Sunday, May 25, 2008

Por qué soy sionista - Gil Troy - JPost BlogCentral

Hoy en día, demasiados amigos y enemigos definen a Israel y al Sionismo en función de la hostilidad del mundo árabe. Haciéndolo así, se pierden la vida y los milagros cotidianos en Israel, los millones que viven, aprenden, ríen y juegan en la única democracia funcional del Oriente Medio. Hacen caso omiso de los logros del sionismo, un movimiento con agallas, visionario, que rescató a un pueblo destrozado reunificando a su población dispersa. Ignoran el potencial transformador del sionismo, el que podría inspirar a las nuevas generaciones de israelíes y de judíos de la Diáspora a encontrar su redención personal trabajando por su vieja-nueva patria común.

Trágicamente, el sionismo hoy en día es asediado y denigrado. Los árabes demonizan al sionismo como una especie de "hombre del saco" moderno, y muchos califican a los sionistas en grupo, junto con los americanos y a la mayor parte de los habitantes de Occidente, como a los "grandes Satanes". En Israel, los modernos postsionistas denigran el estado que les alimenta con privilegios, mientras en la Diáspora, algunos antisionistas judíos, en voz alta, colaboran con fervor converso con los enemigos del estado judío. Los judíos deberían reafirmar su fe en el sionismo y el mundo debería apreciar sus muchos logros. Los sionistas no deben permitir que sus enemigos definan y difamen su movimiento.

Ningún nacionalismo es puro, ningún movimiento es perfecto, ningún estado ideal. Pero hoy el sionismo permanece legítimo, inspirador y pertinente, para mí y para la mayor parte de los judíos. El sionismo ofrece un asidero identitario en un mundo vertiginoso repleto de opciones y de posibilidades, una hoja de ruta para la renovación nacional. Hace un siglo, el sionismo reanimó el orgullo de la etiqueta "judío"; hoy, son los judíos quienes deben reanimar el orgullo de la etiqueta "sionista":

Soy sionista porque soy judío, y sin reconocer el componente nacional del judaísmo no puedo explicar su carácter único. El judaísmo es una religión mundial ligada a una patria, que forma parte de una pueblo y cuyos días sagrados giran alrededor del calendario agrícola israelí, un calendario que ritualiza conceptos teológicos y permite revivir acontecimientos históricos. Sólo en Israel puede un judío vivir plenamente como judío, viviendo en un espacio y en un tiempo judíos.

Soy sionista porque comparto el pasado, el presente y el futuro de mi pueblo, el pueblo judío. Nuestros sistema nervioso está particularmente entrelazado. Cuando uno de nosotros sufre, compartimos su dolor; cuando muchos de nosotros construimos ideales colectivos, nosotros - y el mundo - nos beneficiamos.

Soy sionista porque conozco mi historia, y habiendo sido desterrados de su patria hace más de 1.900 años, los judíos indefensos, errantes, soportaron repetidas y continuas persecuciones tanto de los cristianos como de los musulmanes, durante los siglos previos a que ese antisemitismo culminara en el Holocausto.

Soy sionista porque los judíos nunca olvidaron sus lazos con su patria, su amor por Jerusalén. Incluso cuando ellos establecieron estructuras autónomas en Babilonia, en Europa, en África del Norte, estos gobiernos en el exilio anhelaban regresar a su hogar.

Soy sionista porque esos lazos ideológicos fueron alimentados y nutridos por una valiente minoría de judíos que permanecieron en la tierra de Israel, sosteniendo con su ejemplo el continuado asentamiento judío en el exilio.

Soy sionista porque en tiempos modernos la promesa de la emancipación y la ilustración fue un arma de doble filo, a menudo ofreciendo únicamente la aceptación de los judíos en Europa después de su asimilación, pero sin respetarlos realmente aún tras ella.

Soy sionista porque en el establecimiento del estado soberano de Israel en 1948, los judíos reconstituyeron en términos modernos su relación con una tierra a la que ellos habían estado ligados durante milenios, desde los tiempos bíblicos, como Japón o la India establecieron estados modernos en antiguas civilizaciones.

Soy sionista porque con la construcción de ese estado los judíos regresaron a la historia y abrazaron la normalidad, una condición que les dio fortaleza, con todas sus ventajas, responsabilidades y dilemas.

Soy sionista porque celebro la existencia de Israel. Como cualquier patriota reflexivo, aunque critico las políticas particulares que me disgustan de los diversos gobiernos, no deslegitimo al estado en sí mismo. Soy sionista porque vivo en el mundo real de los estados naciones y compruebo que el sionismo no es más o menos "racista" que ningún otro nacionalismo, ya sea americano, armenio, canadiense, o checo. Todos ellos expresan la eterna necesidad humana de cierta cohesión interna, de cierto tribalismo, de una solidaridad especial entre una agrupación histórica de individuos.

Soy sionista porque hemos aprendido del multiculturalismo norteamericano el estar orgullosos de nuestra herencia y de nuestros orígenes, judíos, italianos, griegos, que pueden proporcionarnos unos cimientos esenciales, para que desde nuestros "mí o nosotros", y por medio de un 'más', lleguemos al mundo entero.

Soy sionista porque en Israel hemos aprendido que un país sin una visión se parece a una persona sin alma; la gran tienda de campaña del sionismo nos puede inculcar valores contra la corrupción y de reafirmación de nuestra unidad nacional, restaurando un sentido de misión y de vida.

Soy sionista porque en nuestro mundo de identidades multidimensionales postmodernas, no tenemos que ser sólo "nosotros", sino "y también": un sionista y un patriota americano; un judío secular pero también un sionista. Cuando algunas personas que viven en Israel rechazan el sionismo, queriendo decir con ello que rechazan el nacionalismo judío, los judíos de la diáspora pueden por contra abrazarlo. Aquellos que preguntan: ¿"cómo puede usted ser un sionista si no realizado su aliya"?, yo les contesto: ¿"Cómo puede alguien realizar su aliya sin ser en primer lugar sionista?".

Soy sionista porque soy demócrata. El matrimonio de democracia y nacionalismo ha producido grandes democracias liberales, incluso Israel, a pesar de ser una democracia que experimenta condiciones muy difíciles de existencia.

Soy sionista porque soy un idealista. Así como hace un siglo la noción de un estado judío viable, independiente y soberano era un sueño imposible, aunque valía la pena luchar por él, también hoy vale la pena luchar por la noción de un prospero, soberano e independiente estado judío que viva en paz con sus vecinos, aunque parezca también un sueño imposible.

Soy sionista porque soy un romántico. La historia de los judíos que reconstruyen su patria, recuperándola del desierto, renovándose, ha sido una de las mayores epopeyas del s. XX. Así la descripción de unos judíos que colaboran día a día en el mantenimiento de su patria, que tratan de conciliarse con el mundo árabe, renovándose a si mismos, y tratando de servir de guía, de estado nación modelo, podría ser una de las maravillas de este siglo. Sí, a veces parece rebuscado, pero piensen en la sentencia que Theodor Herzl, el padre del sionismo moderno, acuñó en un alarde convertido en cliché: "Si ustedes lo desean, no es ningún sueño".

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