Wednesday, February 23, 2011

En el Estado judío, sólo los judíos son perseguidos por acusaciones de incitación - Israel Harel - Haaretz



A finales de julio del año pasado, un hombre delgado y frágil apareció en la TV israelí esposado en manos y pies y siendo arrastrado por unos policías. Este hombre esposado de una manera reservada hasta entonces para los asesinos, violadores y terroristas, era el rabino Yitzhak Shapira, uno de los autores de "Torat HaMelech" (la Torá del Rey).

Los dos principales delitos por los que fue encadenado fueron estos dictámenes: "No está prohibido matar a un gentil que viole siete preceptos religiosos", y "En cualquier lugar donde exista peligro para un judío por la presencia (amenazante) de unos gentiles, se le permitirá adelantarse y matarlos".

Incluso después de que Shapira fue humillado públicamente de esa manera, no se presentó ninguna acusación formal contra él. Mientras tanto, el rabino Dov Lior redactó un respaldo rabínico a su libro.

El rabino Dov Lior fue requerido entonces a comparecer ante la policía para completar la investigación, pero él se negó a ir. Ahora, una orden de arresto ha sido emitida en su contra. En ambos casos, no está claro por qué era necesaria una orden de comparecencia.

Los textos han sido publicados y desde entonces es posible presentar acusaciones en contra de ambos rabinos, Yitzhak Shapira y Dov Lior. Esto significa que Shai Nitzan, el fiscal que ordenó que el rabino Shapira fuera detenido y esposado a sabiendas de que no había fundamento para una acusación, tenía la intención de incitar a la opinión público en contra de él a través de una detención con mucha publicidad y esposado. Obviamente, esta era también su intención en el caso del rabino Dov Lior.

Los dictámenes del rabino Shapira se basan en las enseñanzas de los grandes sabios de la Torá, como por ejemplo Maimónides (y propios pues de otras épocas y de circunstancias mucho más complicadas). Como el hecho consiste en que han desenterrado unos Halajot hace ya mucho tiempo obsoletos, y que no merecen ninguna aclaración ni justificación religiosa, - solo los Kahanistas parecen estar tratando de justificarlos hoy en día -, el problema debería ser tratado en un ámbito público, educativo y moral, y no debería ser manejado por un fiscal agresivo que ha demostrado ser sumamente parcial, y que además detiene y esposa a la gente sin ningún tipo de juicio previo.

Estos zelotes de la acusación que en su estupidez expiden policías y órdenes de detención para hacer frente a estos rabinos, obligan al resto de rabinos moderados, que tienen opiniones muy diferentes a las de los rabinos Lior y Shapira, a posicionarse y defenderlos ante estas actuaciones.

No hace tanto, en medio de los atentados suicidas, un respetado profesor laico [N.P.: creo que hace referencia a Zeev Sternhell, que también escribe en el Haaretz] instó a los terroristas palestinos, por temor a que perdieran el apoyo al que tenían derecho, a que centraran sus ataques suicidas contra los colonos. Él no fue requerido ni siquiera para un mero requerimiento formulista.

En un estado como éste, que posteriormente llegó hasta al extremo de otorgar a ese mismo profesor e instigador el Premio Israel, el sistema de justicia ha perdido toda base moral para discutir el asunto de los rabinos Shapira y Lior. Este mismo país tampoco ha llevado a juicio a Azmi Bishara, quién, cuando pertenecía al mundo académico, justificaba y alentaba el terrorismo [N.P.: este diputado árabe finalmente huyó de Israel y se refugió bajo el manto de Hezbollah en el Líbano cuando se le acusó de haber entregado información y trabajar para Hezbollah. Se da la casualidad que actualmente se le trata de quitar la pensión que ha estado recibiendo hasta ahora por haber sido diputado de la Knesset].

La Corte Suprema de Justicia que envió al rabino Ido Elba a la cárcel por escribir cosas similares a las redactadas por el rabino Shapira, debería tener prohibido juzgar en materia de creencias y opiniones. Al fiscal encargado de la prevención contra la incitación, que tampoco tomó ninguna medida contra un famoso activista de la izquierda que escribió que estaba permitido cometer actos terroristas contra los israelíes porque eran "ocupantes", se le debería impedir hacer frente a estos temas sensibles, ya que no es apto para tratarlos, ni tampoco sus superiores que le apoyan.

El affaire del Dr. David Bukay, de la Universidad de Haifa, el único académico israelí que ha sido convocado para ser interrogado por sospechas de incitación (por los insultos que supuestamente dirigió a unos estudiantes árabes) es otro hecho más que ratifica la conducta política selectiva del fiscal Nitzan. Incluso después de que todas las investigaciones demostraran que las acusaciones contra Bukay eran falsas, Nitzan siguió tras él y ordenó a la policía que lo volviera a llamar para ser interrogado una vez más.

El Dr. Bukay finalmente quejó ante el Fiscal del Estado. "Hemos encontrado justificada", respondió la fiscalía, "su queja acerca de las instrucciones emitidas por Shai Nitzan. El Defensor del Pueblo ha dado a conocer los resultados de la investigación a la fiscalía del estado”. Y ahí se quedó la cosa.

La calle árabe en Israel está llena de publicaciones que incluyen palabras de incitación contra los judíos. Desde los minaretes, muecines e imanes incitan a su pueblo a matar a los judíos que contaminan al-Aqsa y profanan el sagrado suelo islámico. Esta incitación se lleva a cabo en Galilea, el Negev, el Triángulo, Wadi Ara, Jaffa y Jerusalén. Sin embargo, Nitzan no presta ninguna atención a estos actos de incitación.

Tal vez porque los árabes sean los buenos. O tal vez porque de inmediato se tendría que enfrentar a las diversas organizaciones de derechos civiles que rápidamente empezarían pondrían el grito en el cielo. Y tal vez por el Tribunal Superior de Justicia, como es su costumbre, saldría en apoyo de la “libertad de expresión” (de algunos, claro está). O tal vez porque entonces no encontraría mucha simpatía dentro de su entorno político, social y/o profesional.

¿Quién sabe? En el Estado judío, por lo que parece, la única incitación que se permite es la que va dirigida contra los judíos.

"Torat HaMelech" y otras publicaciones similares, no son un motivo de preocupación para la acusación. En primer lugar, son un asunto del público religioso, la gran mayoría del cual - incluyendo la mayoría de los rabinos - se opone a la aplicación de unas trasnochadas leyes religiosas que fueron desenterradas por el rabino Shapira.

Pero esto no es suficiente. Los rabinos y las figuras públicas deben tener el coraje de declarar que las leyes religiosas de este tipo deben dejar de existir. A esto hay que añadir también todas las leyes religiosas que discriminan a las mujeres, a los gays y que impiden que las minorías puedan conseguir la igualdad de derechos. En el mundo actual de la moral y de los valores, no es suficiente evitarlas, deben ser declaradas nulas y sin efecto. Sólo cuando este público se reúna y decida que la validez de estas obsoletas leyes religiosas ha sido totalmente revocada, habrá una posibilidad de iniciar un renacimiento religioso real. Y esto no solo debe limitarse a la esfera de casos que hablan de la pena capital.

Esta es la prueba teológica y moral para aquellos que rechazan "Torat HaMelech". Este es uno de los desafíos centrales que debe enfrentar el sionismo religioso.

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1 Comments:

Blogger Renton said...

En el Estado judío, por lo que parece, la única incitación que se permite es la que va dirigida contra los judíos.

Qué injusticia más grande, solo porque un tipo rebuzna que No está prohibido matar a un gentil que viole siete preceptos religiosos, es tratado como un criminal...

Hay que igualar por lo alto, en vez de minimizar las animaladas del hombre delgado y frágil, lo que hay que hacer es perseguir al resto de animales que rebuznan cosas parecidas.

Israel está asentado sorbe un polvorín, o se penaliza a los animales inconscientes, o el país volará por loa aires.

Es cuestión de supervivencia.

4:16 AM  

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