Monday, August 29, 2011

Los movimientos de cabeza de la Shema’ – Bezalel Naor – Seforim blog


El Shema' de Siddur

La oración más importante en el judaísmo es la Shema’: Shema' yisrael adonai eloheinu adonai ehad ("Escucha Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor es uno"). Esta afirmación de la unidad absoluta de Dios es la piedra angular de nuestra fe. Por mandato bíblico, un judío recita la Shema’ dos veces al día, se-shokhbekha u-ve-kumekha ("cuando te acuestes y cuando te levantes"), véase Deuteronomio 6:7.

Todo lo anterior es bastante famoso. Lo que aún hoy en día es un hecho poco conocido es que hubo una época en la que esta recitación estuvo acompañada por movimientos de la cabeza hacia las cuatro direcciones, y arriba y abajo. Esta práctica se registra tanto en el Ge'onim (los sabios post-talmúdicos de Babilonia) y el Rishonim (sabios medievales europeos). La base para esta observancia es la siguiente declaración en el Talmud:
Symmachus dice: "El que prolonga la palabra ehad ("uno"), sus días y años se prolongan.
Dijo Rav Aha bar Ya’akov: "Y [especialmente] la letra dalet [de ehad]".
Dijo Rav Ashi: "Siempre que no acelera la letra het [de ehad]".
R. Yirmiyah estaba sentado ante R. [Hiyya bar Abba]. Él vio que se estaba prolongando demasiado. Y le dijo: "Una vez que le has proclamado Tú Rey arriba y abajo, y por los cuatro vientos del cielo, no necesitas nada más".
Rashi, el exegeta del siglo XI de Troyes, Francia, comenta: "Proclamado Tú Rey arriba, etc. Tienes que prolongar la cantidad [de tiempo] hasta pensar en tu corazón que el Señor está en el cielo y en la tierra y en sus cuatro direcciones".

Este es un método “sin cuerpo”, no hay mención en Rashi de los actuales movimientos del cuerpo. La visualización del cielo, la tierra y los cuatro puntos cardinales es puramente mental.

Sin embargo, si uno consulta el comentario del Rabbi Menahem Ha-Me'iri de Perpignan, Provenza (1249- 1306) se encuentra una dimensión adicional: "La cantidad de alargamiento de la letra dalet es la requerida para la imagen en el corazón que Él, bendito sea, gobierna sobre el cielo, la tierra y los cuatro vientos del mundo. Y por esta razón, es costumbre inclinar la cabeza y moverla hacia esos lados. Sin embargo, si se prefiere no inclinar la cabeza, no es necesario, porque la cuestión no depende de la inclinación de la cabeza y de sus movimientos, sino más bien del sentimiento en el corazón".

Me'iri vuelve a este tema en su comentario sobre el Tractatus Sukkah, cuando se discute sobre la na'anu'im o el ondear de las lulav (las ramas de palmera), durante la fiesta de Sukkot. Allí él opina que, tanto en lo que respecta al movimiento de la lulav durante el rezo del Hallel y el movimiento de la cabeza durante la Shema', sólo uno de vaivén y de arriba a abajo se denomina movimiento (a diferencia de las cuatro direcciones, y arriba y abajo). "Lo que ellos dijeron... Prolongar la palabra ehad ("uno") lo suficiente como para proclamarle Rey arriba y abajo y en los cuatro vientos del mundo, incluso eso requiere solo un movimiento hacia las dos direcciones, abajo y arriba. Por otra parte, algunos dicen que en ehad ningún movimiento es necesario, sólo hay que imaginarlo en el corazón".

Me'iri no es el único comentarista provenzal que da testimonio de la práctica de los movimientos de la cabeza. Su contemporáneo, el rabbi David ben Levi de Narbona escribe: "¿Por cuánto tiempo? El tiempo suficiente para proclamarlo Tú Rey, etc. Algunos interpretan que lo proclaman Rey moviendo solo la cabeza. Y así lo interpretó Rabbenu Hai, de bendita memoria".

En la Provenza, donde se encuentra la mayoría de las evidencias acerca de los movimientos de la cabeza, hubo algunos que encontraron esta práctica absurda (huka ve-itlula). Tal vez, estas autoridades son la excepción, más que los propios movimientos, como nos da entender el hecho de que como sucede a menudo en el caso de los rituales, la gente sencilla se centra en lo externo y no en la conciencia interior que es la esencia.

El codificador alemán rabbi Jacob ben Asher (muerto en Toledo, España antes de 1340) defendió la práctica de los movimientos de la cabeza que acompañan a la Shema':
"Hay que prolongar la dalet de ehad la cantidad [de tiempo] que pensar en nuestro corazón que el Santo, bendito sea Él, es único en Su mundo, arriba y abajo, y en los cuatro vientos del mundo. Hay algunos que están acostumbrados a una inclinación de la cabeza de acuerdo con el pensamiento, arriba y abajo, y hacia las cuatro direcciones. Algunos se oponen a esta práctica debido a la declaración de los rabinos: "El que recita la Shema’ no debe gesticular con los ojos o los labios". Mi padre, de feliz memoria, solía decir que no era necesario prestar atención [a sus palabras], de ahí que cuando los gestos son para un fin ajeno interrumpen la concentración, pero en este caso, el gesto es un requisito de la concentración y va lleva con ella (tsorekh ha-kavanah ve-goremet otah)"
El rabbi Joshua Booz Baruch (Italia, d. 1557) ofrece una descripción muy gráfica de los movimientos de la cabeza de la Shema’:
Esta es la cantidad [de tiempo] para prolongar la palabra ehad : un tercio de la letra het y dos tercios de la letra dalet ¿Cómo puede uno proclamar la Realeza? Arriba y abajo durante la het, y en las cuatro direcciones durante la dalet. Y uno se concentra mientras se mueve la cabeza arriba y abajo, al este y al oeste, al norte y al sur…
Uno sólo puede especular lo que ocurrió con estos movimientos de la cabeza. Mientras que los movimientos de la hoja de palmera o lulav continuaron en plena vigencia hasta nuestros días, allá donde hallan judíos, no tenemos conocimiento de alguna comunidad que haya conservado la costumbre de mover la cabeza durante el Shema', aunque como hemos visto, hubo momentos en que fue una práctica extendida en comunidades tan diversas como Babel (hoy Irak), Provenza, España e Italia. Una de las declaraciones más provocadoras que se encuentran en Orot del Rav Kook es la siguiente:
Nos ocupamos mucho de la emotividad. Nos olvidamos de la santidad del cuerpo
Tal vez estos movimientos de la cabeza de la Shema’ sean un "mitsvah yetomah "(un mitsvah huérfano), ocasionados por un renacer.

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