Sunday, August 01, 2010

Los problemas con la realidad de J Street - Petra Marquardt-Bigman – Jpost Blog Central

Un nuevo y extravagante anuncio del lobby progresista judío americano J Street [N.P.: al ser progresista he dudado a la hora de traducir la expresión lobby y sustituirla por la más benéfica de organización "desinteresada, liberal y justiciera"], que se autodenomina como "pro-Israel, pro-paz", se ha atraído, y merecido, las críticas. Escribiendo en la web de Michael Lame, "Re-think the Middle East", J Street argumentaba que "activar la paz en el Oriente Medio es una cuestión de propiedad y de justicia para los demócratas", y ello mientras vilipendiaban a los republicanos "como enemigos de la paz".

De hecho, J Street parece sugerir que los críticos del presidente Obama por sus políticas en el Oriente Medio deben considerarse como "el Coro Americano del No", y J Street acusa a este desagradable grupo de "ignorar la realidad". Pero tal vez esta acusación debería ser bienvenida, porque proporciona una oportunidad para destacar algunos aspectos fundamentales de la realidad en el Oriente Medio que J Street y su "Coro Americano del Sí" parece decididos a pasar por alto e ignorar.

En primer lugar, es evidente que J Street necesita que le recuerden algunos hechos y acontecimientos que se produjeron bajo la administración estadounidense anterior.

Dada la obvia oposición de J Street a los asentamientos israelíes, el grupo debería considerar el hecho de que Israel evacuó todos los asentamientos de la Franja de Gaza y retiró todas sus tropas del territorio en 2005, y debería considerarlo como un paso positivo. Sin embargo, no puede haber duda de que este paso sólo lo llevó a cabo Ariel Sharon porque sentía que tenía el pleno respaldo del predecesor de Obama, el presidente George W. Bush, que le proporcionó una serie de garantías fundamentales en un intercambio de cartas. Del mismo modo, la firma de un compromiso estadounidense de apoyo a Israel fue un elemento crucial para que el sucesor de Sharon, Ehud Olmert, presentara propuestas de gran alcance para un acuerdo de paz palestino-israelí durante las conversaciones de Annapolis.

Vale la pena incluso ir un poco más allá y recordar que, hace diez años, en el 2000, Israel estaba dirigido por un gobierno que - de nuevo con un fuerte apoyo estadounidense – se esforzó mucho para lograr una amplia paz en el Oriente Medio mediante la negociación con Siria, la retirada del Líbano y la participación en largas conversaciones con los palestinos.

La realidad que J Street se niega a ver es que todos estos esfuerzos por parte de Israel para avanzar en el proceso de paz se convirtieron en una especie de juego donde sólo interesaba mover los límites de los objetivos: nada que hiciera Israel, y que era reconocido como un paso positivo, requería de parte de los enemigos de Israel una correspondencia, es decir, un paso positivo por su parte. En su lugar, cada paso de Israel, y todos los riesgos que asumía, eran recibidos de inmediato por un "Coro árabe del No", esta vez muy real, que afirmaba que todo lo que había hecho Israel aún no era suficiente para justificar cualquier gesto positivo de su parte.

Supuestamente, la amenaza en la frontera norte de Israel con el Líbano se debía solamente a la controvertida zona de seguridad que Israel mantenía en el sur de Líbano, y eso aunque Hezbolá continuará con sus provocaciones y ataques incluso después de que Israel se retirara a la frontera internacionalmente reconocida.

Supuestamente, el terrorismo palestino durante la década de 1990 estaba motivado por su frustración por la "falta de progresos en el establecimiento de un estado palestino", pero el hecho de que los mayores centros palestinos hubieran sido transferidos a control palestino, y el hecho de que Israel hiciera propuestas de gran alcance para establecer un estado palestino durante la conversaciones de Camp David en julio de 2000, no impidió el estallido de la llamada Intifada de Al Aqsa. Del mismo modo, el hecho de que Israel continuara con los esfuerzos para avanzar en las negociaciones, incluso después de que los palestinos hubiesen comenzado una sangrienta campaña de atentados terroristas, no consiguió que disminuyera o se detuviera la violencia

También supuestamente, los asentamientos israelíes en la Franja de Gaza suponían una lacra terrible para los palestinos de Gaza, porque dichos asentamientos usurpaban desesperadamente la tierra y los recursos hídricos, y exigían unas medidas de seguridad severas. Supuestamente, todo eso había contribuido grandemente a la radicalización de los palestinos. Pero he aquí que, una vez que la Franja de Gaza fue evacuada por los colonos y por el último soldado del IDF, el territorio se transformó rápidamente en una plataforma de lanzamiento de miles de cohetes contra los pueblos y ciudades israelíes cercanos, y muy pronto Gaza fue gobernada por unos islamistas que no se cansan de repetir que no están dispuestos a aceptar un Estado judío en el Oriente Medio con independencia de la cuestión de las fronteras.

J Street también parece ser un miembro entusiasta del "Coro árabe del No", pues no reconoce esta realidad y sus implicaciones. De hecho, resulta demasiado evidente que J Street niega muchos otros aspectos de la dura realidad que han boicoteado los esfuerzos para lograr la paz. Por citar sólo un ejemplo muy reciente, consideren los resultados de una nueva encuesta realizada a los palestinos y que incluía preguntas acerca de la intención de conceder el "derecho de retorno" que los palestinos exigen para el creciente número de personas que la UNRWA clasifica como refugiados.

La primera pregunta en relación a este tema fue: "¿Cree usted que los palestinos deben renunciar a su derecho de retorno a su hogar, que Israel nunca aceptará, a cambio de tener un Estado palestino independiente y concluir así un acuerdo de paz con Israel?"

Casi el 82% de los encuestados respondieron apoyando la declaración negativa: "No, [los palestinos] no debería renunciar, incluso si el precio fuera la no consecución de un acuerdo de paz con Israel".

La siguiente pregunta tiene un resultado coherente al anterior. Cuando se les preguntó: "¿Si los dirigentes palestinos renunciarían al derecho de retorno a cambio de una compensación económica, ¿la aceptaría o la rechazaría?". Cerca de 82% optó por "rechazarla".

Si usted vive en el Oriente Medio, usted conoce perfectamente quien conforma un más que evidente "Coro del No". Pero supongo que si usted es de J Street, eso resulta algo fácilmente ignorable u olvidable cuando usted está ocupado produciendo simplistas anuncios políticos.

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