La Post-Izquierda: Arqueología y Genealogía - Gabriel Noah Brahm Jr. - Democratiya
(Extracto del artículo, conteniendo la Primera parte y la Conclusión final)
¿Preludio o Canto del Cisne?
Un análisis estructural e histórico es totalmente necesario para entender el anti-occidentalismo de la izquierda. Este texto es una primera tentativa.
Así pues, quiero poner a la luz el malestar vivido por una parte de la izquierda – la proto post-izquierda – durante los años 80 y 90 a la hora de tomar la palabra. Este periodo está definido por el derrumbamiento sistemático de la oposición al liberalismo y su vivencia, como ha confesado Frederic Jameson, como un tiempo de “desorientación existencial”. En el curso de este período un modelo de discurso va a cuajar, un discurso que contribuye a crear un paradigma de la post-izquierda a continuación del 11-S. En el curso del interregno 1991-2001, el período entre el fin de la guerra fría y el comienzo de la guerra contra el terrorismo, ve la luz una izquierda de la postguerra fría, postmoderna, postmarxista y posteórica. Se la ha denominado de muchas formas, la “izquierda zombi” (BHL), la “izquierda que no quiere saber, ni conocer” (Mitchell Cohen) o la “izquierda antipatriotica” (Richard Rorty). En este ensayo, explicaré por qué, tras el 11-S, se ha dado lugar a una post-izquierda que está más ligada a la tiranía y a la reacción que a la emancipación y al progreso,
Esperemos que lo que sigue a continuación sea su canto del cisne, pero aún es demasiado pronto para asegurarlo. Quizá un día, la “post-izquierda” sea percibida como el último y desesperado grito del sesentayochismo. De momento, se merece nuestra máxima atención.
Parte I : Arqueología de la Post-Izquierda: el caso del farragoso cambio de régimen.
El pensamiento de la post-izquierda es un ejercicio de resentimiento trastornado por la política en el sentido aristotélico de la “politike”, es decir, el “arte de la vida en común”. Estos son sus puntos clave:
1.- Excepcionalismo invertido. Toma la vieja idea del «excepcionalismo» y la da la vuelta. EEUU es único entre las naciones, pero no representa al bien, eso es todo. El “horrible” EEUU, con su cultura de consumo crudo y agresivo, su racismo sin precedentes y con sus belicistas hombres políticos, es reprobable totalmente.
2.- Post-sionismo. Idem con el punto anterior, pero con respecto a Israel. Uno es la herramienta del otro dentro de la relación EEUU-Israel, utilizándose, aunque no está claro quién utiliza más a quién. Para Walt y Mearsheimer (lobby Pro-Israel), Israel manipula a los EEUU, para Chomsky es a la inversa, los EEUU a Israel. En todo caso, el derecho a la existencia de Israel es puesto en cuestión (eso, en el mejor de los casos, en el peor …).
3.- Tercermundismo – Los damnificados de la tierra (« las multitudes », sean quienes sean) no son solamente desgraciadas, sino moralmente superiores a los beneficiarios de la tierra. Habilitados por su impotencia y debilidad para ocupar el lugar del proletariado dentro de la doxología marxista clásica, el “Otro” Tercer Mundo, no puede equivocarse. Todo en él es “resistencia”, sea la que sea, hasta incluir el terrorismo. En este mito de salvación, los duos de déspotas – de Hugo Chavez a Mahmoud Ahmadinejad, de Hassan Nasrallah a Osama bin Laden – pueden ser considerados como saludables reprimendas a los EEUU del capital y a Occidente. Así, la imaginación milenarista persiste, después del “fin de la historia”.
4.- Revolución Cultural – Es también bastante maniquea. En razón de los puntos 1 y 2 (EEUU e Israel), se hace necesaria una completa transformación de la consciencia para eliminar todas las micro corrupciones del capitalismo guiado por los EEUU, y reemplazarlas por los más saludables (y revolucionarios) hábitos del espíritu (para descubrirlas, atención al Tercer Mundo, punto 3). A fin de cuentas, todo “burgués”, «blanco» y «hombre» tiene que transformarse. Por el momento, puede ser “deconstruido”. Incorpora en su “metodología” las duras dosis de estilo antinominalista propio de los años sesenta y el estilo new age de los setenta, y así finalmente se obtiene un cóctel seductor: el espíritu que rompe sus amarras.
5.- Ideología totalitaria. Ahh, pero resulta que las amarras son muy tranquilizadoras cuando uno se encuentra a la deriva. En “Los Orígenes del Totalitarismo”, de Hanna Arendt, se describe la cerrada visión del mundo de los totalitarismos y su espíritu de autoservicio y auto validación de sus actos. Ella se refería entonces al nazismo y estalinismo, pero también vale después de todo para esta post-izquierda (si esto parece excesivo, vean el punto 6, el prestigio del Islamismo). Dentro del estrecho y sofocante espacio teórico de esta post-izquierda nos encontramos que: (a) cada cuestión recibe una exhaustiva y totalizadora explicación, situando al más pequeño detalle de un argumento dentro de una vasta teodicea ajena al exterior y que deja poco lugar a las ambigüedades o las sorpresas. Nada escapa y nada “proporciona luz” fuera de ella, siempre y cuando (b) sus explicaciones sean independientes y resistan a la experiencia. Esta post-izquierda se ubica enteramente dentro de una estructura de pensamiento “a priori". Y por ello, su (c) arbitraria narrativa sin referentes resulta sumamente consistente. ¿Y por qué no, pues cuando la elaboran lo hacen sobre la marcha? No solamente todo lo suyo es correcto, y todo lo ajeno no lo es, sino que los resultados son siempre los mismos: están ahí los mismos demonios y las mismas víctimas. El que resulta condenado por el esquema de pensamiento de la post-izquierda será juzgado no en función de lo hagan, digan o piensen, sino por lo que son y lo que representan. En resumen, la post-izquierda ofrece a sus adeptos una cómoda imagen de un mundo sumido en el desorden muy propia de los perezosos mentales y de los espíritus crédulos.
6.- Islamismo. Con los puntos 1 y 5 (anti EEUU e ideología totalitaria), la naciente post-izquierda prepara la vía para abrazar al Islamismo radical tras el 11-S, como una forma de “resistencia”; a los indígenas del Tercer Mundo (punto 3), apuntando como culpables a los EEUU (punto 1) y a Israel (punto 2), en un llamativo golpe “diferenciador” (la revolución cultural del punto 4), que solamente tendrá éxito por medio de una vía (la ideología totalitaria del punto 5). Y es este elemento final, quién en mi opinión cataliza los otros ingredientes para producir la post-izquierda propiamente dicha.
Conclusión: "Ajenos al deseo de libertad”.
Cuando los islamistas y la post-izquierda rechazan el carácter inevitable del capitalismo liberal democrático, ambas sectas se encuentran en conflicto con su entorno. Afortunadamente, ambas están en disposición de elaborar explicaciones, hechas a medida, para convertir su impotencia en un signo de virtud y su auto-odio en una insignia de honor. Ambas, islamismo y post-izquierda, tuvieron la clarividencia de sellar y desarrollar en sí mismas, dentro de capas de textos complejos basados en tradiciones, una especie de teoría de una «realidad virtual». Allí, los creyentes, se convierten en héroes enfrentados a un mal generalizado y omnipresente contra el cual batallan dejando rastros de sus actos de 'resistencia'. Para ambas sectas, los más débiles de los débiles - la pura inocencia - se oponen a los más fuertes entre los poderosos - la globalización de Occidente, dirigida por Estados Unidos, pero simbolizada aún más mortificantemente por Israel.
Para la "post-izquierda", los culpables del drama humano ya no son los flagelos de la pobreza, del hambre, de las jerarquías ilegítimas, de las autoridades irresponsables y de la ignorancia, sino la naturaleza pecaminosa del "poder y del privilegio" de los EEUU y de Europa (Occidente en general). No es el resurgir de un Islamismo intolerante, sino el Occidente liberal occidental, el culpable del terrorismo. La post-izquierda apuntala su identidad amenazada con una serie de propósitos de negación. Donde aparece humo debido a la existencia de unos edificios ardiendo resulta que hay un «agravio», y donde hay agravio existe el "derecho" a tomar por blanco a los civiles. Como Rousseau y Rene Girard nos recuerdan, y como Samuel Huntington también lo señala (aunque más prosaicamente): "La gente utiliza la política no sólo para promover sus intereses, sino también para definir su identidad. Sabemos quienes somos solamente cuando sabemos quienes no somos y, a menudo, sólo sabemos quienes somos cuando sabemos contra quienes estamos». Al elegir estar en contra de los Estados Unidos, de Israel y de la cultura del liberalismo occidental, y ello en favor de un multiculturalismo ideológico, de las reivindicaciones de una identidad política y de las excusas por la jihad, la post-izquierda se ha convertido en un refugio para esos deseos que son diferentes y negadores del deseo de libertad».
¿Preludio o Canto del Cisne?
Un análisis estructural e histórico es totalmente necesario para entender el anti-occidentalismo de la izquierda. Este texto es una primera tentativa.
Así pues, quiero poner a la luz el malestar vivido por una parte de la izquierda – la proto post-izquierda – durante los años 80 y 90 a la hora de tomar la palabra. Este periodo está definido por el derrumbamiento sistemático de la oposición al liberalismo y su vivencia, como ha confesado Frederic Jameson, como un tiempo de “desorientación existencial”. En el curso de este período un modelo de discurso va a cuajar, un discurso que contribuye a crear un paradigma de la post-izquierda a continuación del 11-S. En el curso del interregno 1991-2001, el período entre el fin de la guerra fría y el comienzo de la guerra contra el terrorismo, ve la luz una izquierda de la postguerra fría, postmoderna, postmarxista y posteórica. Se la ha denominado de muchas formas, la “izquierda zombi” (BHL), la “izquierda que no quiere saber, ni conocer” (Mitchell Cohen) o la “izquierda antipatriotica” (Richard Rorty). En este ensayo, explicaré por qué, tras el 11-S, se ha dado lugar a una post-izquierda que está más ligada a la tiranía y a la reacción que a la emancipación y al progreso,
Esperemos que lo que sigue a continuación sea su canto del cisne, pero aún es demasiado pronto para asegurarlo. Quizá un día, la “post-izquierda” sea percibida como el último y desesperado grito del sesentayochismo. De momento, se merece nuestra máxima atención.
Parte I : Arqueología de la Post-Izquierda: el caso del farragoso cambio de régimen.
El pensamiento de la post-izquierda es un ejercicio de resentimiento trastornado por la política en el sentido aristotélico de la “politike”, es decir, el “arte de la vida en común”. Estos son sus puntos clave:
1.- Excepcionalismo invertido. Toma la vieja idea del «excepcionalismo» y la da la vuelta. EEUU es único entre las naciones, pero no representa al bien, eso es todo. El “horrible” EEUU, con su cultura de consumo crudo y agresivo, su racismo sin precedentes y con sus belicistas hombres políticos, es reprobable totalmente.
2.- Post-sionismo. Idem con el punto anterior, pero con respecto a Israel. Uno es la herramienta del otro dentro de la relación EEUU-Israel, utilizándose, aunque no está claro quién utiliza más a quién. Para Walt y Mearsheimer (lobby Pro-Israel), Israel manipula a los EEUU, para Chomsky es a la inversa, los EEUU a Israel. En todo caso, el derecho a la existencia de Israel es puesto en cuestión (eso, en el mejor de los casos, en el peor …).
3.- Tercermundismo – Los damnificados de la tierra (« las multitudes », sean quienes sean) no son solamente desgraciadas, sino moralmente superiores a los beneficiarios de la tierra. Habilitados por su impotencia y debilidad para ocupar el lugar del proletariado dentro de la doxología marxista clásica, el “Otro” Tercer Mundo, no puede equivocarse. Todo en él es “resistencia”, sea la que sea, hasta incluir el terrorismo. En este mito de salvación, los duos de déspotas – de Hugo Chavez a Mahmoud Ahmadinejad, de Hassan Nasrallah a Osama bin Laden – pueden ser considerados como saludables reprimendas a los EEUU del capital y a Occidente. Así, la imaginación milenarista persiste, después del “fin de la historia”.
4.- Revolución Cultural – Es también bastante maniquea. En razón de los puntos 1 y 2 (EEUU e Israel), se hace necesaria una completa transformación de la consciencia para eliminar todas las micro corrupciones del capitalismo guiado por los EEUU, y reemplazarlas por los más saludables (y revolucionarios) hábitos del espíritu (para descubrirlas, atención al Tercer Mundo, punto 3). A fin de cuentas, todo “burgués”, «blanco» y «hombre» tiene que transformarse. Por el momento, puede ser “deconstruido”. Incorpora en su “metodología” las duras dosis de estilo antinominalista propio de los años sesenta y el estilo new age de los setenta, y así finalmente se obtiene un cóctel seductor: el espíritu que rompe sus amarras.
5.- Ideología totalitaria. Ahh, pero resulta que las amarras son muy tranquilizadoras cuando uno se encuentra a la deriva. En “Los Orígenes del Totalitarismo”, de Hanna Arendt, se describe la cerrada visión del mundo de los totalitarismos y su espíritu de autoservicio y auto validación de sus actos. Ella se refería entonces al nazismo y estalinismo, pero también vale después de todo para esta post-izquierda (si esto parece excesivo, vean el punto 6, el prestigio del Islamismo). Dentro del estrecho y sofocante espacio teórico de esta post-izquierda nos encontramos que: (a) cada cuestión recibe una exhaustiva y totalizadora explicación, situando al más pequeño detalle de un argumento dentro de una vasta teodicea ajena al exterior y que deja poco lugar a las ambigüedades o las sorpresas. Nada escapa y nada “proporciona luz” fuera de ella, siempre y cuando (b) sus explicaciones sean independientes y resistan a la experiencia. Esta post-izquierda se ubica enteramente dentro de una estructura de pensamiento “a priori". Y por ello, su (c) arbitraria narrativa sin referentes resulta sumamente consistente. ¿Y por qué no, pues cuando la elaboran lo hacen sobre la marcha? No solamente todo lo suyo es correcto, y todo lo ajeno no lo es, sino que los resultados son siempre los mismos: están ahí los mismos demonios y las mismas víctimas. El que resulta condenado por el esquema de pensamiento de la post-izquierda será juzgado no en función de lo hagan, digan o piensen, sino por lo que son y lo que representan. En resumen, la post-izquierda ofrece a sus adeptos una cómoda imagen de un mundo sumido en el desorden muy propia de los perezosos mentales y de los espíritus crédulos.
6.- Islamismo. Con los puntos 1 y 5 (anti EEUU e ideología totalitaria), la naciente post-izquierda prepara la vía para abrazar al Islamismo radical tras el 11-S, como una forma de “resistencia”; a los indígenas del Tercer Mundo (punto 3), apuntando como culpables a los EEUU (punto 1) y a Israel (punto 2), en un llamativo golpe “diferenciador” (la revolución cultural del punto 4), que solamente tendrá éxito por medio de una vía (la ideología totalitaria del punto 5). Y es este elemento final, quién en mi opinión cataliza los otros ingredientes para producir la post-izquierda propiamente dicha.
Conclusión: "Ajenos al deseo de libertad”.
Cuando los islamistas y la post-izquierda rechazan el carácter inevitable del capitalismo liberal democrático, ambas sectas se encuentran en conflicto con su entorno. Afortunadamente, ambas están en disposición de elaborar explicaciones, hechas a medida, para convertir su impotencia en un signo de virtud y su auto-odio en una insignia de honor. Ambas, islamismo y post-izquierda, tuvieron la clarividencia de sellar y desarrollar en sí mismas, dentro de capas de textos complejos basados en tradiciones, una especie de teoría de una «realidad virtual». Allí, los creyentes, se convierten en héroes enfrentados a un mal generalizado y omnipresente contra el cual batallan dejando rastros de sus actos de 'resistencia'. Para ambas sectas, los más débiles de los débiles - la pura inocencia - se oponen a los más fuertes entre los poderosos - la globalización de Occidente, dirigida por Estados Unidos, pero simbolizada aún más mortificantemente por Israel.
Para la "post-izquierda", los culpables del drama humano ya no son los flagelos de la pobreza, del hambre, de las jerarquías ilegítimas, de las autoridades irresponsables y de la ignorancia, sino la naturaleza pecaminosa del "poder y del privilegio" de los EEUU y de Europa (Occidente en general). No es el resurgir de un Islamismo intolerante, sino el Occidente liberal occidental, el culpable del terrorismo. La post-izquierda apuntala su identidad amenazada con una serie de propósitos de negación. Donde aparece humo debido a la existencia de unos edificios ardiendo resulta que hay un «agravio», y donde hay agravio existe el "derecho" a tomar por blanco a los civiles. Como Rousseau y Rene Girard nos recuerdan, y como Samuel Huntington también lo señala (aunque más prosaicamente): "La gente utiliza la política no sólo para promover sus intereses, sino también para definir su identidad. Sabemos quienes somos solamente cuando sabemos quienes no somos y, a menudo, sólo sabemos quienes somos cuando sabemos contra quienes estamos». Al elegir estar en contra de los Estados Unidos, de Israel y de la cultura del liberalismo occidental, y ello en favor de un multiculturalismo ideológico, de las reivindicaciones de una identidad política y de las excusas por la jihad, la post-izquierda se ha convertido en un refugio para esos deseos que son diferentes y negadores del deseo de libertad».
Labels: Antisemitismo, Antisionismo, Israel
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