coalición o para sobrevivir políticamente. Esto nos lo puso en claro el vice secretario de la ONU, aun sin proponérselo.

Artículo proveniente de Povesham

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