Saturday, June 28, 2008

Los israelíes lo quieren todo - Yair Lapid - Ynet

Según todas las encuestas, la inmensa mayoría de la opinión pública israelí quiere que se haga todo - y me refiero a todo -, a fin de lograr la liberación del soldado Gilad Shalit. Según las mismas encuestas, una gran mayoría de la misma opinión pública se opone a la liberación de cientos de terroristas con las manos manchadas de sangre.

Según el último sondeo, el 57% de los israelíes respalda las conversaciones de paz con Siria. Según una encuesta realizada al mismo tiempo, el 70% de los israelíes se opone a devolver ya sea la totalidad o parte de los Altos del Golán.

Según todos los sondeos, una gran mayoría de la opinión pública piensa y opina que ha llegado el momento decisivo para una operación militar que ponga fin a los ataques de Qassam desde la Franja de Gaza y que afectan a nuestras comunidades en la región. Sin embargo, exactamente la misma mayoría no está dispuesta a ver morir a los soldados del IDF en la Franja. Ellos son nuestros hijos, y no estamos dispuestos a enviarlos a la muerte por la ruta Filadelfia.

Estas cifras contradictorias generalmente salen a la luz durante los debates destinados a ridiculizar la cultura de las encuestas. Sin embargo, todas estas contradicciones no son culpa de la amable señora que llama para pedir nuestra opinión, sino más culpa de nuestras propias opiniones y comportamientos.

Nosotros somos los que queremos "la estabilidad del gobierno", pero con la condición de que el actual gobierno sea derrocado. Nosotros somos los que pensábamos que Hezbolláh debía retirarse de la frontera norte, pero no estábamos dispuestos a aceptar otra guerra. Nosotros somos los que queremos un estado judío, pero insistimos en la anexión de cuatro millones de musulmanes. Nosotros somos los que expresamos remordimientos sobre la desconexión de Gaza, pero gracias a Dios que ya no estamos allí. Nosotros somos los que nos oponemos a la coerción religiosa, pero elegimos casarnos en las oficinas del Rabinato.

En definitiva, somos nosotros los que lo queremos todo, pero no estamos dispuestos a transigir en nada. Nos negamos a darnos cuenta de que los recursos son limitados, que la vida no es perfecta, y que todo posee un precio.

Porque queremos que la cosa realmente tenga un nombre y que, además, sea corto, pegadizo y bien arraigado en nuestra conciencia nacional: "La Operación Entebbe".

Después de todo, esto es lo que realmente queremos. Ver a nuestros soldados de élite saltando desde los aviones bajo el mando de algún tipo de Netanyahu, y resolver todos los problemas que nos han convertido en rehenes. Al igual que sucedió en 1976, deseamos el milagro de emerger desde el cielo en uniformes de camuflaje y asumir el desértico aeropuerto de la realidad.

Después de todo, esto es lo que nos enseñaron: que podemos ganar y ser justos al mismo tiempo, que podemos ser a la vez ocupantes e ilustrados; que podemos ser un país pequeño rodeado de enemigos y tener el más potente ejército del mundo; que podemos llorar en Auschwitz y luego pedir una stripper en nuestro hotel de Varsovia; que podemos conseguir un nuevo F-35 de los Estados Unidos, y al mismo tiempo mascullar algo así como "los americanos no pueden decirnos qué debemos hacer ".

Nuestros dirigentes, o lo que queda de esa palabra, han aprendido de la manera más brutal que no vale la pena compartir las desagradables realidades de la vida con nosotros. No tenemos la energía necesaria para ello. Sólo tendremos que enojarnos con ellos, o “pasar” de ellos.

Vean, por ejemplo, el infantil y dañino debate sobre si debemos atacar o no a Irán. Todo se ha dicho ya, aparte de la molesta verdad: simplemente, no podemos atacar a Irán. Está demasiado lejos y es demasiado complejo, y el programa nuclear iraní está enterrado a metros de profundidad en una serie de instalaciones a las que no tenemos forma de llegar.

Se puede admitir que esto es molesto. Después de todo, esperar que Batman y Superman se coloquen sus trajes de superhéroes y organicen el mundo por nosotros sólo es una forma de fantasear acerca de ello.

No queremos resolver los problemas, sino por el contrario descubrir que desaparecieron. Que los secuestrados han regresado, que los palestinos se han comprometido con nosotros a cambio de un duplex en Samaria, y que Bashar Assad llamó y dejó un mensaje a las seis y media de la mañana con el fin de vayamos a Siria por él y le arreglemos su lavadora.

Cualquier persona que se ocupa de la educación preescolar conoce este fenómeno. En términos profesionales se denomina "pensamiento mágico". Los niños creen que si desean algo lo suficientemente sucederá. Es preciso, antes de dormir y de cerrar los ojos, decirse a sí mismo: "un perro, un perro, quiero un perro, deseo tener un perro", y luego dormirnos convencidos de que mañana por la mañana un bonito perro saltará a tu cama y te lamerá el rostro.

Sólo más tarde, cuando crecen un poco, se dan cuenta de que la cosa no funciona de esa manera. Si quieres un perro es necesario darle la lata a Papá, obtener buenas notas, jurar que lo pasearas todas las noches ( ¡Mentiras! Mentiras!) y tratar bien a tu hermana durante dos meses enteros. Puede tomar su tiempo, pero a medida que crecen los niños comprenden la necesidad de pagar un precio.

Finalmente, también es explicable.

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