Monday, May 04, 2009

Un intento de boicot inútil (a Leonard Cohen) - Jonathan Freedland - The Jewish Chronicle





(Texto: Entrevista de Febrero en el NYT: Mr. Cohen es un judío observante que guarda el Sabbath, aun cuando está de gira, y que actuó ante las tropas israelíes durante la guerra árabe-israelí de 1973. Así pues ¿cómo compatibiliza su fe con la práctica del Zen?

"Allen Ginsberg me hizo la misma pregunta hace muchos años". "Bueno, por una parte, en la tradición del Zen que he practicado, no hay una oración de adoración y no hay ninguna afirmación de alguna deidad. Así pues, teológicamente, no supone ningún desafío a cualquier creencia judía").


Difícil empresa, la del boicot. Tomemos el caso de Omar Barghouti. En 2004, el diplomado de Columbia en Nueva York ayudó a fundar la campaña Palestina Boicot Académico y Cultural de Israel, instando a los estudiosos e investigadores de todo el mundo a cortar los lazos con las universidades de Israel. Pero, como se informó durante la última semana en TheJC (The Jewish Chronicle), Barghouti está realizando estudios de doctorado en la Universidad de Tel Aviv...

Preguntado de cómo explica esta aparente contradicción entre sus palabras y los hechos, le dijo a Maariv: "Mis estudios en la Universidad de Tel Aviv son un asunto personal...". Eso es todo un cambio con respecto a la anterior posición defendida por Barghouti, cuando sostenía que los estudios académicos no eran un mero asunto personal sino algo altamente político, al menos si los académicos en cuestión eran israelíes.

Después de ese golpe a su credibilidad, el boicot que proponen estos militantes tiene ahora un destino aún más desgarrador. Uno de sus héroes está decidido desafiar su llamamiento y dirigirse a Israel.

El héroe en cuestión es el cantante, cantautor y poeta canadiense, Leonard Cohen. "Sus canciones han formado parte de la banda sonora de nuestras vidas, como la respiración en algunos casos", comienza una carta abierta enviada a Cohen la semana pasada por los profesores Haim Bresheeth, Hilary Rose y Jonathan Rosenhead del Comité Británico para las Universidades de Palestina. "Pero no podemos dar un sentido razonable al hecho de que hayas decidido dirigirte a Israel en septiembre de este año".

Se puede comprender su angustia. No se trata de Girls Aloud de quien estamos hablando. Ni siquiera de Paul McCartney (quien actuó en Israel el año pasado, a pesar de la presión realizada sobre él para que lo cancelara). Se trata de Leonard Cohen, un artista sublime que, con 70 años y pico, sólo parece mejorar con la edad.

Y, sin embargo, en el siguiente párrafo de su carta, los boicoteadores cometen un fascinante error. Hacen el llamamiento a Cohen no como judío, sino como a un discípulo del Budismo, "cuya práctica por tú parte es de conocimiento público”.

Sin embargo, mientras efectivamente Cohen ha estado recluido en un monasterio budista, nunca renegó de la fe en que había sido educado. "No estoy buscando una nueva religión", afirmó Cohen. "Estoy muy contento con la antigua, con el judaísmo".

Si estos sabios académicos no sabían nada de esa cita, simplemente podrían haber escuchado las canciones de Cohen. Porque, seguramente, hoy en día es el artista musical en activo más judío del mundo. (De hecho, con la posible excepción de Philip Roth, Howard Jacobson y algunos novelistas de Israel, probablemente sea el artista más judío de cualquier medio).

Comiencen con “¿Quién (ira) por fuego?”, esa oscura e insistente canción inspirada en la oración Unetanah tokef, recitada cada Yom Kipur y que pregunta, "¿quien vivirá y quien morirá?". O consideren, “Hallelujah”, la canción que dio popularidad a Cohen ante una nueva generación, gracias a su selección como himno en el X-Factor. Su línea de apertura resuena con el sonido de los salmos: "Yo había oído un acorde secreto, que David toco y que complace al Señor...".

Y hay más trabajo aquí que un mero nombre litúrgico. En “Himno”, la voz de Cohen suena como una creencia típicamente judía, que no busca la perfección inmaculada sino que abraza a la humanidad tal como es realmente. "Olvidad vuestra ofrenda", canta él, "Hay una grieta en cada cosa / es la manera en que nos llega la luz". Para mis oídos, se trata de una observación profundamente judía, dejando entender que son nuestros errores los que nos proporcionan los navios para navegar hacia lo divino.

Así pues, Cohen no es sólo un artista judío porque su abuelo fuera un rabino o porque, cuando se retiró a vivir en una isla griega, guardó el Sabbath, encendiendo velas y pronunciando oraciones. Él es judío porque cuando necesitaba un título para su segundo libro de poemas, escogió “El especiero de la Tierra”, inspirado en el ritual del havdalah. Él es judío porque sus poemas parecen hacer dirigirse a Dios, a veces con devoción, a veces con furia, alternando un tipo de diálogo propiamente judío desde Abraham.

Lo que significa que los boicoteadores de Cohen deberían haberle abordado no como budista, sino como judío. Incluso entonces sospecho que su tentativa hubiera fracasado. Porque sin duda es inútil tratar de mantener a Cohen fuera de la patria judía, aunque sólo sea porque el pueblo de Israel, tal vez más que nadie, necesite escuchar el grito de un alma judía, como la suya.

Fuente: TheJC

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2 Comments:

Blogger Fabián said...

Y eso de "and Jesus was a sailor, when he walked upon the water..."

Yo siempre pensé que Cohen se había convertido al cristianismo.

5:10 AM  
Blogger Iojanan said...

Me da que desde la II GM no ha habido otro momento con más tensión y deseo de desaparición de los judíos. ¿Será momento para que la sociedad europea se plante ante esta maquinaria de la izquierda que es capaz de las tropelías más infames y mientras hace creer que son ONGs?No, no es la derecha, con toda su culpa histórica, es la izquierda la que está fomentando el odio y la vesanía.

12:45 PM  

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