Sunday, August 24, 2008

Las contradicciones de las "bellas almas". El ejemplo belga - ZWord Blog

El periódico alemán Die Tageszeitung recientemente informaba que Bélgica era el "más exitoso estado fracasado". Difícil de creer, pero muchos ciudadanos de uno de los países más prósperos de la Unión Europea no creen que Bélgica tenga futuro. Y su angustia tiene importantes repercusiones para el pensamiento actual acerca de la solución del conflicto israelo-palestino.

Lo primero es lo primero. ¿Es que los valones de habla francesa y los flamencos de lengua holandesa están a punto verdaderamente de romper Bélgica? ¿O bien se trata de un "hiperdrama"?. Ian Buruma lo describe en estos términos inequívocos:

"Bélgica corre el riesgo de derrumbarse. Desde hace más de seis meses, el país ha sido incapaz de formar un gobierno que sea capaz de unir a los valones (32%) y a los flamencos (58%). El monarca belga trata desesperadamente de detener a sus súbditos que desean romper el estado".

Buruma sostiene que durante los siglos XVIII y XIX, cuando se formaron los estados-nación, con frecuencia las diferencias culturales, lingüísticas y nacionales se superaron a fin de promover "los intereses comunes". Ese fue el caso de Gran Bretaña e Italia, y el de Bélgica.

La UE ha cambiado todo eso. Como afirma Buruma, utilizando otro ejemplo del revival nacionalista en la supuestamente post-nacional Europa: "¿Por qué confiar en Londres, dicen los escoceses, si Bruselas ofrece mayores ventajas?"

Buruma termine con una advertencia:

"Tal vez los ciudadanos de Bélgica ya no tengan lo suficiente en común, y los flamenco y valones estén mejor divorciados. Pero uno no se lo cree. Los divorcios nunca son indoloros. Y el nacionalismo étnico desencadena emociones que son indeseables.

Sabemos lo que ocurrió antes cuando prevalecía la 'sangre' y la 'tierra' determinaba la política europea. Sin tener intención de ello, la UE parece ahora alentar esas fuerzas que la idea de unidad europea de posguerra trataba de contener".

Ya se rompa o no realmente Bélgica, la actual lucha habrá demostrado más allá de toda duda que el concepto de una Europa "post-nacional" es una ilusión. Sin embargo, muchos defensores de la "solución de una único estado" para Israel y Palestina basan su pensamiento precisamente en esta premisa. El famoso ensayo de Tony Judt, en el New York Review of Books (2003), despreciaba a Israel tildándolo como un "anacronismo, importado de los característicos proyectos separatistas de finales de siglo XIX, ante un mundo actual que se dirige hacia los derechos individuales, la apertura de fronteras y el derecho internacional".

En el momento en que Judt escribió ese ensayo, su declaración ya se había ahogado entre los ruidosos disparos que surgían desde Grozny a Sarajevo. Pero lo de Bélgica (y, por extensión, Quebec, Escocia y el País Vasco) demuestra aún más que el revival nacionalista no se limita a aquellas partes del mundo sumidas en la pobreza, la corrupción y/o bajo alguna forma de violencia étnica.

Es por lo tanto irónico, que un largo discurso (alabanza) sobre el modelo belga sea uno de los elementos y fundamentos del libro de Ali Abunimah, "Israel y Palestina, un país". Abunimah asegura confiado que el sentimiento separatista "está en descenso". Es evidente que eso no así. Y del mismo modo, es aún mas evidente que dado que una situación está emergiendo, nadie desea quedar atrapado en el lado equivocado de la ciudad:

"Se ha llegado hasta tal punto, que los propietarios sólo quieren alquilar sus casas a flamencos", asegura Eugene Mesemakers. "Tenía la costumbre de emplear a trabajadores flamencos para los proyectos de construcción en zonas francófonas, pero ahora los trabajadores valones tienen que saber hablar holandés para poder ser contratados por sus jefes flamencos. En mi banco, los documentos están en flamenco y si usted los pide en francés te piden que te vayas".

Si esto es lo que está sucediendo en la cuna de la Unión Europea, en un estado que existe desde 1830, ¿cómo aplicar ese "bello marco" a una cultura política que incluye los gustos de Hamas?

La respuesta es que no se puede. En ello radica la ironía: Bélgica se celebra como la inspiración para una "solución de un único estado" en el Oriente Medio, y ello, precisamente, en el momento en que un número significativo de flamencos y valones militan por una "solución de dos estados" en su propio país.

La soberanía puede ser puesta en común. Las fronteras pueden estar abiertas. El comercio puede llevarse a cabo sin obstáculos. Ninguno de estos objetivos admirables es incompatible con una condición de estado. De hecho, la estatalidad es tal vez una condición necesaria para el florecimiento de todo lo anterior. Es por ello que Palestina tiene que ser concebida junto a Israel, no en sustitución de Israel.

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1 Comments:

Anonymous Anonymous said...

Los divorcios nunca son indoloros

Falso.
La separación entre Eslovaquia y la República Checa contradice ese argumento.

demuestra aún más que el revival nacionalista no se limita a aquellas partes del mundo sumidas en la pobreza, la corrupción y/o bajo alguna forma de violencia étnica

Han cantado Línea!

La respuesta es que no se puede

Han cantado Bingo!

Palestina tiene que ser concebida junto a Israel, no en sustitución de Israel

Como dice una amiga mía: Israel se queda!

:]

9:55 PM  

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