Tuesday, June 28, 2011

Las protestas de la familia Shalit están mal dirigidas: Hamas rechaza todo trato sobre la liberación de Gilead Shalit - Debka



Cinco años después de que el soldado israelí Gilead Shalit fuera secuestrado por Hamas en un ataque en la frontera de Gaza, los miembros de su familia se encadenaron este sábado a la valla exterior de la residencia del primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, en apoyo de su desesperada demanda de pagar cualquier precio por su liberación.

Debka considera que su protesta está totalmente mal dirigida: incluso si Israel se inclinara ante cada demanda de Hamas, la organización terrorista palestina, apoyada por Irán y Siria, volvería con una nueva condición ya que no tiene ninguna intención de abandonar este activo.

Los predecesores de Netanyahu y los sucesivos ministros de Defensa que han buscado su liberación han acabado dándose cuenta de esta cruel realidad. Un bien intencionado mediador tras otro – de Alemania, Noruega, Palestina, Egipto y Francia - se ha topado con ese muro.

La familia Shalit conoce la verdad. Entonces, ¿por qué mantiene su pretensión de que el primer ministro tiene el poder de rescatar a su hijo de su cautiverio - si él lo deseara verdaderamente - y se deja manipular por una banda de "artistas", politiqueros y otros buscadores de popularidad que muestran su solidaridad encadenándose también brevemente en sus acomodados hogares y son inmortalizados fotográficamente?

¿Por qué no centran sus angustiosas protestas en los autores de la tragedia y se manifiestan en el exterior de instituciones islámicas y árabes de todo el mundo, las cuales apoyan las acciones de los fundamentalistas palestinos de la Franja de Gaza. Puede ser que así al menos obtengan la suficiente repercusión internacional como para mitigar las inhumanas condiciones del cautiverio de Gilead Shalit – al que no tienen acceso ni la Cruz Roja ni las organizaciones de derechos humanos, ni tiene comunicación con el mundo exterior ni con su familia, y del que no proporcionan señales de vida –, una autentica violación de cada norma de derecho internacional y de las buenas formas desde un primer momento.

Gilead Shalit nunca fue un prisionero de guerra en un sentido legal. Él no fue capturado a lo largo de un acto de guerra, fue secuestrado por una banda terrorista formada por miembros de Hamas, Irán y agentes de Hezbollah, la cual realizó un ataque por sorpresa coordinado desde la Franja de Gaza.

Aunque Mohammed al-Jabry, el jefe militar de Hamas, decidiera dejarlo ir, se vería obligado a obtener el permiso de Irán, Siria y Hezbolá.

El predecesor de Netanyahu, Ehud Olmert, perdió la única oportunidad real de liberar al soldado desaparecido por medios militares. En la tercera semana de enero, al final de la operación Plomo Fundido lanzada con el objetivo de hacer cesar los ataques con misiles y morteros desde Gaza, un grupo de comandantes pidieron una extensión de 48 horas con el fin de capturar a los líderes de Hamas y así poder negociar su intercambio por Gilead Shalit - al menos como propiciadores de una negociación más seria -. Olmert y el jefe del IDF en ese momento, el teniente general Gaby Ashkenazi, rechazaron la solicitud.

Desde el principio, el propio Hamás nunca ha presentado un frente uniforme sobre el destino de Shalit. En ningún caso el grupo terrorista palestino ha accedido a negociar seriamente con Israel, o incluso a mantener un canal de negociación ordenado. En algunos casos, como descubrieron los diversos mediadores, una representación de Hamas presentaba una propuesta para luego desaparecer. Todos ellos afirmaban que no tenían ni idea de quién tenía en su poder al soldado israelí y al final ya no había mensajeros. En los últimos cinco años, las nuevas ofertas de Israel en su mayoría han sido recibidas con un espeso silencio.

Los líderes de Hamas sólo cobran vida e interés por el asunto cuando una nueva oportunidad política se presenta. Hace un mes, por ejemplo, elementos de inteligencia de Egipto anunciaron que habían negociado un pacto de unidad entre las facciones rivales palestinas de Fatah y Hamas, tras lo cual se abrió el 28 de mayo el paso fronterizo de Rafah entre el Sinaí y la Franja de Gaza. El Cairo informó a Washington y Jerusalén que la liberación de Gilad Shalit era una de las condiciones que Egipto había puesto sobre la mesa para continuar con ese proceso.

Según ellos, el líder de Hamas con sede en Damasco, Khaled Meshaal, había sido informado de todo y había aceptado esta condición. En menos de dos semanas, el pacto de unidad ya se había disuelto al igual que todas las promesas que lo acompañaron, incluyendo la liberación del soldado israelí.

Sus padres Noam y Aviva Shalit se niegan a sentirse concernidos por cualquier tipo de retraso, sosteniendo que su gobierno es responsable de sus soldados y por lo tanto responsable de la recuperación de su hijo. También presentan una imagen horrible de su reclusión en una celda oscura y subterránea, algo que ninguna fuente de inteligencia ha sido capaz de confirmar.

Dado que todas las vías de negociación han sido bloqueadas, el único camino que queda para liberar al soldado parece ser una operación militar. En este caso, hay que admitir que la inteligencia israelí no ha logrado descubrir su lugar de reclusión. Aún así, una serie de incursiones de comandos puede ser lanzada para capturar a líderes políticos y militares de Hamas y servir así como rehenes para una liberación de Shalit.

Estas operaciones nunca están exentas de problemas: podrían ocasionar la pérdida de vidas de soldados israelíes y bajas entre los civiles palestinos, y todo ello sin ninguna garantía de éxito. Y por último, nadie puede estar seguro de que represalias podría sufrir Gilead Shalit tras una de estas acciones.

Esa es la única opción que hoy en día tiene el primer ministro israelí – y ya no se trata de liberar a 1.000 o más terroristas palestinos -. Esas condiciones ya no están sobre la mesa. Netanyahu puede enviar al ejército a la Franja de Gaza para realizar una operación de rescate a la cual el propio soldado cautivo puede que no sobreviva, o bien dejar que la maquinaria de propaganda continúe manipulando a su desesperada familia para que siga tergiversando la verdad y contando que se niega a pagar el precio por la liberación de su hijo.

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