Volver a los días sangrientos (o cómo los pacifistas israelíes se solidarizan con los asesinos de Itamar) - Israel Harel - Haaretz

Unos tres meses después de la revolución de primavera, más de la mitad de los egipcios, según un estudio estadounidense, están a favor de revocar el acuerdo de paz con Israel y el 62% piensa que "el ordenamiento legal debe respetar el Corán". En Siria, los manifestantes están atacando a los tanques. Ellos no están exigiendo plenas libertades y libertad de expresión, como muchos israelíes fantasean, sino más bien el fin del régimen de gobierno de la minoría alauita y la entrega de sus riendas a la mayoría sunni.
Y no para instaurar la democracia, y ciertamente tampoco para forjar la paz con Israel, se acumulan los cadáveres en Daraa. Entre las consignas oídas allí y en otros lugares, se destaca en particular: "Assad, cobarde, ve a liberar el Golán".
Pero los editoriales y artículos de referencia en la radio y en la televisión israelí no se han dedicado esta semana a investigar la significación de estos acontecimientos "marginales". En vísperas de una festividad, cuando oficiales de policía palestinos asesinaron e hirieron a unos fieles judíos que visitaban la Tumba de José para orar, los oficiales del Comando Central de la Policía informaban a la prensa que un grupo de Hasidim de Bratslav había traspasado un control de carretera a causa de su idolatría (después del asesinato de la familia Fogel, en Itamar, también se preocuparon de señalar con el dedo a los coordinadores de seguridad del asentamiento).
Así, apegados a ese estigma, los medios de comunicación electrónicos - una edición tras otra – se esforzaron por culpar a los propios judíos y de exculpar a los árabes.
Este es un rasgo familiarmente judío, cuando se convierte en extremistas a los "otros". Y los Hasidim de Bratslav, en todos los sentidos, son el epítome del Otro, de lo extraño. No aceptan ninguna autoridad. Se niegan a nombrar siquiera un "rabino", un maestro y mentor, que les una y guíe. El destino quiso que el hombre asesinado fuera un Hasidim de Bratslav, de una segunda generación de colonos (de Elon Moreh), y descendiente de una familia que lleva en su espalda un fardo de odio que se remonta a los días pre-estatales, así como un familiar (tía) de una parlamentaria del Likud, Limor Livnat, una controvertida ministra de Cultura.
Yael Ben Dov y Yachin Ezra, ambos ex combatientes del Lehi y compañeros de armas de los abuelos de Ben Yosef Livnat (el joven asesinado), pueden citar numerosos ejemplos de aquellos días sangrientos. Uno de ellos fue una masacre británica a sangre fría llevada a cabo contra un grupo de chicos y chicas adolescentes, unos cadetes combatientes, en un bosque de Ra'anana ("los niños Ra'anana"). “También el establishment de aquella época pre-estatal, en lugar de culpar a los responsables británicos, dirigió sus flechas contra nosotros".
Nada ha cambiado pues. Esta vez la defensa de los asesinos se debe - además del odio dirigido hacia los colonos y hacia los hasidim de Bratslav – a la necesidad de probar el concepto de que tenemos un socio (como Assad de Siria sería nuestro socio si tan sólo nos retiráramos del Golán) para la paz.
Israel tiene muchas organizaciones de derechos humanos. Aunque la mayoría de ellas son totalmente seculares, diligentemente tratan de proteger los derechos árabes y la libertad de ritual en todos sus sitios religiosos. Rebuscando entre mi memoria, no logro recordar que también hayan reclamado libertad religiosa para los judíos. No al menos para el Monte del Templo, donde los judíos tienen prohibido orar y el Waqf mantiene su prohibición, ni tampoco para la Tumba de José, y menos aún para la sinagoga Shalom al Israel en Jericó. Naturalmente, no hubo organizaciones de este tipo que emitieran críticas y denunciaran el asesinato producido al tratar de orar en la Tumba de José.
Al contrario, representantes de algunas de estas organizaciones se dirigieron hasta Awarta, hasta las casas de los asesinos de la familia Fogel, donde abrazaron a los miembros de la familia, y condenaron la “bárbara búsqueda de culpables en el pueblo por parte del IDF”. Cuando se hizo pública esta vergonzosa visita a la casa de los asesinos, los medios de comunicación israelíes se apresuraron a exculparlos, argumentando que la visita se llevó a cabo dos días antes del anuncio oficial de que el asesinato había sido resuelto, por lo que los visitantes “pacifistas no sabían a ciencia cierta" si las familias que fueron a visitar eran las familias de los asesinos (*1).
Obviamente, no fueron a consolar a la familia Fogel. Tampoco encontraron otra manera de expresarles su simpatía. Tal vez porque no la sentían.
PD: (*1) Se da el caso de que la militancia en organizaciones terroristas de varios miembros de esas familias era bastante conocida. El padre de uno de los asesinos fue acusado por la propia Autoridad Palestina de matar a una prima y quemar su cadáver, hecho por lo que estuvo en la cárcel. Además, uno de los tíos de los asesinos también colaboró en otro sangriento ataque terrorista contra el asentamiento de Itamar. Es decir, todos ellos eran básicamente “pacifistas”, y por lo tanto camaradas de los “pacifistas israelíes”.
Labels: Izquierda israelí, Ong
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