Sunday, June 22, 2008

Yosl Rakover le habla a Dios - Zvi Kolitz


Hitbodadut in Zefat @Yaakov Kaszemacher


Varsovia, 28 de Abril de 1943

Yo, Yosl, hijo de David Rakover de Tarnopol, hasid de Gur, descendiente de honorables y santos ancestros de las ilustres familias Rakover y Maisels, escribo estas líneas mientras el ghetto de Varsovia está en llamas.

La casa en la que estoy escribiendo es una de las ultimas que aun no ha sido tocada por el fuego. Han pasado ya muchas horas desde que el terrible fuego de artillería se dirigiera contra nosotros, y muchas paredes a mí alrededor se derrumban como si fueran cajas de cerillas. No falta mucho para que la casa en la que estoy se convierta en lo mismo que las demás casas del ghetto: sepultura para sus defensores y moradores.

Noto que esta anocheciendo. Los enrojecidos rayos del sol penetran por el orificio de la ventana por el que estuvimos disparando al enemigo. El sol no sabe cuan contento estaré de no verlo nuevamente.

Cuando mi esposa, mis seis hijos y yo nos ocultábamos en el bosque, era solo la noche la que nos ofrecía escondrijo y refugio. La luz del día significaba exponernos a nuestros enemigos mortales.

Siempre recordare el terrible día cuando una lluvia de bombas alemanas cayó sobre la cabeza de los refugiados en Varsovia y Grodno. Con el alba vinieron los aviones y sembraron el asesinato y la muerte. Durante aquel maldito ataque asesino perdí a mi esposa y al bebe de siete meses que sostenía en sus brazos. Ese mismo día, dos de mis hijos desaparecieron y otros tres perecieron en el ghetto.

Tengo cuarenta años de edad, y cuando miro hacia atrás, a los años transcurridos, puedo decir con certeza, tanto como puede permitirse un hombre estar seguro de sí mismo, que lleve una vida correcta.

No puedo decir después de todo lo que he soportado que mi relación con Dios no haya cambiado, sin embargo, si puedo decir que mi fe no se ha tambaleado ni una sola pizca.

En el pasado, en los buenos tiempos, mi actitud hacia Dios era de deuda y de gratitud profunda por su bondad. Ahora siento que Él me debe algo. Por lo tanto, pienso que tengo derecho a exigir algo a Él. Sin embargo, no diré como Job: "por favor déjame saber porque me castigas".

Personas más grandes y mejores que yo saben que la cuestión ahora no es castigar mis pecados; Mas bien, es algo muy extraordinario. Dios ha ocultado su rostro, por así decirlo, del mundo, por eso los seres humanos han sido entregados en manos de criaturas inhumanas. Pienso, para mi gran pesar, que ya que el mal rige sobre el mundo, es bastante natural e inevitable que aquellos que representan lo puro y lo divino deban ser sus primeras víctimas.

Pero esto no es muy reconfortante. Sin embargo, el destino de nuestra nación nunca se determina por causas naturales sino que depende de lo sobrenatural, de lo espiritual y de lo divino. Por eso el hombre de fe debe observar estos sucesos como parte de la gran sabiduría del Omnipotente. Comparado a esta, la importancia de las tragedias humanas son bastante insignificantes. Esto no significa que los judíos religiosos deban aceptar el veredicto y decir que todo aquello por lo que se los castiga sea correcto. Esto seria una profanación de Dios, y una profanación de sí mismos. Naturalmente, en semejantes circunstancias, no espero milagros ni pido a Dios que tenga piedad de mí.

No tratare de huir de aquí. Mas bien ayudaré a las llamas echando gasolina sobre mis ropas. Ahora, cuando tengo la oportunidad de ver al mundo con una visión clara, una oportunidad que rara vez se otorga al hombre antes de morir, puedo ver una diferencia fundamental entre nuestro Dios y el de ellos. Nuestro Dios, por decirlo de alguna manera, es el Dios de la venganza, y nuestra Toráh esta llena de castigos mortales por pecados casi insignificantes. Y, sin embargo, bastaba que el gran Sanedrín, el Tribunal Supremo de nuestro pueblo, condenara una vez en setenta años a un hombre a una sentencia capital para que los jueces fueron considerados una "Corte de asesinos". En cambio, el Dios de los pueblos ordena amar a cada criatura hecha a su semejanza, y no obstante, es en su nombre en el que nuestra sangre ha sido derramada desde casi 2.000 años.

Solo me quedan tres botellas de gasolina y me son tan preciosas como el vino para el borracho. Después de vaciar una de ellas sobre mí mismo, introduciré en ella estas líneas que ahora escribo. La ocultaré en algún lugar escondido de la ventana y si alguien alguna vez la encuentra y la lee, probablemente comprenda los sentimientos de un judío, uno de los millones que perecieron abandonados por el Dios en el quien tanto creen. Con las dos botellas restantes mataré algunos malditos alemanes.

Estoy orgulloso de ser judío, no por despecho del mundo a causa de su conducta hacia nosotros, sino justamente por ello. Me hubiera avergonzado pertenecer a esa gente que crió y educó a esas malvadas criaturas como las que ahora nos atormentan. Estoy orgulloso de ser judío porque es muy difícil serlo. Creo que ser judío significa ser un combatiente, nadar eternamente contra la corriente de la corrupción y la maldad de los hombres. El judío, es un héroe atormentado, un mártir.

Tú dices, quizás, que la pregunta ahora no trata sobre premios y castigos, sino por decirlo más bien así, sobre el ocultamiento de Tú presencia, lo que explica que los seres humanos sean entregados al poder de los hombres del mal. Pero Dios, te hago una pregunta que me consume: ¿Qué mas ha de sucederle a los hijos de Israel para que Tú te muestres ante nosotros nuevamente? Siento que tengo que hablarte abiertamente.

Ahora, mas que en cualquier momento de toda nuestra historia repleta de interminables sufrimientos, humillaciones y degradaciones. ¿Tenemos nosotros, ahora que somos pisoteados como gusanos, sepultados y quemados vivos, degradados, humillados y destruidos a millones, el derecho de saber cuanto tiempo durará tu paciencia?

Otra cosa quisiera añadir, y perdóname por hacerlo: No tires demasiado de las riendas, podrían romperse. La prueba a la que Tú nos has sometido es tan difícil, tan dura y tan amarga, que te pido que perdones a aquellos de los nuestros que se han vuelto en contra de tí. Perdona a aquellos que te han dejado a causa de su infortunio, perdona también a aquellos que te han dejado a causa de su éxito.

Fuimos, y todavía estamos inmersos en una incesante contienda contra el mundo. Es por eso que los cobardes entre nosotros huyen corriendo. Por favor, no los castigues, a los cobardes no se les castiga, uno siente piedad por los cobardes. Nuevamente te pido, por favor, perdónalos. Su sufrimiento es tan terrible que ellos han perdido su fe en que Tú eres su padre.

Te cuento esto por que creo en tí mas que nunca. Sé ahora que tú eres mi Dios. Tú posiblemente no puedes ser su Dios porque sus espantosos actos son la expresión de una viciosa ausencia de la divinidad. Pero si tu no te muestras ante mí como mi Dios, entonces ¿De quién eres Dios?¿De los asesinos? Si aquellos que me odian son tan oscuros y perversos, entonces, yo debo ser el que constantemente lleva consigo algo de tú luz y de tú bondad.

La muerte no puede aguardar más. Tengo que terminar de escribir. Los disparos se hacen cada vez más tenues. Nuestros últimos heroicos defensores caen uno a uno. Varsovia, la hermosa, la grande, la ciudad llena de temor a Dios, la Varsovia judía está muriendo. El sol se esta poniendo y yo agradezco a Dios el que no lo vea nuevamente. Por una pequeña abertura en la ventana puedo ver que el cielo esta rojo como un pilar de sangre. En muy poco tiempo estaré con mi esposa y mis niños y los millones de mi gente que han perecido, en un mundo donde todo es bueno, en el que no hay dudas, en el que Dios reina soberanamente.

Muero en paz pero no contento, apaleado pero no lleno de desesperación. Muero creyendo en Dios. Lo seguí cuando él me apartó de sí. Cumplí los Mitzvot pese a que fui castigado. Lo amé aun cuando él me lleva al nivel mas bajo, en el que nos hemos vuelto la burla y el escarnio de las naciones.

Mi rebbe solía contar la historia de un judío que escapó con su esposa y sus hijos de la Inquisición española. En un pequeño barco llegó finalmente a una isla rocosa. El mar estaba embravecido y el clima era horrible. Un relámpago fulguró y mató a su esposa. Una terrible ola arrojó a su hijo al mar. Sólo, desnudo, descalzo, asustado y aterrado, llego hasta la isla. Con sus ultimas fuerzas volvió sus ojos al cielo y dijo:

"Señor del universo, escape hasta aquí para poder servirte sin obstáculos, para cumplir tus mandamientos y santificar Tú nombre. Pero Tú haces todo lo posible para empujarme a abandonar mi religión. Si piensas que triunfarás a la hora de apartarme de la recta senda, declaro ante ti, mí Dios y Dios de mis padres, que ello nunca sucederá. Puedes deprimirme, puedes llevarte lo mejor de mí. Puedes castigarme hasta la muerte. Yo siempre confiaré en ti. Seguiré siendo judío, y nada en el mundo me hará cambiar”.

Estas son también mis últimas palabras. Nada cambiará. Tú lo has hecho todo para que yo te niegue, para que yo no confíe en ti. Pero muero tal como he vivido, con una fe férrea en ti.
¡Shemá Israel Hashem Elokeinu Hashem Ejad! ¡Oye Israel, Dios es nuestro Señor. Dios es uno!

Yosl Rakover


(Esta entrada proviene de una página web que contenía este texto pero de la que he modificado ciertas expresiones y vocabulario. También he utilizado un esplendido artículo de Emmanuel Lévinas, "Amar la Toráh más que a Dios", donde recordaba que se comentaba este texto y donde viene traducido parte de él. Asimismo, posteriormente, he localizado una página del NYT donde también aparece, "Yosl Rakover Talks to God" ).

Labels: , , ,

5 Comments:

Blogger Neguev and me said...

Ese era: Gracias. Un texto hermoso. Con tu permiso, mañana lo reproduzco en mi blog.

1:24 AM  
Blogger Neguev and me said...

He elaborado la entrada remitiendo a tu blog. Pero por si no te has dado cuenta, el link del NYT no funciona mas que para abonados.
¿ Sería posible que me lo remitieras en texto plano? Sería una pena perderse dicho art.

4:42 PM  
Blogger Iojanan said...

Neguev ha hecho una hermosa entrada a cuenta de esta tuya. Deliciosas.

6:32 PM  
Blogger Toma y lee said...

He leído tu hermoso blog y megustado muchísimo.Estoy muy interesado en la cultura judía.Me gustaría que me autorizaras a usar alguna entrada para poner en mi Blog, gracías.Nota
No soy judío pero mi alma sí se siente judía.Gracias.Shalom Baruch Hashem

2:13 AM  
Blogger Renton said...

En cambio, el Dios de los pueblos ordena amar a cada criatura hecha a su semejanza, y no obstante, es en su nombre en el que nuestra sangre ha sido derramada desde casi 2.000 años.

Qué injusto, no hay ni un solo versículo neotestamentario que justifique ejercer violencia.

Al contrario, se nos dice que es mejor sufrir injustamente por hacer el Bien que justamente por hacer el Mal.

La Libertad es una idea preciosa, pero su belleza no sufre una mella a pesar de las barbaridades que se han hecho en nombre de ella.

Muy, muy injusto...

¿Qué mas ha de sucederle a los hijos de Israel para que Tú te muestres ante nosotros nuevamente? Siento que tengo que hablarte abiertamente.

Amarle de todo corazón más que a tu vida y anteponer Su Voluntad a la tuya, y esta claro que matar con las dos botellas restantes algunos malditos alemanes, está lejos de lo que es la Voluntad de Dios.

Un relato terrible...

:[

12:57 AM  

Post a Comment

<< Home