Wednesday, May 27, 2009

El Muro Occidental - Shólem Aléijem



- Hágame, por favor, el bien de contármelo todo detalladamente. ¿De modo que usted ha visto con sus propios ojos el Muro Occidental? ¿De manera que lo vio? ¿Y lo ha examinado bien? Cuénteme entonces, ¿cómo, dónde, cuándo?...

Así le hablaba mi maestro a un judío que acababa de llegar de Palestina, ¡de Jerusalém!

- Dígame, pues, por favor; píntemelo exactamente, cómo, dónde, cuándo..

Y el judío de Jerusalém se lo describió exactamente: cómo, dónde y cuándo. Y mi maestro aspiraba las palabras, se admiraba, se crecía de entusiasmo como quien recibe de un país lejano noticias de un íntimo amigo suyo.

Tanta atención prestó el maestro al judío de Jerusalém que no se dio cuenta de cómo nosotros, los muchachos de la clase, nos deslizamos uno tras otro fuera del aula y nos fuimos a patinar sobre el hielo.

Cuando volvimos al heder, aún estaba hablando.

- ¡El Muro! - decía el maestro al judío de Jerusalém - ¡El Muro Occidental! He ahí todo lo que nos ha quedado de nuestro Templo, de todo nuestro reino. ¡El Muro Occidental, el Muro Occidental!

Y el maestro se echó a llorar.

Fuente: "Cuentos de Aldea" - Sefarad Editores

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