Tuesday, July 29, 2008

¿Compromisos inquebrantables? - Los asesores de Obama, un motivo de preocupación - Yoram Etinguer - Ynet

El candidato demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, el senador Barack Obama, no se encuentra ni entre los líderes del Senado ni entre quienes componen las comisiones de Relaciones Exteriores, de las Fuerzas Armadas o del Servicio de Inteligencia de Washington.

Obama ni ha propuesto ni ha liderado propuestas o proyectos de ley importantes, y tampoco se ha ocupado de cuestiones relacionadas con las relaciones exteriores o de seguridad. Llegó al Senado y a la carrera presidencial desde la arena política local y nacional. Es por ello que se apoya en una batería de asesores experimentados que diseñan su concepción del mundo y quizás también la política de los Estados Unidos, y dentro de está su relación con Israel en los próximos años. Pero el currículum vitae de los asesores – la mayoría de ellos con experiencia previa en los gobiernos de Clinton y Carter – indica que el fruto de sus consejos y sus políticas son un verdadero motivo de preocupación.

Tony Lake, por ejemplo, fue jefe del Departamento de Planificación Nacional en el Departamento de Estado durante la presidencia Carter. Lake cooperó con la política que terminó "clavando un puñal en la espalda" del Shah persa, un aliado de los intereses norteamericanos en una zona crítica. Esa política fue la que propició la llegada al poder de Khomeini y dio un espaldarazo al terrorismo musulmán que hoy en día amenaza al mundo entero.

Lake fue maestro, guía y asesor de Clinton en materia de seguridad. Bajo su inspiración se diseñó la política que definió el terrorismo internacional y musulmán como un desafío para las autoridades policiales mucho más que para las autoridades militares. La política de Lake consideraba a los terroristas como delincuentes que hay que llevar a juicio, y no como a un enemigo al que hay que enfrentarse en el campo de batalla. El fruto de sus equivocaciones es contemplado ahora por Estados Unidos y por el mundo desde el 11 de septiembre de 2001.

Susan Rice fue asesora especial para las relaciones exteriores del candidato presidencial John Kerry, el candidato demócrata a la presidencia en 2004. Fue ella quien le recomendó entonces nombrar a James Baker y a Jimmy Carter como mediadores en el conflicto árabe-israelí. Rice fue la responsable del área de África en el Departamento de Estado del gobierno Clinton y representa la postura que responsabiliza a Occidente por las tragedias del tercer mundo. Es evidente que Israel se encuentra dentro del mundo occidental y que los árabes representan al tercer mundo.

Susan Rice evalúa el conflicto árabe-israelí a través de la lupa de la lucha por los derechos de los negros en los Estados Unidos: compara a los palestinos con los negros oprimidos, y a los judíos en Israel con el blanco opresor. Si Martin Luther King supiera que lo comparan con Abu Mazen y Arafat – los padres de la enseñanza del odio del terrorismo suicida y del incumplimiento sistemático de acuerdos – diría que se trata de una pesadilla.

Madeleine Albright fue la secretaria de Estado de Clinton y la mentora de Susan Rice. Ella veía en Arafat a un interlocutor válido para negociar la paz, un aliado en potencia de los Estados Unidos. Lo convirtió en una "visitante peremne" de la Casa Blanca (mucho más que cualquier otro líder europeo o canadiense), haciendo caso omiso de las pruebas que lo incriminaban. Trabajó con entusiasmo para que se aumentara el monto de la ayuda norteamericana a Arafat y para mejorar su imagen en el mundo occidental.

Albright también encabezó una política dominada por el diálogo y la negociación – y no el enfrentamiento – con los regímenes terroristas. El resultado fue una insuficiente política preventiva y una reacción tibia y débil ante los atentados en las embajadas norteamericanas en Kenia y Tanzania (con un saldo de 300 víctimas) y ante el atentado contra el buque de guerra USS COLE, en el puerto yemenita de Adén (17 víctimas), perpetrado por enviados del terrorismo musulmán. La política conciliadora fue interpretada como debilidad por los terroristas, y allanó el camino para los posteriores atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono (3.000 víctimas).

Éstos son sólo algunos ejemplos. A Barack Obama hay que darle la bienvenida, pero no hay que abrigar falsas ilusiones respecto de la posibilidad de influir sobre la concepción política de sus asesores. Por ello, lo indicado es intensificar y mejorar el vínculo con el Senado norteamericano, que constituye un aliado equilibrado y expresa la auténtica relación del pueblo norteamericano con el estado judío.

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