Saturday, May 24, 2008

Rescribiendo la historia de la Nakba - Petra Marquardt-Bigman - JPost BlogCentral

"Le deseo a Israel lo mejor en su 60 aniversario ... Y para ser justo con los palestinos, les deseo un muy feliz día de la Nakba". Este sarcástico comentario de un lector de la página web del The Guardian (como comentario a uno de los artículos), estaba claramente destinado a burlarse de los esfuerzos de los medias a la hora de proporcionar una cobertura "imparcial" a la celebración del 60 aniversario de Israel adoptando la narrativa de la "nakba", la que postula que el nacimiento de Israel fue, inevitablemente, "una catástrofe" para los palestinos.

En un artículo bastante típico de esta narrativa, el académico palestino de Oxford, Ahmad Samih Khalidi, comienza con la aseveración: "cuando Israel celebra el 60 aniversario de su establecimiento, una contra realidad inevitable está indisolublemente entrelazada con dicho acontecimiento. Es la nakba o la catástrofe, el 60 aniversario de la destrucción de la Palestina árabe en 1948". Khalidi, explícitamente, rechaza el hecho bien documentado de que los sionistas mayoritarios entonces trataban arduamente de realizar su objetivo haciendo posible una coexistencia pacífica; por contra, él insiste en que Israel no podía haber sido construido como un estado judío más que sobre las ruinas de la Palestina árabe".

Obviamente, esta clase de aseveración ignora completamente el plan de partición de las Naciones Unidas de 1947, que previó el establecimiento de dos estados: uno judío y otro árabe, y dicho estado árabe realmente hubiera sido el primer estado palestino en la historia. Aún así, Khalidi afirma que debido al establecimiento de Israel los palestinos fueron privados de su estado como "una mayoría viviendo desde hace mucho tiempo en su propio suelo" y que fueron condenados a convertirse en "una pequeña minoría, vulnerable y una nación rota que vivía en el exilio o bajo una dominación extranjera". Una vez más, esa aseveración es contraria a los hechos históricos ya que Palestina había formado parte del Imperio Otomano durante siglos "bajo un dominación extranjera", y que continuó después de la Primera Guerra Mundial con el establecimiento del Mandato británico.

Khalidi entonces retorna "a la historia de la lucha por la tierra de Palestina" y sostiene que su ejemplo "está en contraste absoluto con el adagio de que la violencia no da frutos en ninguna parte. ¿Dónde lo consiguió la violencia? Según Khalidi, "la guerra de 1948, precedida por el terrorismo judío preestatal, estableció el estado de Israel". Posiblemente sea un modo bastante peculiar de decir que la población judía de Palestina fue obligada a defenderse de los ataques árabes, que comenzaron poco después del anuncio del plan de partición de las Naciones Unidas en noviembre de 1947 y que culminaron con la arremetida de cinco ejércitos árabes inmediatamente después de la declaración de independencia de Israel el 14 de mayo de 1948. Al final de esta guerra, casi un 1% de la población judía de Israel había perdido la vida.

Por supuesto, habían sido los árabes quienes habían esperado lograr sus objetivos por medio de la violencia, lo que ellos abiertamente reconocieron. Como Jamal Husseini, portavoz del Alto Comité Árabe, quien dijo al Consejo de Seguridad de la ONU el 16 de abril de 1948: "el representante de la Agencia judía nos dijo ayer que ellos no eran los atacantes, que los árabes habían comenzado los enfrentamientos. No lo negamos. Dijimos al mundo entero que íbamos a luchar." Y los árabes no hicieron ningún secreto del hecho de que luchaban para prevenir el establecimiento del estado judío; y cuando no lograron, de que iban a luchar para deshacerlo, y fallaron nuevamente.

De todas maneras, Khalidi sostiene de que hay casos en que la instigación de la violencia tiene alguna validez: "la intifada palestino de 1987 llevó Israel a dirigirse a la OLP, lo que culminó en el acuerdo de Oslo de 1993. Además, la decisión israelí de retirarse del Líbano del Sur en 2000 fue el resultado de un logro que les demostró que su permanencia allí no valía tantos sacrificios. La retirada de Israel de Gaza en 2005 fue una consecuencia directa de la segunda intifada del 2000. El debate actual sobre la necesidad de dialogar con Hamas es más una reflexión sobre el valor militar del movimiento islámico que sobre cualquier verdadera convicción de que es un compañero potencial para la paz".

Obviamente, estos "frutos" de la violencia palestina, en el sentido de lo que Khalidi tiene en mente, se deben a que Israel estaba desinclinado a emplear una contra violencia que podría haber utilizado fácilmente para negar a los palestinos cualquier tipo ganancia para la suya.

Mientras Khalidi se abstiene de respaldar explícitamente la violencia y el terrorismo, está claro por alguno de sus otros artículos que él no es favorable a una solución negociada de dos estados. En un artículo, "Gracias anticipadas, por nada", él comentaba: "hoy, el estado palestino es en gran parte una idea punitiva ideada por los perores enemigos históricos del pueblo palestino; Israel y su aliado implacable, los EE.UU. La intención detrás de ese estado es obligar a los palestinos a desistir de sus aspiraciones territoriales, de sus derechos morales, y hacerles faltar a su palabra y a su historia, rindiéndose a los dictados de Israel en las cuestiones fundamentales de la soberanía".

Para Khalidi, violencia y terrorismo aparecen principalmente como un modo de prevenir una resolución pacífica del conflicto israelí palestino hasta que "la solución de un único estado" se haga de alguna manera inevitable. En particular, la revelación de la objeción de Khalidi a cualquier tentativa percibida como un desistimiento de las "aspiraciones territoriales palestinas". Esto resulta muy irónico, ya que siempre es Israel el que se encuentra bajo sospecha y acusación de ambiciones "expansionistas", mientras que un escritor palestino puede declarar abiertamente que su oposición a cualquier tentativa proviene de unas "obligadas aspiraciones territoriales palestinas".

El rechazo de la solución de dos estados y la reclamación a menudo expresada de "una solución de un estado" como una sin duda "más justa solución", es una consecuencia directa de la noción cada vez más popular de que el establecimiento de Israel inevitablemente originó la "nakba" de los palestinos - "una catástrofe" que es a veces implícitamente comparada con el Holocausto, y que siempre es utilizada para exigir una empatía incondicional para la grave situación palestina. Pero mientras esta situación grave es cierta y debe ser encarada, es realmente desdeñable exigir al mismo tiempo empatía y desear que los palestinos se resistan a cualquier resolución pacífica hasta que ellos estén en la posición de obtener "una solución de un estado".

El comentario sarcástico que desea a los palestinos "un muy feliz día de la Nakba" captura esa clase de hipocresía. A menudo se señala que en 1948, cuando aproximadamente 700.000 palestinos huyeron o fueron expulsados durante los enfrentamientos instigados por sus propios líderes, muchos millones de personas de todo el mundo experimentaron un destino muy similar como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y la disolución de los Imperios coloniales. La mayor parte de estos refugiados sólo podrían soñar con conseguir el apoyo internacional y la atención que los palestinos recibieron - y esto es también totalmente cierto para los 800.000 judíos de los países árabes que fueron obligados a abandonar sus antiguas comunidades. De todos aquellos refugiados, sólo son los palestinos quienes siguen insistiendo en sacrificar su presente y su futuro por su pasado, por la memoria de la "nakba", simbolizada por las llaves de unas casas que ya no existen, casas a las que "enseñan" a sus hijos que deben regresar, aunque ellos nunca las han visto.

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