Saturday, March 26, 2011

Ley y orden. El carácter especial de los Galitsianer - Allan Nadler - Forward



Un asesinato en Lemberg: Política, religión y violencia en la historia judía moderna - Michael Stanislawski

El 6 de septiembre de 1848, un joven judío ortodoxo con el nombre muy poco apropiado de A.B. Pilpel (en hebreo, pimienta), con su barba y tirabuzones, y vestido con un sombrero negro y un larga caftán, entró en la cocina del rabino del distrito de Lemberg, Abraham Cohen y, fingiendo encender un cigarro al calor de la estufa, depositó arsénico en la sopa de la familia Cohen. Pocas horas después de la cena de esa noche, toda la familia Cohen cayó gravemente enferma. Y a las 3 de la mañana del día siguiente, el rabino Cohen y su pequeña hija Teresa habían fallecido. La esposa del rabino Cohen, Magdalena, y sus cuatro hijos mayores sobrevivieron a la intoxicación. Se dice que el rabino dijo mientras agonizaba "ningún judío podía haber hecho esto...". Pero como demuestra razonablemente Michael Stanislawski en su nuevo y fascinante libro, "Un asesinato en Lemberg", el rabino estaba equivocado. La polémica designación por parte del gobierno de los Habsburgo de un rabino liberal para la capital de la Galitzia judía, Lemberg (Lwow en polaco, y hoy la ciudad ucraniana de Lviv), dio lugar al primer líder judío en ser asesinado por otro judío desde la segunda rebelión judeana contra los romanos.

Antes de desentrañar los detalles de la investigación del asesinato y los subsiguientes juicios y apelaciones de Pilpel y sus colaboradores - incluyendo a Hirsh Orenstein, quien, irónicamente, se convirtió en el rabino en jefe de Lemberg 30 años después del asesinato de Cohen -, Stanislawski hace un trabajo magistral introduciendo al lector en los profundos conflictos culturales, religiosos y políticos en la Galitzia austríaca durante el siglo XIX, ese territorio ubicado al sur de la Polonia anexionada por el imperio de los Habsburgo durante las divisiones territoriales de Polonia iniciadas en 1772.

Stanislawski desestima muchos de las concepciones erróneamente atribuidas habitualmente a los Galitsianers, como se denominaban en yiddish a los judíos de ese territorio, en particular la noción generalizada de que, en contraste con las poblaciones judías situadas al Oeste (los Yekkes, o alemanes judíos) y al Norte (los Litvaks, o judíos lituanos), los Galitsianers eran en su mayoría unos hasidim primitivos y poco educados, sin contacto con cualquiera de los valores modernos provenientes de Europea o de la reforma religiosa. El hecho es que unas décadas después de su anexión por Austria (los Habsburgo), Galitzia se había convertido en un semillero de judíos radicales e ilustrados, también conocidos como maskilim, así como de una clase burguesa y liberal de judíos que fomentaron el desarrollo del Judaísmo Reformista. Fueron estos emancipados y liberales Galitsianers quienes construyeron el magnífico Choral Temple en Lemberg, e invitaron a Abraham Cohen para que fuera su rabino y el director de su escuela hebrea en 1843.

Sin embargo, la gran mayoría de los judíos de Lemberg eran muy ortodoxos y estaban profundamente resentidos con el gobierno austriaco por la promoción del rabino Cohen a la posición del jefe de distrito, o rabino jefe, en 1846. La oposición ortodoxa a Cohen se volvió cada vez más desagradable y violenta después de la propuesta aprobada por el gobierno austríaco de prohibir la vestimenta Galitsianers tradicional, con sus "de sombreros de alas anchas y largas capas negras”. Y así como su propio templo y la escuela hebrea de Cohen fueron avanzando a grandes pasos - el registro de la escuela creció exponencialmente durante el breve mandato de Cohen como director -, la comunidad ortodoxa le inundó de denuncias en su contra. En enero de 1848, cuando se dirigía desde su casa a su sinagoga, Cohen fue atacado y golpeado por una pandilla de jóvenes ortodoxos. A pesar de la respuesta inmediata de la policía, se negó a presentar cargos.

Esta postura de “no confrontación” con los ortodoxos era una forma de tranquilizar a su esposa, quien ahora temía por su seguridad, y le instaba a que la familia abandonara Lemberg de inmediato: "Yo estoy después de todo entre judíos, así pues ¿qué me podrían hacer finalmente?". Esta misma fe en la civilidad de su pueblo acompaño al mismo Cohen hasta la hora de su muerte, cuando insistió en que los responsables de la intoxicación no podían ser judíos.

Irónicamente, el desdén del occidentalizado Cohen por la primitiva cultura de los Galitsianers ultra-ortodoxos, el cual documenta Stanislawski, así como su confianza en la decencia esencial de los judíos sin importarle su denominación, constituían una especie de marca particular de la rama liberal del chauvinismo judío alemán. Por ejemplo, Cohen fue el autor de una crítica de las costumbres tradicionales durante el duelo judío - como la rotura de una prenda antes de la sepultura, y sentarse en sillas bajas durante el período de shiva -. Stanislawski escribe que Cohen consideraba estas prácticas como emblemáticas del primitivo judaísmo medieval oriental y como totalmente incompatibles con los modernos sentimientos judíos occidentales europeos:
"Nosotros, sin embargo, como enteramente europeos y como alemanes, encontramos estas costumbres exóticas y repulsivas, incluso aterradoras para nosotros alemanes de sangre fría..., volviendo más profundo y reservado nuestro dolor".
Al final, los acusados, Pilpel y sus colaboradores, fueron absueltos de todo, a pesar de una serie de llamamientos dirigidos por Magdalena Cohen que llegó hasta el final ante la corte del distrito en Lemberg y ante el más alto tribunal de apelaciones en Viena. El gobierno de la corona de Austria se mostró especialmente cauteloso tras las revoluciones de 1848 a la hora de alienarse a los judíos galitsianers más conservadores que hasta entonces habían permanecido leales a Viena durante las insurrecciones nacionalistas polacos, y que en general contaron con el apoyo de los judíos más liberales y aculturados. El veterano deseo de los Habsburgo de modernizar las masas judías de Galitzia, el cual comenzó en 1781 con el famoso "Edicto de Tolerancia" del emperador José II, quedo entrampado por las preocupaciones sobre la insurrección política.

Como deja muy claro tanto en su introducción como en la conclusión, Stanislawski considera el asesinato del rabino Cohen como un punto de inflexión en la historia judía moderna. A pesar de que no desarrolla el tema, se observa que hay similitudes entre este misterioso asesinato y el del primer ministro israelí Yitzhak Rabin, a pesar del siglo y medio que separan ambos asesinatos. De hecho, Stanislawski afirma que nunca pudo superar el angustioso cuestionamiento que planteaba el asesinato de Rabin, incluso después de la Segunda Intifada y los nuevos traumas nacionales israelíes que generó atenuando la memoria de Rabin:

Y así la cuestión de cómo un judío puede matar a otro judío, ya sea por razones políticas o religiosas, ha pasado a segundo plano. Pero no para mí. El asesinato de Rabin me dio un incentivo adicional para profundizar en un caso de una época anterior, casi desconocido, un asesinato interjudío que me había intrigado durante años pero sobre el cual no había podido obtener la información suficiente”.

El colapso de la Unión Soviética, cuyo férreo y paranoico control de sus vastos archivos había convertido en casi imposibles las nuevas investigaciones que en el siglo XX se acometían sobre episodios como el asesinato del rabino Cohen, ha permitido inaugurar una nueva era en los estudios de Europa del Este. Los historiadores judíos de todo el mundo han acudido en masa a los archivos ya abiertos en cientos de ciudades y pueblos de toda Rusia, Polonia, Lituania, Ucrania y Bielorrusia, y así investigar los muchos tesoros de documentos largamente inaccesibles. Como resultado de su investigación, nuestra comprensión de la historia judía moderna se ha revisado y vivificado.

El libro de Stanislawski es la última contribución a este renacimiento investigador. Más allá del puro placer literario de su cautivante narración y de la novedad inherente que supone el misterioso asesinato llevado a cabo por algunos judíos galitsianers, el autor añade información importante de la compleja, y ya desaparecida, comunidad judía de Galitzia, una sociedad amargamente dividida entre la fidelidad a la tradición y la emoción que desataban los modernos despertares nacionales que culminaron en las revoluciones de 1848, el año del asesinato del rabino Cohen. Stanislawski ha escrito no sólo una importante obra histórica y moral sobre los peligros del extremismo religioso, sino también una advertencia sobre los peligros imprevisibles que se pueden desatar cuando los gobiernos tratan de forzar la llegada e implantación de la modernidad en una sociedad tradicional profundamente religiosa.

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