Monday, July 27, 2009

Escuchar a la izquierda (israelí) - Evelyn Gordon - JPost

Demasiados artículos fustigando el continuo apoyo de los judíos americanos al Presidente Barack Obama han pasado por alto un punto crucial: muchos judíos americanos están acuerdo con sus posiciones sobre Israel. Como él, piensan que Israel debe congelar totalmente los asentamientos, retirarse a las líneas de 1967 y dividir Jerusalém, y que la paz sólo surgirá si eso se hace. Ninguna de estas opiniones es compartida por la mayoría de los israelíes. Pero mientras los judíos americanos las sostienen, esperar de ellos escuchen las principales preocupaciones israelíes sobre dichas políticas resulta ilusorio.

Sin embargo, Lo que resulta realmente desconcertante es la razón por la que los que apoyan a Obama parecen igualmente hacer oídos sordos a los gritos de angustia de la izquierda de Israel, esa que durante mucho tiempo ha defendido precisamente estas políticas. Cuando los editorialistas del Haaretz, un bastión de la izquierda de Israel, escriben tres artículos de opinión criticando a Obama en el espacio de 10 días, debe ser claro, incluso para los judíos americanos de centro izquierda, que Obama tiene un problema con Israel.

El primero de los artículos fue el del veterano corresponsal diplomático y columnista Aluf Benn, y apareció el 10 de julio. Titulado "La izquierda se fue a la playa", trataba de explicar por qué la izquierda israelí, que apoyaba oralmente previas exigencias de una solución mediante la congelación de los asentamientos, no se ha movilizado esta vez detrás de Obama. No sólo no ha habido manifestaciones, sino que en un debate en la Knesset a principios de julio, ni un solo diputado instó al cumplimiento de la demanda de Obama.

Una de las razones, afirmaba Benn, es que Obama nunca ha intentado "comunicarse con el público israelí". Él "habla a los árabes y a los musulmanes, pero no a los israelíes. Su abandono de los israelíes aumentó los temores de que no tengamos un amigo en la Casa Blanca".

Esta impresión fue reforzada por "el patético intento de la administración Obama de negar la existencia de acuerdos sobre la construcción de asentamientos" entre el predecesor de Obama e Israel: "Es posible acusar a Israel de violar sus promesas, o decirle que ha cambiado su política y explicar el por qué, pero no de mentir".

Además, "Obama no ha obtenido nada de los palestinos y de los Estados árabes a cambio, y su insistencia en un acuerdo de congelación sólo alentó al Presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas en su negativa a negociar con [Benjamin] Netanyahu. En estas circunstancias, es difícil para la izquierda israelí culpar al gobierno de arruinar las posibilidades de paz".

Por último, "cuanto más tiempo pasa, más parece que la demanda de congelar la construcción de asentamientos se entiende como una demostración de un distanciamiento de Israel". Obama ha convertido la solución de congelar los asentamientos "en una cuestión de honor", y "cuando el argumento es acerca de quién de los dos es el más fuerte, en lugar de la verdadera cuestión, cualquiera que inste a Netanyahu a ceder ante Obama será acusado de antipatriota. Y la izquierda israelí no quiere verse respaldando esa posibilidad".

Así, después de seis meses en el cargo, Obama ha conseguido que inclusive la izquierda israelí, que apoyó con entusiasmo su elección, dude de su amistad hacia Israel, y la vuelva incapaz de apoyar una política que les haría parecer antipatriotas.

E, igualmente grave, ha socavado el proceso de paz al fomentar la negativa de Abbas a negociar.

Una semana más tarde, el Haaretz dedicó su editorial al problema Obama. Titulado "Hable con nosotros también", comenzaba reprobando a Netanyahu por "entrar en un conflicto innecesario y perjudicial" con la administración Obama y "rechazar el deseo esencial de Obama de lograr la paz”. La presidencia de Obama, afirmaba, ha creado "una oportunidad única" para la paz que "sería una lástima dejar pasar".

Pero entonces vino el cambio de registro: "Ahora bien, los EEUU deben convencer a la administración israelí de que tiene un amigo en la Casa Blanca, y de que las posiciones de la administración americana se corresponden con los intereses nacionales de Israel. Después de hablar con los árabes, los musulmanes y los iraníes, en discursos y en la televisión, es justo que Obama también hable a la opinión pública israelí".

Una vez más, el mensaje era meridiano: incluso la izquierda de Israel quiere convencerse de que Obama no sacrificará los intereses de Israel.

Después, el pasado viernes, el columnista estrella, Yoel Marcus, insistía en ello. Por todo, la buena voluntad de Obama, escribía, resulta "algo ingenua, por no decir irritante, sobre su política de diálogo y sobre la forma en que ha elegido hablar en sus viajes con respecto a nuestro problema. Habló en Turquía, habló en Egipto, compareció ante los estudiantes en Arabia Saudita, París, Inglaterra, Ghana y Australia... Incluso el conflicto palestino-israelí fue mencionado... El único lugar donde no ha ido es a Israel. Él ha hablado de nosotros, pero no para nosotros".

Por otra parte, Obama "se está comportando como si todo empezara y terminara con la cuestión de si Israel congela la construcción en los asentamientos", ignorando completamente detalles tan cruciales en los Acuerdos de Oslo que dieron lugar a oleadas de terroristas suicidas y a la retirada de Gaza con ataques diarios con cohetes. Se "oculta el hecho de que los palestinos no han logrado superar sus pasiones y ser socios dignos para un acuerdo de paz", lo que resulta "inquietante".

Por último, mientras "Obama creía que hacía una gran cosa cuando habló en El Cairo sobre el sufrimiento del pueblo judío durante el Holocausto", y daba lugar a una "distorsión implícita: que nos merecemos un estado por el Holocausto", el resultado fue "exasperante".

"Como un líder que aspira a resolver los problemas del mundo a través del diálogo", concluye Marcus, "esperamos que venga a Israel y declare con valentía aquí, ante el mundo entero, que nuestra relación con esta tierra comenzó mucho antes del conflicto árabe-israelí y el Holocausto, y que hace 4.000 años ya había judíos en el terreno donde ahora están".

En resumen, Obama está colocando la carga de la prueba totalmente sobre Israel, lo que exime a los palestinos de cualquier necesidad de modificar su comportamiento.

Además, al basar la reclamación de Israel de su condición de Estado sobre el Holocausto, en lugar de la "histórica relación de los judíos con esta tierra”, ha alimentado la fantasía de los países árabes de que los judíos son intrusos colonialistas que no tienen derecho a estar aquí, y que los palestinos están siendo sacrificados para expiar las fechorías de Europa, fomentando así la intransigencia árabe y la falta de voluntad de poner fin al conflicto.

Cuando incluso el núcleo duro de editorialistas izquierdistas del Haaretz sienten que:
a) Obama parece hostil a Israel y, b) sus políticas realmente socavan el proceso de paz, los judíos americanos simpatizantes de Obama deberían empezar a tomar nota.

Porque no importa cuán sinceramente Obama quiera la paz, un presidente que ha perdido totalmente inclusive a la izquierda de Israel, no tiene ninguna posibilidad de hablar por ella.

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