Thursday, July 22, 2010

Tisha Be'Av y el futuro del sionismo‭ – ‬Ed.‭ ‬JPost


Orando en el Kotel ©Nir Elias


Haredíes tomando parte en las oraciones que marcan el Tisha B'Av en Mea Shearim ©Ronen Zvulun

Aquellos palestinos que se casan con árabes israelíes y deseen recibir la ciudadanía israelí tendrán que hacer un juramento de lealtad al‭ Estado "‬judío y democrático‭"‬,‭ ‬declaró el gabinete el domingo.‭ ‬La decisión modifica una votación del gabinete de mayo del‭ ‬2002,‭ ‬la cual anulaba efectivamente el derecho de los palestinos casados con israelíes a la‭ "‬reunificación familiar‭"‬.‭ ‬Organizaciones de derechos humanos criticaron duramente a Israel por discriminar a los palestinos mientras que otros no israelíes tenían el derecho a obtener la ciudadanía israelí a través del matrimonio.‭ ‬La votación del domingo que exige un juramento de fidelidad es un intento de mantener fuera a esos palestinos potencialmente inamistosos con el estado judío,‭ ‬mientras que al mismo tiempo se conserva la Ley Básica de Dignidad Humana y de Libertad.

Pero la decisión del gabinete también plantea una pregunta más fundamental respecto a la pertinencia de un Estado‭ "‬judío y democrático‭" ‬en el siglo XXI.‭ ‬En principio,‭ ‬no debe haber ningún conflicto inherente entre los dos valores.‭ ‬La bandera de Israel,‭ ‬el himno,‭ ‬las fiestas nacionales,‭ ‬los héroes y la religión pueden reflejar la cultura judía dominante sin que ello suponga de ninguna manera violar los derechos humanos fundamentales de las minorías no judías dentro de Israel (como sucede en otros muchos países con fuertes minorías).‭ ‬Incluso la Ley del Retorno,‭ ‬que garantiza la ciudadanía automática a todos aquellos judíos que quieran formar parte del Estado judío,‭ ‬puede justificarse a la luz de similares leyes‭ "‬discriminatorias‭" ‬de repatriación adoptadas por países europeos como Grecia,‭ ‬Alemania,‭ ‬Finlandia,‭ ‬Irlanda,‭ ‬Polonia,‭ ‬Hungría,‭ ‬Bulgaria,‭ ‬Eslovaquia,‭ ‬Chequía,‭ ‬Eslovenia,‭ ‬Croacia y Armenia.

Sin embargo,‭ ‬este delicado equilibrio entre los aspectos‭ "‬judío‭ ‬y‭ ‬democrático‭" ‬del Estado ha sido criticado recientemente por diversos campos políticos dentro del pueblo judío.‭ ‬En la izquierda,‭ ‬los post-sionistas ignoran o rechazan como ilegítimo el deseo del pueblo judío a su autodeterminación en un estado con una cultura y un patrimonio común,‭ ‬criticando el carácter judío del Estado como un obstáculo para la democracia y el liberalismo.‭ ‬Incluso en sus formas más leves, el post-sionismo llama a una‭ "‬normalización‭" ‬del Estado de Israel,‭ ‬lo que podría incluir hasta el cambio de su mismo nombre.‭ ‬La Ley del Retorno es el aspecto más censurado como anacrónico si no racista,‭ ‬y ello al parecer bajo el supuesto de que Israel ya no tiene necesidad de servir como un refugio seguro contra el antisemitismo.

Mientras,‭ ‬en la derecha más radical,‭ ‬el carácter más democrático de Israel se vuelve sospechoso, y es que el coste de la obtención de las libertades más liberales no se aprecia plenamente.‭ ‬Los resultados de esta desconfianza poco democrática incluyen la reciente decisión de la Knesset de revocar tres privilegios parlamentarios a la diputada de Balad‭ (‬partido pan-árabe‭) ‬Hanín Zuabi,‭ ‬como castigo por su provocativo apoyo y participación en la flotilla procedente de Turquía,‭ ‬además de la declaración del ministro de Educación Gidon Saar de que se penalizaría a aquellos profesores universitarios que apoyan un boicot contra Israel‭ (‬y sus propias universidades,‭ ‬en suma,‭ ‬de quien les paga el sueldo‭)‬.

Otra amenaza a la ecuación‭ "‬judío y democrático‭" ‬proviene del campo de los judíos ortodoxos,‭ ‬que en las últimas semanas,‭ ‬junto con Israel Beiteinu,‭ ‬ha intentado aprobar una ley de conversión que redefine la dimensión‭ "‬judía‭" ‬de Israel de una forma restringida,‭ ‬provocando la exclusión.‭ ‬En el pasado,‭ ‬la respuesta a la cuestión‭ "¿‬Quién es judío‭?" ‬se mantuvo deliberadamente amplia e inclusiva,‭ ‬en un intento de abarcar tantos miembros del pueblo judío como fuera posible.‭ ‬Pero ahora la legislación propuesta por el partido Israel Beiteinu concede al Gran Rabinato,‭ ‬controlado por los haredíes,‭ ‬la‭ "‬responsabilidad sobre las conversiones".‭ ‬Si el proyecto es aprobado,‭ un ‬resultado que cada vez parece más improbable,‭ ‬nos alejaría de otras corrientes del judaísmo como la Reforma,‭ ‬los Conservadores,‭ ‬los Reconstruccionistas y del resto de judíos sin afiliación,‭ ‬a quienes les resulta difícil,‭ ‬si no imposible,‭ ‬identificarse como un judío‭ "‬según la definición de conformidad ligada a los criterios ortodoxos‭"‬.

En Tisha B'av,‭ ‬cuando el pueblo judío recuerda el terrible precio pagado por las luchas internas y por la división,‭ ‬son los dirigentes de Israel los que deben buscar formas de incorporar,‭ ‬no de enajenar,‭ ‬al resto de nuestros hermanos judíos.

El sionismo,‭ ‬más que cualquier otro movimiento judío en la historia moderna,‭ ‬ha conseguido reunir diversas corrientes y creencias judías:‭ ‬desde los liberales seculares a los ultra-ortodoxos pietistas,‭ ‬desde los socialistas a los colonos sionistas religiosos.‭ ‬El futuro éxito de sionismo depende de su capacidad para mantenerlos a bordo,‭ ‬junto a una amplia e inclusiva identidad judía,‭ ‬en una democracia saludable y prospera.‭ ‬La gran mayoría de los judíos deben seguir sintiéndose cómodos prometiendo lealtad al Estado judío y democrático de Israel.

Si no es así,‭ ¿‬cómo podemos esperar que lo estén los no judíos‭?

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