Antes de que la mayoría se convierta en una minoría - Yoav Orgad - Haaretz
El pensamiento liberal y el discurso de los derechos humanos reconocen el derecho de una minoría a mantener su naturaleza única y su identidad cultural. Sin embargo, a las comunidades mayoritarias no se les ha permitido hasta ahora disfrutar de un derecho similar, dado el supuesto de que su cultura no se ve amenazada dentro del estado, y que de todos modos el uso de los procesos democráticos la preservará.
Esta suposición se vuelve menos evidente en un mundo en el que hay una inmigración de un alcance que no tiene precedentes en la historia. La referencia aquí no es sólo el gran número de inmigrantes que llaman a las puertas del mundo desarrollado, sino también a su carácter. Vienen desde el Tercer Mundo - Asia, África y el Medio Oriental - a unas sociedades cuya cultura es diferente de la suya. Algunos de ellos crean enclaves culturales y desafían la cultura local. También la inmigración objetiva ha sufrido cambios: hoy, la mayoría de estas familias no están inmigrando en busca de un trabajo temporal, sino que buscan un estatuto permanente.
Y así sucede que la mayoría siente la necesidad de proteger su propio carácter. En el año 2035, por ejemplo, se espera que haya una mayoría hispana en Texas; lo mismo se supone que ocurrirá en 2040 en California. Esta población, la mayoría de los cual es mexicana, tiene una forma de vida, un idioma y una educación diferente de la mayoría actual en esos estados, incluso en lo que respecta a su segunda generación. Aunque estas personas no cuestionan el derecho de existencia de la nación americana o sus valores básicos, el discurso público en los Estados Unidos está lleno de temores demográficos. La inmigración mexicana constituye una enorme contribución económica a los EE.UU., pero los que se oponen a ella la observan como un peligro para los valores culturales de la nación.
Los temores demográficos son más significativos en Europa. Dentro de algo así como 20 años, una mayoría musulmana se puede esperar en Bruselas - y esto también puede ocurrir tan sólo unos pocos años después en Amsterdam, Berlín y Oslo. Las leyes de inmigración recientemente promulgadas en Europa son una expresión demográfica de esta histeria.
El estado federal de Baden-Wurttemberg, en Alemania, recientemente presentó un cuestionario que examina los puntos de vista de los inmigrantes con respecto a la cultura, el deporte, los derechos de la mujer, la homosexualidad y el antisemitismo. Holanda exige un cierto nivel de fluidez en su idioma, y pide a los inmigrantes firmar un "contrato de integración" con el gobierno. Esta semana, Gran Bretaña puso en marcha una reforma que incluye la demanda de conocimientos de inglés y la aceptación de la cultura británica como condición para la inmigración.
Estas leyes son innovadoras. En primer lugar, en algunos casos se refieren a los requisitos para la entrada, no las condiciones para una nacionalización. En segundo lugar, hacen mucho más invasivas las demandas culturales de los inmigrantes que los clásicos requisitos de familiaridad con la historia del país y las regulaciones gubernamentales. En tercer lugar, en muchos casos la ley se refiere sólo, o principalmente, a los musulmanes. El cuestionario de Baden-Wurttemberg se utiliza únicamente en los casos de inmigrantes procedentes de 57 países musulmanes, mientras que en Holanda están exentos los inmigrantes procedentes de países que son miembros de la OCDE con ciertos requisitos.
En el pasado, el Tribunal Superior de Justicia de Israel dictaminó que los grupos especiales de las minorías, como la ultraortodoxos judíos o los beduinos, tienen derecho a vivir en asentamientos separados de la comunidad a causa de su necesidad de mantener su cultura, mientras que restringen ese establecimiento a poblaciones que no tienen un carácter similar. Por lo que respecta a la aldea de Katzir, el Alto Tribunal dictaminó que una comunidad con una mayoría judía no puede determinar que vaya a aceptar exclusivamente a judíos como miembros de ella, ya que no es un "grupo con carácter singular" en este país. Si bien esta hipótesis es correcta en términos de Israel, la mayoría judía constituye una excepción única en el Oriente Medio y en el mundo. En el mundo en que vivimos, es probable que la mayoría se convierta en una minoría como consecuencia de la libertad de inmigración. Somos testigos actualmente de estos procesos en Europa y en los EE.UU.
Establecer un paralelo entre Israel y Europa es problemático. Los temores sobre posibles transformaciones demográficas en Israel son en su mayoría étnicos. Israel busca inmigrantes judíos, incluso si su cultura es diferente de la mayoría, como es el caso de los ultraortodoxos judíos; Israel no quiere inmigrantes no judíos, incluso si estudian al poeta Bialik y saludan a la bandera. Holanda no tiene un problema étnico con las personas no holandesas, siempre y cuando se convierten en holandeses desde el punto de vista cultural y acepten los valores del país y el idioma. En los EE.UU., también, las características de los temores demográficos a causa de la inmigración mexicana son más culturales que étnicos. A diferencia de Europa o incluso de los inmigrantes asiáticos, los mexicanos se niegan a "norteamericanizarse completamente" (N.P.: No estoy tan seguro).
Sin embargo, hay un denominador común entre los temores demográficos de Europa, EE.UU. e Israel: la relación entre el mantenimiento de la cultura de la mayoría y la libre determinación. En Europa tienen miedo a la creación de un estado musulmán en el corazón del continente, y ya han existido expresiones de apoyo a esa posibilidad por parte de clérigos musulmanes en Holanda. En los EE.UU. están preocupados de que la migración mexicana no genere enclaves territoriales cuyos valores sean ajenos a la cultura norteamericana, y ya han existido figuras públicas en México que han expresado el deseo de convertir a esa comunidad en un minoria nacional lingüístico-cultural y que se reconozca por la ley.
En Israel existe el miedo a una mayoría musulmana que suprima el carácter nacional, y han existido y existen apoyos a esa idea como, por ejemplo, el famoso discurso de Yasser Arafatl sobre el papel de las "matrices palestinas" en la lucha nacional.
Israel es la única democracia que todavía no tiene una política de inmigración ordenada. Esa política es una necesidad urgente. En el marco de una política de este tipo no es inaceptable solicitar a un inmigrante, incluso a un inmigrante judío, que reconozca y acepte ciertas normas culturales y nacionales. La comunidad de la mayoría judía no tiene que esperar hasta estar en peligro de convertirse en una minoría para solicitar su protección cultural y lnacional. En cuanto a la inmigración palestina, que debe decidirse en en la mesa de negociaciones, la libertad de circulación entre las fronteras de Israel y Palestina podría suponer el final del proyecto sionista.
Esta suposición se vuelve menos evidente en un mundo en el que hay una inmigración de un alcance que no tiene precedentes en la historia. La referencia aquí no es sólo el gran número de inmigrantes que llaman a las puertas del mundo desarrollado, sino también a su carácter. Vienen desde el Tercer Mundo - Asia, África y el Medio Oriental - a unas sociedades cuya cultura es diferente de la suya. Algunos de ellos crean enclaves culturales y desafían la cultura local. También la inmigración objetiva ha sufrido cambios: hoy, la mayoría de estas familias no están inmigrando en busca de un trabajo temporal, sino que buscan un estatuto permanente.
Y así sucede que la mayoría siente la necesidad de proteger su propio carácter. En el año 2035, por ejemplo, se espera que haya una mayoría hispana en Texas; lo mismo se supone que ocurrirá en 2040 en California. Esta población, la mayoría de los cual es mexicana, tiene una forma de vida, un idioma y una educación diferente de la mayoría actual en esos estados, incluso en lo que respecta a su segunda generación. Aunque estas personas no cuestionan el derecho de existencia de la nación americana o sus valores básicos, el discurso público en los Estados Unidos está lleno de temores demográficos. La inmigración mexicana constituye una enorme contribución económica a los EE.UU., pero los que se oponen a ella la observan como un peligro para los valores culturales de la nación.
Los temores demográficos son más significativos en Europa. Dentro de algo así como 20 años, una mayoría musulmana se puede esperar en Bruselas - y esto también puede ocurrir tan sólo unos pocos años después en Amsterdam, Berlín y Oslo. Las leyes de inmigración recientemente promulgadas en Europa son una expresión demográfica de esta histeria.
El estado federal de Baden-Wurttemberg, en Alemania, recientemente presentó un cuestionario que examina los puntos de vista de los inmigrantes con respecto a la cultura, el deporte, los derechos de la mujer, la homosexualidad y el antisemitismo. Holanda exige un cierto nivel de fluidez en su idioma, y pide a los inmigrantes firmar un "contrato de integración" con el gobierno. Esta semana, Gran Bretaña puso en marcha una reforma que incluye la demanda de conocimientos de inglés y la aceptación de la cultura británica como condición para la inmigración.
Estas leyes son innovadoras. En primer lugar, en algunos casos se refieren a los requisitos para la entrada, no las condiciones para una nacionalización. En segundo lugar, hacen mucho más invasivas las demandas culturales de los inmigrantes que los clásicos requisitos de familiaridad con la historia del país y las regulaciones gubernamentales. En tercer lugar, en muchos casos la ley se refiere sólo, o principalmente, a los musulmanes. El cuestionario de Baden-Wurttemberg se utiliza únicamente en los casos de inmigrantes procedentes de 57 países musulmanes, mientras que en Holanda están exentos los inmigrantes procedentes de países que son miembros de la OCDE con ciertos requisitos.
En el pasado, el Tribunal Superior de Justicia de Israel dictaminó que los grupos especiales de las minorías, como la ultraortodoxos judíos o los beduinos, tienen derecho a vivir en asentamientos separados de la comunidad a causa de su necesidad de mantener su cultura, mientras que restringen ese establecimiento a poblaciones que no tienen un carácter similar. Por lo que respecta a la aldea de Katzir, el Alto Tribunal dictaminó que una comunidad con una mayoría judía no puede determinar que vaya a aceptar exclusivamente a judíos como miembros de ella, ya que no es un "grupo con carácter singular" en este país. Si bien esta hipótesis es correcta en términos de Israel, la mayoría judía constituye una excepción única en el Oriente Medio y en el mundo. En el mundo en que vivimos, es probable que la mayoría se convierta en una minoría como consecuencia de la libertad de inmigración. Somos testigos actualmente de estos procesos en Europa y en los EE.UU.
Establecer un paralelo entre Israel y Europa es problemático. Los temores sobre posibles transformaciones demográficas en Israel son en su mayoría étnicos. Israel busca inmigrantes judíos, incluso si su cultura es diferente de la mayoría, como es el caso de los ultraortodoxos judíos; Israel no quiere inmigrantes no judíos, incluso si estudian al poeta Bialik y saludan a la bandera. Holanda no tiene un problema étnico con las personas no holandesas, siempre y cuando se convierten en holandeses desde el punto de vista cultural y acepten los valores del país y el idioma. En los EE.UU., también, las características de los temores demográficos a causa de la inmigración mexicana son más culturales que étnicos. A diferencia de Europa o incluso de los inmigrantes asiáticos, los mexicanos se niegan a "norteamericanizarse completamente" (N.P.: No estoy tan seguro).
Sin embargo, hay un denominador común entre los temores demográficos de Europa, EE.UU. e Israel: la relación entre el mantenimiento de la cultura de la mayoría y la libre determinación. En Europa tienen miedo a la creación de un estado musulmán en el corazón del continente, y ya han existido expresiones de apoyo a esa posibilidad por parte de clérigos musulmanes en Holanda. En los EE.UU. están preocupados de que la migración mexicana no genere enclaves territoriales cuyos valores sean ajenos a la cultura norteamericana, y ya han existido figuras públicas en México que han expresado el deseo de convertir a esa comunidad en un minoria nacional lingüístico-cultural y que se reconozca por la ley.
En Israel existe el miedo a una mayoría musulmana que suprima el carácter nacional, y han existido y existen apoyos a esa idea como, por ejemplo, el famoso discurso de Yasser Arafatl sobre el papel de las "matrices palestinas" en la lucha nacional.
Israel es la única democracia que todavía no tiene una política de inmigración ordenada. Esa política es una necesidad urgente. En el marco de una política de este tipo no es inaceptable solicitar a un inmigrante, incluso a un inmigrante judío, que reconozca y acepte ciertas normas culturales y nacionales. La comunidad de la mayoría judía no tiene que esperar hasta estar en peligro de convertirse en una minoría para solicitar su protección cultural y lnacional. En cuanto a la inmigración palestina, que debe decidirse en en la mesa de negociaciones, la libertad de circulación entre las fronteras de Israel y Palestina podría suponer el final del proyecto sionista.
Labels: 60 Aniversario, Cultura Israelí, Israel
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