Tuesday, September 07, 2010

Tony Judt e Israel (II). Recordando a Tony Judt, un amante decepcionado de Sión - JJ Goldberg - Forward



Si han estado siguiendo las noticias últimamente, probablemente sean conscientes de la muerte el pasado 6 de agosto de Tony Judt, historiador de la Europa moderna nacido en Gran Bretaña. Seguramente se habrán dado cuenta de la cascada de homenajes a "uno de los intelectuales más prominentes del mundo" (Toronto Globe and Mail), "un historiador de primer orden" (revista Time), "considerado como uno de los grandes escritores políticos de los tiempos modernos"(Los Angeles Times).

También habrán notado, si no lo sabían ya, que era uno de los críticos más controvertidos de Israel. Como algunos obituarios señalaron, fue un judío tan vilipendiado por otros judíos que su nombre llegó a ser virtualmente sinónimo de odio a Israel en muchos círculos. El reportero Guy Raz, de la National Public Radio, señaló que Judt "podría ser recordado por una palabra: anacronismo".

Esa es una de las cosas que Judt llamó a Israel en su famoso ensayo de 2003 en The New York Review of Books, "Israel: La Alternativa". Tanto fans como detractores citan el artículo como punto de inflexión en la relación de Judt con la comunidad judía: el momento en que pidió que Israel fuera sustituido por un solo Estado binacional de judíos y árabes.

Esto es algo que probablemente no saben: eso no es cierto. Judt nunca llamó a la destrucción de Israel o a su reemplazo por un estado binacional. Sí, "Israel: La Alternativa" se puede leer de esa manera, si se saltan los primeros 16 párrafos de los 25 que contiene. Lo que esos primeros 16 párrafos dicen es que la expansión de los asentamientos en los territorios podía haber llegado a tal punto que ya no fuera posible que Israel se retirara a sus viejas fronteras", en el que los judíos constituyeran una clara mayoría, y por tanto, fuera un Estado judío y una democracia. "La solución de dos estados forma parte todavía del consenso convencional y de una justa y posible solución", escribió Judt, pero "sospecho que es demasiado tarde para eso. Hay demasiados asentamientos, demasiados colonos judíos y demasiados palestinos, y todos viven juntos". Eso sólo dejaba dos posibilidades: mantener el control de Cisjordania y Gaza (recuerden, está escrito en el 2003, antes de la desconexión y retirada de los asentamientos) y convertirse en un estado binacional, o expulsar a millones de palestinos y convertirse en "un paria internacional". Por lo tanto, "ha llegado el momento de pensar lo impensable. La solución de dos estados, probablemente, ya esté condenada".

Pero él escribió - esta es la parte que he citado - "¿Qué pasa si la solución binacional no sólo fuera cada vez más probable, sino que en realidad fuera el resultado deseable?. Después de todo, la mayoría de los lectores de este ensayo viven en estados pluralistas desde hace mucho tiempo y son multiétnicos y multiculturales”. “De hecho, el propio Israel es una sociedad multicultural en todo menos en el nombre. Lo que falta es el reconocimiento de sus ciudadanos judíos y árabes en pie de igualdad. Lo que no sería fácil, pero nadie tiene una idea mejor". En otras palabras, si usted está atrapado en un limón llamado binacionalismo, busque un poco de limonada.

Sin duda, Judt no le puso las cosas fáciles ni al lector ni a sí mismo. Gran parte del ensayo fue una lección de historia erudita pero provocadora. El sionismo moderno comenzó, él lo señaló acertadamente, como uno de los muchos movimientos nacionalistas que surgieron en Europa hace un siglo, todos buscando crear unos estados-nación “étnicos” basados en "el idioma, la religión, la antigüedad, o las tres cosas" en medio de los escombros imperiales austriaco, ruso y otomano.

La diferencia entre el sionismo y otros nacionalismos étnicos fue que el sionismo se perdió los momentos posteriores a la Primera Guerra Mundial, momento en que los estados étnicos estaban de moda. Nació después de la Segunda Guerra Mundial, cuando por razones obvias si se recapacita el orgullo étnico estaba perdiendo su brillo.

Nacido fuera de su tiempo, Israel era en el sentido más literal "un anacronismo". Eso enloqueció a algunos, los cuales enloquecieron a Judt. Odiaba ser llamado antisemita. Nunca preconizó la abolición de Israel, y lo dijo en repetidas ocasiones, y odiaba escuchar sus ideas retorcidas de tal de forma. "Creo que todo el asunto, al final, ha sido deprimente", me dijo en 2006. Le pregunté entonces si hubiera escrito ese mismo ensayo después de ver la desconexión de Israel de Gaza. "Yo podría haber escrito un par de cosas de manera diferente", me dijo. "Muchos de mis amigos todavía creen que una solución de dos estados es posible. Yo supongo que soy más pesimista". "¿Pero… realmente piensas que la existencia de Israel es moralmente incorrecta?", le pregunté. "¡Dios mío, no", me contestó. "Por supuesto que no lo creo".

Es cierto que Judt había dicho algunas cosas desagradables sobre Israel y los israelíes. En un ensayo de 1983 calificó a Israel como "un estado beligerantemente intolerante, etno-impulsada por la fe del Estado". En uno de sus últimos artículos, el publicado en junio de este año en el New York Times, escribió que el sionismo "ha recorrido un largo camino desde la ideología de sus padres fundadores. Hoy presiona reivindicando territorios y una exclusividad religiosa y política”. Tal vez, lo más cruel que escribió quizá fuera un artículo de 2003 donde decía que
la impopularidad de las acciones de Israel afectan de gran manera a todo que los demás que se consideran judíos", y en ese sentido: "La verdad deprimente es que Israel hoy en día es malo para los judíos".

También es cierto que encontraba eso tan deprimente, porque, por mucho que odiara admitirlo, estaba apegado a Israel. Era su pasión política principal, y nunca la dejó. Él estaba molesto de que el sionismo se hubiera alejado de su idea fundacional. En su adolescencia había sido un miembro entusiasta de un movimiento juvenil sionista laborista, Dror, y llegó a convertirse en su secretario nacional en Gran Bretaña. Se pasó meses viviendo y trabajando en kibutzim. Se ofreció como voluntario en el ejército israelí durante la Guerra de los Seis Días como chofer y traductor.

La mayoría de la gente no sabe mucho acerca de su experiencia con el Dror, y es en parte porque no lo quiso. Organización más pequeña que el Hashomer Hatzair, a su izquierda, o que el Habonim, a su derecha, con el que posteriormente se fusionó, Dror era el brazo juvenil de Achdut Ha'avodah ("Unidad de Trabajo"), una rama del partido dominante en Israel, el Mapai. Predicaba una mezcla peculiar de marxismo doctrinario y de un igualmente doctrinario gran israelismo.

Fue durante y después de la Guerra de los Seis Días, como solía recordar, cuando Judt perdió la fe en la ortodoxia de su juventud. Pero supongo que no tan radicalmente como le hubiera gustado. Su socialismo no desapareció, pero se suavizó en una social democracia con pasión tolerante. En cuanto a su sionismo - bueno, eso es lo que estamos explorando en este momento, ¿no?

Sus críticos han denunciado que a pesar de su aclamada claridad y amplitud de visión histórica, perdía su objetividad contra Israel. Regularmente, desestimaba la demanda de una replica o aclaración. Por alguna razón, sin embargo, se puso sentimental conmigo, de un laborista sionista a otro.

"No puedo pretender que no está conectado a mí", dijo de Israel. "Tengo familiares allí. Yo lo conozco bien. Me siento casi como lo haría cualquiera que observara como su propio país se porta mal. Me importa mucho más que los otros países".

Yo le acusé de continuar amando a Israel. Él se mostró un tanto enojado con mi observación, pero no la negó.


PD

Como era de preveer el artículo de JJ Goldberg sobre Tony Judt levantó una tormenta de correos muchos de ellos hostiles a una supuesta “edulcoración” de la figura de Judt, El propio articulista recogió en otro artículo buena parte de esas reacciones:

Varios lectores querían saber por qué no protestó públicamente Tony Judt cuando se le etiquetaba como anti-Israel si realmente esa no era su sentimiento - y esto a pesar de que en mi artículo mencionaba que había protestado repetidamente -. Algunos lectores objetaron que no debería haber esperado para proclamar su identidad judía hasta estar en su “lecho de muerte”, aunque en realidad no se hizo tanto esperar y no hay nada que sugiera que lo hiciera en sus últimos momentos. Mi conversación con él acerca de su vínculo permanente con Israel tuvo lugar en el 2006, cuando estaba en la cúspide de su prestigio, dos años antes de enterarse de que estaba gravemente enfermo.

Más a fondo, varios lectores se hicieron eco de la idea de que hiciera públicas confidencias personales para “blanquear a un hombre que causó un daño inmenso a Israel en Europa. Sus palabras fueron mal interpretadas como antisemitismo porque nunca pudo expresarse sin echar mano de crueles hipérboles”.

Francamente, no creo que los detractores de Israel en Europa necesitaran de Judt para atacar a Israel. La Europa anti-Israel dispone de recursos propios y en profundidad para vehicular su hostilidad. Pero es verdad, como un amigo de Judt me reconoció, que “la izquierda anti-Israel fue tan rápida como la derecha pro-Israel en considerar que Judt abogaba por la eliminación de Israel”.

Las respuestas positivas a mi artículo Judt fueron a menudo muy personales. Varios de sus amigos y colegas judíos de la Universidad de Nueva York me dieron las gracias por decir la verdad sobre el verdadero Tony Judt. Por ejemplo, esta nota de Lawrence Schiffman, presidente del Departamento de Hebreo y de Estudios Judaicos de la Universidad de Nueva York, un profesor de literatura bíblica y rabínica y uno de los principales expertos del mundo en la Manuscritos del Mar Muerto:
Sólo una nota para decirle que, como colega de la Universidad de Tony Judt, sé que tiene razón en lo que escribió sobre él. Es trágico que llegará a estar tan desilusionado y escribiera de forma tan rigurosa (sobre Israel), pero nunca pudo renunciar a su apego. Yo participé en una conversación en hebreo con él y otro grupo de profesores de la universidad, y cuando él se marchó alguien dijo "todos sionistas", dando a entender que de alguna manera era uno de nosotros.
Esto es lo que me contó Ronald Zweig, director del Centro Taub de Estudios de Israel de la Universidad de Nueva York y profesor de Estudios judaicos, hebreos y de Israel:
En más de una ocasión hablé con Tony Judt sobre Israel. Estoy totalmente de acuerdo con lo que usted relató, sus puntos de vista tenían más de sofisticación que de rigurosidad crítica, pero también estaban respaldados por su afinidad con Israel. El establishment judío nunca entendió esto cuando le demonizó, al igual que la izquierda intelectual cuando le agasajó.

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1 Comments:

Blogger Renton said...

Shaná Tová Jose y que Dios te bendiga!

:]

1:46 AM  

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