Sunday, June 28, 2009

¿Los Marranos, rigurosamente modernos? De la España medieval a la filiación post-moderna - Miriam Shaviv - Forward




©Kurt Hoffman - Ex Unum, Pluribus

Diego Arias nació judío en la España del s. XV, pero sus padres lo convirtieron al catolicismo a continuación de una ola de persecución anti-judía. Más tarde, como jefe financiero de la casa real de Castilla, y como una de las figuras más poderosas, disfrutaba cantando oraciones judías; comiendo hamin, un guiso al estilo del tradicional cholent (estofado) del Sabbath, y una vez fue visto tratando a la efigie de un santo cristiano con falta de respeto. Sin embargo, él no se consideraba a sí mismo más que un poco judío, y sólo para complicar aún más las cosas, de vez en cuando expresó su escepticismo acerca de todas las religiones.

Por lo tanto, ¿Arias fue un judío, un cristiano o un ateo? En "En el interior del Otro", Yirmiyahu Yovel, fundador y presidente del Jerusalem Spinoza Institute, intenta dar sentido a la identidad religiosa de los marranos, es decir, los judíos de España y Portugal que fueron obligados a convertirse al cristianismo en los siglos XIV y XV, y de sus descendientes.

El marranismo comienza en 1391, cuando los judíos se convirtieron en masa para escapar a una serie de motines anti-judíos. La presión física y mental para que se convirtieran continuó, sin mengua, en 1412-15, donde alrededor de 50.000 judíos españoles se sometieron a la cruz. La mayoría de los rabinos de su tiempo creían que algunos de los nuevos católicos mantenían algunas tradiciones judías solamente por costumbre, nostalgia, o por razones sociales. Los judíos actuales generalmente prefieren pensar de una forma un poco más romántica, viéndolos como judíos secretos cuyo catolicismo sólo era una máscara que les protegía de las autoridades. La verdad, dice Yovel, es mucho más compleja, y la complejidad de un asunto particularmente moderno y actual.

Yovel también afirma que la sociedad cristiana persiguió el mito de la homogeneidad, tratando de desembarazarse de lo que percibía como elementos "impuros" y "extranjeros". La ironía es que la conversión de los judíos no eliminaba al "otro", sino que lo llevaba directamente al corazón de la sociedad cristiana. Los conversos (Yovel explica en el prefacio que utiliza términos como marranos, conversos y cristianos nuevos de forma intercambiable) no se convertían en cristianos "ordinarios o normales", ni se les considera de esa manera por la sociedad cristiana. Por el contrario, su vida estuvo marcada por la contradicción y la dualidad.

Inicialmente, la mayoría de los marranos asumieron el cristianismo superficialmente, a nivel epidérmico, pero no podían mantener esa pretensión - año tras año, yendo a la iglesia y confesándose, venerando los santos -, sin llegar a interiorizar algunas de esas creencias. Del mismo modo, es posible que tuvieran la intención de permanecer fieles al judaísmo, pero les resultaba imposible practicar una religión sólo parcialmente, y en secreto, sin llegar a perder la mayor parte de su esencia.

El resultado, según Yovel, fue que la mayoría de los marranos practicaba una religión híbrida. "Judeizaban" conscientemente tratando de conservar elementos del judaísmo, a menudo transmitidos a través de las mujeres de la casa que se convirtieron en cuasi rabinos, o los adquirían, irónicamente, a partir de las listas de creencias judías publicadas y perseguidas por los informantes de la Inquisición. Pero mientras ellos podían tener velas encendidas en secreto durante el Sabbath, simulaban comer el omnipresente cerdo ibérico o mentalmente anulaban sus acciones rituales en la iglesia, la confusión teológica imperaba. Por ejemplo, los judaizantes creían que el judaísmo era el verdadero camino "de salvación". La intención podía ser judía, pero la elaboración teológica – de la salvación - era Católica. Del mismo modo, la marranos tenían un santo patrón: la Reina Esther, ella misma una judía oculta o en secreto.

En el otro extremo del espectro, los marranos que aceptaron su nueva fe cristiana todavía estaba influenciados por sus antecedentes judíos. Los registros de la Inquisición muestran que los marranos preferían bautizar a sus hijos el sábado, a causa de su "afecto" por dicho día, y los monjes cristianos nuevos, porque mantenían su desconfianza hacia las creencias y prácticas politeístas implícitas, rechazaron la Trinidad y desdeñaron el sacramento, sin tener intención de regresar al judaísmo.

Los conversos a menudo trataron de reformar al cristianismo desde dentro. Por ejemplo, la santa patrona de España, Santa Teresa de Ávila, insistió en que la verdadera religiosidad se encuentra en la mente, no en las acciones, una actitud muy típica de los marranos judaizantes, los cuales creían en una religión y practicaban otra. No es de extrañar, porque si bien ella era y se pensaba a sí misma como totalmente cristiana, tuvo un padre y un abuelo que fueron humillados por la Inquisición como judaizantes. Además existió un tercer grupo, quizás más numeroso que los judaizantes. Estas personas habían perdido el interés religioso, o eran heréticos con respecto a todas las religiones, y preferían insistir en los asuntos del mundo físico, tales como los negocios o la política, en lugar de buscar la salvación metafísica. Mientras tanto, ellos también llevaban una vida teóricamente cristiana.

Así, mientras que los marranos podían seguir apoyándose en el judaísmo y en el cristianismo, ellos en realidad no practicaban ninguna de ellas. Su identidad, nos asegura Yovel, era mucho más fluida que la que han reconocido los historiadores posteriores. Mientras tanto, sus contemporáneos sentían incrementar su resentimiento por esta inestabilidad sin precedentes "que manifestaban estos otros", y ocasionales episodios de violencia en su contra hicieron erupción. Se promulgaron leyes que impedían a los conversos ejercer cargos públicos, y ello mediante el desplazamiento de la fuente de las diferencias a la sangre sobre la religión. Este fue un cambio crucial en el pensamiento europeo, y precedió a un cambio similar en el norte de Europa en cientos de años. Las leyes de Nuremberg fueron consecuencia de un cambio en el pensamiento en el siglo XIX, pero fue independiente del ejemplo español.

En 1480, casi un siglo después de que los primeros Marranos se convirtieran en un problema social, se estableció la Inquisición para erradicar a los Marranos judaizantes (no tenía jurisdicción sobre los que aún permanecían judíos). También se han malinterpretado las sutilezas de la identidad de los conversos, condenándolos como judíos secretos por mostrar algunos signos de conexión con la tradición judía. (Así Arias – quien no sintió más que cierta nostalgia hacia el judaísmo - fue declarado culpable de judaizar en un juicio póstumo que destruyó a su hijo, un prominente obispo).

En 1492, Fernando e Isabel emitieron un edicto de expulsión del resto de los judíos de España. El argumento fundamental en contra de ellos, asegura Yovel, es que los judíos - sobre las cuales la Inquisición no tenía jurisdicción - eran percibidos como una influencia corruptora sobre los Marranos, enseñándoles la manera de judaizar.

Una vez más, esta medida tuvo un efecto contrario al pretendido. En respuesta, miles de judíos se convirtieron, lo que agravó el problema converso. Cerca de 80.000 a 160.000 judíos huyeron de España. Muchos fueron a Portugal, donde también fueron obligados a convertirse, reproduciendo el problema.

Yovel, cuya contribución excepcional es utilizar múltiples áreas de conocimiento trabajando en colaboración, integrando las cuestiones filosóficas con la narrativa histórica, contempla a las identidades divididas como "una estructura básica de la condición humana", la cual únicamente ha sido legitima en la era moderna. "En épocas anteriores", nos dice, "las identidades divididas eran consideradas como ilícitas e ilegales, un grave pecado social y metafísico castigado por la Inquisición (y más tarde, por el nacionalismo y por similares movimientos unificadores)". A este respecto (así como en muchos otros tratados por Yovel en los dos capítulos finales), los Marranos fueron unos precursores y quizás, en cierta medida, los catalizadores de la modernidad.

¿Cuán especiales y singulares fueron? Sin lugar a dudas han existido otros ejemplos de judíos a través de la historia que han mezclado y combinado identidades, como los Helenizados de la historia de Hanukkah. Sin embargo, un paralelo con la Judeidad moderna es particularmente sorprendente. La mayoría de los hijos de los matrimonios interreligiosos crecen hoy en día en hogares en los que el judaísmo no es la única religión. Fiestas judías como Hanukkah y Passover coexisten con la Navidad y la Pascua (Semana Santa) cristianas, hay pues tantas ocasiones para visitar la iglesia como la sinagoga, y los miembros de estas familias pueden discutir abiertamente sobre su creencia en Jesús, al igual que el Séder de Pascua o un bar mitzváh pueden tomar múltiples significados religiosos, y viceversa.

En "¿Doble o Nada?", un estudio del 2004 sobre familias procedentes de matrimonios mixtos llevado a cabo por la profesora de la Universidad de Brandeis, Sylvia Barack Fishman, los adolescentes cuyos padres celebraban la Navidad de alguna manera genérica se veían a sí mismos como los herederos de las dos religiones. En sus mentes, esas religiones coexistían de una forma esencialmente diferente que en otras donde predomine el judaísmo o el cristianismo. Fishman va hasta a describir una enorme subcultura híbrida en América del Norte, la de las familias "judeo-cristianas americanas", las cuales difieren "notablemente" de las otras denominaciones de los judíos americanos - del mismo modo que la Marranos diferían notablemente de sus contemporáneos judíos y cristianos, a veces incluso cuando se trasladaban fuera de España y fueron capaces de practicar abierta y nuevamente el judaísmo

Así como las comunidades de la Diáspora continúan luchando con cada vez más urgencia con la cuestión referente a los millones de judíos que se casan "fuera" de la comunidad, tal vez cierta perspectiva puede ser adquirida a partir de la identidad dual de los Marranos que nos presenta Yovel. Medio milenio después, parecen más relevantes y actuales que nunca.


Fuente: Forward

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2 Comments:

Blogger Iojanan said...

¿Hay edición española..?

2:05 PM  
Blogger José Antonio said...

No, pero sí he visto el libro en la Antonio Machado del Círculo de Bellas Artes.

No creo que tarde mucho en ser traducido

11:14 PM  

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