Tuesday, September 28, 2010

El Tisch: ¿El fin de hasidismo? – Levi Cooper - JPost


Baal Shem Tov


Ohel (lugar de reposo definitivo) del Baal Shem Tov en Medzhybizh


Tumba del Baal Shem Tov

Una mirada superficial revela que la fascinación por la tradición hasídica continúa animando a muchas de nuestras comunidades contemporáneas. Si bien el legado del Baal Shem Tov vive en el hasidismo de nuestros días, hubo algunos pensadores que creyeron que las innovaciones que representaba el hasidismo estarían limitadas en el tiempo, en lugar de representar unos valores eternos. A su juicio, el mensaje y la contribución del hasidismo iba a proseguir y continuar durante un tiempo limitado y luego se desvanecería. No sería desde luego sorprendente escuchar a los Mitnagdim, los opositores acérrimos al hasidismo, decir que el movimiento había superado ya su mejor momento. Pero sorprendentemente, esta idea surgió desde dentro del ámbito hasídico y de hecho fue la opinión de algunos de aquellos que ejercieron un liderazgo destacado dentro de la comunidad hasídica.

En una carta escrita a finales de 1866, el rabino Shlomo Zalman Schneerson (1830 a 1900), recién nombrado rabino de Kapust (Kopys, hoy en Bielorrusia), escribió: "Desde los días de la revelación a este mundo de nuestro maestro el Baal Shem Tov... hasta este momento..., han sido 150 años en los que el río fluía desde Edén y entraba en nuestro jardín..., y ahora ha cesado de manar. Y tenemos que vivir como tierras sin cultivar; ¡ay de nosotros que en nuestros días ha dejado de manar... ¿Cómo podemos vivir en la oscuridad redoblada de estos últimos estertores de la era mesiánica…?".

El Rabino Shlomo Zalman de Kapust lamentaba que la inspiración del Baal Shem Tov - el río que fluía desde Edén - ya no era una fuente dadora de vida. Él escribió estas palabras a los hasidim de Kapust después de la desaparición del rabino Yehuda Leib (1811-1866), el rabino fundador de los hasidim de Kapust. Esta angustia llegaba pocos meses después del deceso del padre del rabino Yehuda Leib, el Tzedek Tzemah, el Rabí Menajem Mendel Schneerson de Lubavitch (1789-1866). Como el rabino Shlomo Zalman debió aceptar el manto del liderazgo de los hasidim de Kapust a raíz de estas tragedias, le debió de parecer que, efectivamente, la fuerza de la vida hasídica ya no era la de antaño.

Una contemporánea, pero algo diferente tradición, nos informa de la opinión del maestro hasídico galitziano, el rabino Haim Halberstam de Sanz (1793-1876), conocido por el título de su obra, Divrei Haim ("Las palabras de Haim"). Él también afirmaba que no existía innovación religiosa que pudiera durar más de 150 años, incluso la del Baal Shem Tov. Una vez que estaba en Tarnow durante el Shabat rodeado de cientos de leales hasidim, declaró: "Ha llegado el momento de hacer regresar la corona a su antiguo lugar", y continuó con la siguiente parábola: "Había una vez una persona que tenía un traje nuevo. Después de un año o dos el color de la prenda se había desvanecido, así que la persona se la dio al sastre y le pidió que la diera la vuelta para que se viera como un traje nuevo. Uno o dos años más tarde, la prenda nuevamente lucía descolorida. El propietario de la prenda se dijo: '¿Qué voy a hacer ahora? Dado que tanto el interior como el exterior están descoloridos, tendré que volver a mis prendas anteriores y rehacer mi camino”. El rabino Haim de Sanz descubrió la parábola:"Así sucede también [con el hasidismo] -. El Baal Shem vio que en su día el sendero hacia la Torá y el temor a Dios se había deteriorado; existían una variedad de obstáculos y escollos en su camino, como por ejemplo la vanidad, el egoísmo y falta de sinceridad. Por lo tanto, [el Baal Shem Tov] abrió un camino nuevo, el del hasidismo, de servicio [a Dios] y de piedad. Ahora este camino también se ha deteriorado, sería mejor volver al sendero original hacia la Toráh y al temor de Dios".

Una tercera declaración de este tipo se atribuye al rabino Shalom Rokeah de Belz (1781-1855), conocido como el Sar Shalom (el príncipe de la Paz). Se nos informa que el Sar Shalom declaró antes de su muerte que él sería el último de los maestros hasídicos a los se permitiría realizar milagros y actuar como el Baal Shem Tov lo había hecho.

A pesar de las afirmaciones de que el resplandor de la inspiración de los primeros maestros hasídicos se ha apagado, que el manto de hasidismo está por los suelos, que los poderes milagrosos del Baal Shem Tov no existen más, nuestra experiencia común parece desafiar este análisis. De hecho, se podría decir que lo contrario es lo cierto: una mirada superficial revela que la fascinación por la tradición hasídica, las melodías hasídicas y el interés por las ideas del hasidismo siguen animando muchas de nuestras actuales comunidades.

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