Los árabes y el Holocausto: la verdad - Point of No Return
Desde su atalaya de profesor en la SOAS, el libanés Gilbert Achcar sostuvo la semana pasada que la negación del Holocausto en el mundo árabe es mucho menos habitual de lo que se cree en Occidente. Cuando existe, nos dice Achcar, la negación del Holocausto es el "antisionismo de los tontos": los árabes niegan el Holocausto con el fin de arremeter contra la "opresión de los palestinos por parte de Israel".
La tesis de Achcar es refutada por una encuesta realizada entre los árabes israelíes. Por ella sabemos (aquí la encuesta) que el 40% piensa que el exterminio de los judíos por los nazis nunca sucedió, casi el doble del porcentaje obtenido en 2006. Y si el 40% de los árabes que viven en el Estado judío – donde la presencia del Holocausto es constante y está profundamente arraigada en la psique nacional - tratan de negarlo, !! cuánto más desenfrenada debe ser esa negación en el propio mundo árabe y musulmán !!, donde la información está censurada, controlada y es distorsionada. En Irán, el presidente Ahmadinejad ha institucionalizado la negación del Holocausto.
El análisis de Gilbert Achcar es de mala calidad porque no toma en cuenta ni la opinión de esos árabes y musulmanes que hubieran deseado que Hitler hubiera sido capaz de terminar el trabajo, ni la de los "minimizadores", tales como Mahmoud Abbas (quién alegó en su tesis doctoral que el número de judíos asesinados en el Holocausto era mucho más reducido), ni la de aquellos que universalizan el Holocausto para tratar así de que cese de ser una tragedia judía.
Achcar argumenta que los medios de comunicación deberían alabar en lugar de ignorar el reconocimiento de los árabes del Holocausto. ¿Cuáles son y donde están esos reconocimientos? Pues... Yasser Arafat visitando la casa de Anne Frank en 1998. Los palestinos de la aldea cisjordana de Bil'in vistiéndose con pijamas a rayas, una reminiscencia de los prisioneros de los campos de concentración, durante la guerra de Gaza. Aldeanos palestinos en Ni'lin realizando exposiciones con fotos de Yad Vashem.
En lugar de unos intentos "de enfatizar y tratar de profundizar en el conocimiento de su ocupante", tal como lo expresa Achcar, esos ejemplos son meros y cínicos trucos de "relaciones públicas", unos deshonestos y desvergonzados intentos de obtener beneficios propagandísticos explotando y amalgamando una de las catástrofes más dolorosas de la historia judía. La comparación es calculada para ofender ahí donde más duele. El mensaje de que "los palestinos son los nuevos judíos" lleva por implicación el que "los israelíes son los nuevos nazis".
El hilo de comentarios suscitados por el artículo de Achcar corrobora dos mitos: el primer mito no sólo quiera comunicar que el sionismo explota, sino que también exagera el Holocausto con el fin de atraer la simpatía hacia Israel, cuando lo cierto realmente es que "los árabes pagaron el precio del establecimiento de Israel como consecuencia directa del Holocausto nazi". El segundo mito parece haber sido adoptado hasta por el propio presidente Obama, nada menos, quien, en su "equilibrado" discurso de El Cairo en junio de 2009, equiparaba el reconocimiento árabe del sufrimiento judío durante el Holocausto con el reconocimiento del sufrimiento de los palestinos. De hecho, 14 siglos de subyugación y antisemitismo por parte árabe e islámica validan la creación de Israel como un refugio de último recurso ante tantas persecuciones en Europa. Si alguna equivalencia podría ser esbozada, debería ser la existente entre los refugiados palestinos de la guerra de 1948 y los refugiados judíos expulsados de los países árabes.
El mito de que los árabes fueron víctimas inocentes, mientras que extranjeros cometían atrocidades en la lejana Europa contra otro extranjeros (los judíos), ha ganado tanta popularidad que es prácticamente políticamente incorrecto no contemplar a los árabes como víctimas de la opresión israelí y/o el colonialismo occidental. Sin embargo, el Holocausto fue, en palabras del autor Robert Satloff, una historia tanto árabe como europea. Estudiosos como Matthias Kuntzel y Jeffrey Herf han continuado poniendo en evidencia las pruebas de las simpatías y la colaboración árabe con el nazismo. El papel clave lo desempeñó el líder palestino Haj Amin al-Husseini, con el fomento de la incitación y la violencia anti-judía no sólo en Palestina sino en todo el mundo árabe, y estos hechos conforman una constante fuente de vergüenza para apologistas como Gilbert Achkar. En un artículo para Le Monde Diplomatique, Gilbert Achkar llamaba al Mufti "títere de la propaganda israelí", y lo consideraba como alguien "largamente desacreditado" entre los árabes.
Los nazis incorporaron a los judíos del Magreb francés en sus planes de exterminio en la conferencia de Wannsee. Túnez fue ocupada por los nazis durante seis meses en 1942. El resultado fue judíos asesinados y cientos detenidos y enviados a campos de trabajo. Unos 600 murieron de hambre y tifus en el tristemente célebre campo de Giado, en Libia. Miles de judíos europeos que se habían alistado en el derrotado ejército francés o en la Legión extranjera murieron a causa de las torturas y/o el abandono en los campos de trabajo forzados en Marruecos.
Si los Aliados no hubieran liberado Túnez y Libia de los fascistas italianos - y Argelia y Marruecos del régimen de Vichy en 1943 - los judíos del mundo árabe, sin duda alguna, hubieran tenido el mismo destino que sus hermanos europeos en los campos de exterminio.
Considerando que algunos aún podrían argumentar que los árabes no eran responsables del sufrimiento de los judíos durante la guerra en África del Norte – las medidas anti-judías fueron implementadas por el régimen de Vichy y por los fascistas italianos -, con el gobierno iraquí no se puede escurrir el bulto. Irak, independiente desde 1932, fue el escenario de un golpe de estado pro-nazi en 1941, lo que llevó inexorablemente a la Farhoud, una Kristallnacht contra los judíos iraquíes. En esos dos días de orgías de asesinatos, violaciones, mutilaciones y saqueo, hasta 600 judíos fueron asesinados según los registros británicos. La cifra exacta no se sabrá nunca.
El líder palestino, el gran muftí de Jerusalém Haj Amin al-Husseini, jugó un papel central en el desarrollo del golpe de estado pro-nazi en Irak. El mufti de Jerusalém fue personalmente responsable de la muerte de unos 20.000 judíos europeos asesinados en el Holocausto nazi. Él organizó el asesinato de 12.600 judíos por los musulmanes de Bosnia, a quienes reclutó en una división de las Waffen-SS nazi de Bosnia. Él, personalmente, detuvo a 4.000 niños, acompañados por 500 adultos, que abandonaban Europa y que fueron enviados a Auschwitz y gaseados; además evitó que otros 2.000 judíos abandonaran Rumania y 1.000 Hungría para dirigirse a Palestina, todos los cuales fueron enviados posteriormente a campos de exterminio. El mufti se codeaba con Himmler y Eichmann, y fue un fiel aliado de Hitler, residiendo durante los años de la guerra en Berlín.
El nazismo también dio inspiración ideológica a partidos laicos árabes como los baasistas de Siria e Irak y a movimientos religiosos de masas como la Hermandad Musulmana, que en 1945 tenía un millón de seguidores armados en Egipto. Tanto la intolerancia al estilo nazi como el antisemitismo islámico tradicional, fueron la fuerza impulsora detrás de la marginación y la exclusión de las minorías del mundo árabe, y de la campaña sin tregua para destruir a Israel.
Después de 1948, los gobiernos árabes se pusieron a la labor para convertir el Oriente Medio árabe en una zona Judenrein. Se aplicaron leyes al estilo de las de Nuremberg, se criminalizaba el sionismo, las cuentas bancarias de la población judía eran congeladas y se instituían cuotas y restricciones en el acceso al empleo y al libre movimiento. El resultado fue un éxodo masivo y la expoliación de un millón de judíos. Sin embargo, muy pocos árabes reconocen que tienen la culpa de esta denominada "nakba de los judíos". En esto, la negación del Holocausto va pareja con la negación de la "nakba judía".
El fantasma inspirador nazi y el fundamentalismo anti-judío nunca fueron exorcizados dentro del mundo árabe. En 1945, el muftí de Jerusalém debería haber sido juzgado como criminal de guerra en Nuremberg. Él fue acusado, juzgado y condenado por crímenes contra la humanidad por Yugoslavia, derivado de su papel fundamental en los Handschar y en las divisiones de las Skandeberg SS a la hora de la deportación de los judíos de Kosovo, Macedonia y Tracia. Pero los aliados no quisieron "ofender" a los árabes. Por eso hoy, en el mundo árabe y musulmán, el antisemitismo es una epidemia, los grupos genocidas anti-judíos como Hamas y otros fundamentalistas están en auge y la negación del Holocausto está viva y goza de buena salud.
PD. ¿Tendrá conocimiento de estos hechos Ilan Pappe? Bueno, el suele decir que todo libro de historia (o sea, los suyos) está determinado o no es ajeno a la ideología que se trata de transmitir. Entonces no debe conocerlos...
Labels: Islam moderado, Shoah
1 Comments:
Excelente artículo. Ya había visto temas similares pero no hay suficientes.
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