Thursday, October 29, 2009

Por fin, un lobby judío guay y de progreso: J Street, los chicos del Seder budista (Haciendo caso omiso de una década - Yourish)


J Street borra su etiqueta "Pro-Israel" para "no ofender a los susceptibles"

Matthew Yglesias (a través de un memo):
Estaba debatiendo con Jon Chait en un panel de J Street esta mañana sobre el tema "¿Qué significa ser pro-Israel?". Como se esperaba, no estábamos de acuerdo sobre una serie de puntos, con la mayoría de los cuales yo estaba de acuerdo y él los consideraba equivocados. Pero una cosa con la que no estaba nada de acuerdo, y que afirmó en su discurso de apertura, es que existiera una ambigüedad en cuanto a la propia organización de J Street a la hora de definirse como pro-Israel. Eso sólo me pareció una discusión estéril. Mi chapa de J Street, dice "Pro-Israel, Pro-Paz". No es un aspecto sutil de la mercadotecnia. Pero cuando nos trasladamos al tiempo de Preguntas y Respuestas, se volvió evidente para mí que sí, que para una serie de personas de la audiencia realmente les resultaba muy incómodo definirse de alguna manera como "Pro-Israel" y que otros también se sentían incómodos con la idea básica sionista de un estado nacional judío . Por supuesto, yo ya era consciente de que esas opiniones existían, pero me parecía que estaba claro que J Street no era lugar para insistir en ello. Al parecer, sin embargo, no estaba claro para todos.
Así pues, ¿Yglesias se sorprendió al ver cómo participantes en la conferencia de J Street no querían ser identificados como pro-Israel? ¿Por qué sería? Aquí está opinión de Spencer Ackerman sobre el mismo tema:

Yo realmente no tengo ningún interés en colocar una etiqueta a unas personas que no la asumen por sí mismos. Pero creo que sería miope verlos realmente como ajenos a la comunidad "Pro-Israel". Si Israel no abandona Cisjordania, la realidad demográfica obligará a Israel a tomar la decisión existencial más dolorosa de su vida: la posibilidad de abandonar la democracia judía o bien deber abandonar la condición de Estado judío en favor de una patria binacional. Ambas opciones, de manera fundamental, representan el final de Israel. No por un arma nuclear iraní. No por una intifada palestina super poderosa. Sino a causa de un fracaso político y de un fracaso diplomático internacional, que pueda hacer posible el fin de Israel.
En otras palabras, si se es "Pro-Israel" se debe exigir a Israel que haga concesiones a un enemigo que sigue negando su derecho a la existencia. Y es que esto es lo realmente problemático en la formulación de Ackerman: la legitimidad de Israel se basa en la capacidad de los palestinos de crear un Estado. Peor aún, no parece ser necesaria ninguna prueba de la legitimidad de Palestina. Para Ackerman la creación de una Palestina islámica no debería ni tendría que responder al mismo cuestionamiento "existencial" de Israel. En otras palabras, la legitimidad de Israel la definen sus enemigos mientras que la legitimidad de Palestina es un hecho.

Tal vez Ackerman tendría un argumento hace veinte años, pero desde que Israel abandonó Gaza y las principales ciudades de Judea y Samaria, ya no hay ninguna amenaza demográfica. Sólo existe el repetido fracaso palestino a la hora de crear un Estado. En suma, Ackerman siempre prefiere poner el peso de la culpa sobre Israel. Y eso no significa ser "Pro-Israel" por definición.

David Bernstein escribe en "Yglesias y J Street":

Comprendo perfectamente las dificultades que uno podría tener con esas ideas, porque me recuerdo a los veinte años discutiendo con miembros de la generación de más edad y argumentando que eran demasiado paranoicos acerca del antisemitismo, que Israel tenía que ser mucho más flexible para lograr un acuerdo de paz y que la retórica asesina anti-Israel emanada desde el mundo árabe y otros lugares desaparecería una vez que todas las partes reconocieron su propios intereses racionales y llegaran a un acuerdo de paz.

Pasaron muchos años y, entre otras cosas, una intifada - que justificaron un número considerable de intelectuales "progresistas" occidentales, aún con bombas en pizzerías repletas de niños - en respuesta a una oferta de paz seria por parte de Israel, y, tras la serie de los eternamente populares libelos de sangre en Europa ante la Operación Escudo Defensivo del 2002, llegar finalmente a la conclusión de que habíamos sido muy ingenuos. No es que hayamos perdido la esperanza, pero hemos aprendido a identificar nuestros impulsos y anhelos de paz más juveniles como mera locura, puesto que no se puede pretender ser serio y razonable e ignorar a la vez la persistente popularidad de los Protocolos de los Sabios de Sión en el mundo musulmán.
Esta es una excelente sinopsis de la última década. Y sin embargo, hay quienes no la aceptan. Por ejemplo, la gente de J Street, que pretende que nada de esto sucede y que Israel es el corazón de los problemas a la hora de conseguir una paz en el Oriente Medio. No les importa, por ejemplo, que los palestinos sigan sin aceptar el derecho del pueblo judío a un Estado.

Bernstein aún es generoso con J Street y sus compañeros de viaje. No cree que sean anti-Israel. Y yo no comprendo cómo alguien que es testigo de los acontecimientos en el Oriente Medio desde el 2000, y observa como algunos siguen achacando exclusivamente la responsabilidad de un arreglo sobre Israel, cree aún que esa gente es "Pro-Israel".

Fuente: Yourish

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