Sunday, July 27, 2008

El Tío Obama lo va a arreglar (la Obambimanía) - Shmuel Rosner - Haaretz




Ambas fotos @Reuters

En una previsible manifestación de provincialismo, el candidato demócrata a la presidencia de los EEUU, Barack Obama, fue coronado como el favorito de turno de la izquierda israelí. Aquellos que en los años de presidencia de George Bush se hallaron a si mismos en los márgenes de la arena política, ahora ponen sus esperanzas en Obama que, aunque quiera, es difícil que pueda cumplir. Quienes han fracasado en convencer a la gente de su propio país, se apoyan en una esperanza externa con la esperanza de que le imponga a Israel su agenda. Se equivocan por partida doble: la conducción norteamericana nunca fue el origen del problema; y, aun cuando haya cargado con una responsabilidad indirecta en el frenazo a las ruedas de la paz, no es seguro que Obama sea el líder que brinde la solución.

"El Israel de hoy necesita a un presidente norteamericano y a una administración norteamericana que entienda la urgencia de generar un proceso de paz exitoso", escribió Uri Sabir, uno de los arquitectos del proceso de Oslo, en un artículo de apoyo a Obama publicado en el JPost. "La elección de McCain implica la continuación de la política de Bush-Cheney-Rice", explicó Yossi Sarid en otro artículo de apoyo en el Haaretz.

Aun si Sabir tuviera razón, y ello es discutible, su afirmación no conlleva necesariamente la conclusión de que hay que elegir a Obama: el republicano John McCain ha prometido hacer un gran esfuerzo por el proceso de paz. Y lo que escribió Sarid, sencillamente no es cierto. McCain se parece a Bush en su posición en algunos temas, y es diferente en otros: su visión de Israel no se apoya en un fundamento religioso parecido al de Bush; su círculo de asesores incluye a halcones natos, pero también a no pocos estadistas "realistas" que recuerdan más a los consejeros de Bush padre que a los del hijo; su poca paciencia terminará muy pronto si Israel se escabulle, como en el caso de la evacuación de los asentamientos ilegales. Se puede incluso apostar que se apresurará incluso más que Obama.

Es cierto, Obama es realmente un candidato que entusiasma, y es más interesante que McCain. Si sale electo, será el amigo americano, como la mayoría de sus predecesores. Si no resulta electo, McCain será ese amigo. El gran defecto de Obama, en todo lo tocante a Israel: sus reservas bien acendradas a todo uso de la fuerza, un mal necesario para un país como el suyo. Su ventaja comparativa: un mayor crédito en los países árabes, por lo menos para el principio de su mandato. Quizás éste sea traducido en una confianza acompañada de una disposición a avanzar, pero se puede temer también que sea traducido en la manipulación de un presidente que hace de su ingenuidad un oficio.

De por sí, en la extraña realidad de la era moderna, uno puede confundirse, pero Bush no era el presidente de Israel, y su sucesor tampoco lo será. De ahí que el anhelo de que "el Tío Obama lo arreglará" es, en verdad, una huida: de la realidad, o de la responsabilidad.

La realidad significa reconocer lucidamente, aunque sea frustrante, de que con todas sus desventajas (y sus muchas ventajas), Bush no es el culpable de la situación de Israel. Qué cómodo es para los izquierdistas, norteamericanos e israelíes, tener semejante putching-ball al que endilgarle todos los defectos del mundo. Pero no fue Bush el que empujó a Israel a un proceso de paz defectuoso, no le empujó a conferencias de paz tan arrogantes como fracasadas. No fue él quien persuadió a Irán de desarrollar la bomba atómica, ni supervisó la creación de Hezbollah. En cambio, sí es cierto que tomó Bush decisiones controvertida y cometió errores. Pero cuando asumió el mando en 2001, Israel ya estaba embarrancada en una Intifada descontrolada e Hezbollah ya estaba en la frontera norte.

Por eso, huir de la realidad es también eludir la responsabilidad, es decir el reconocimiento lúcido, aunque frustrante, de que el destino de Israel es responsabilidad de Israel, de la conducción israelí, de la opinión pública israelí. Al líder israelí por ahora no se le reemplaza, pero hay quienes esperan que el recambio de otro líder, en otro lugar y con otro orden del día (otra vez la economía, idiota), marque la diferencia. Obama, por más talento, sabiduría y admiración que tenga por Israel, no podrá cumplir con esa misión.

(Salvo algunos retoques este artículo provienen de Povesham Op-Análisis)

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