Friday, September 23, 2011

La estatalidad (palestina) forma parte de un plan por etapas - Dror Eydar – Israel Hayom



Los días de Oslo están de vuelta, pero a la inversa. Ahora, como entonces, unos medios de comunicación terriblemente unilaterales imponen su visión del mundo político a toda una población. Han pasado dieciocho años, sin embargo, y nada ha cambiado para los comentaristas atrapados por el mantra de que si se hubiéramos presentado solamente una iniciativa diplomática todo podría haber sido diferente: Israel no estaría tan aislada (no lo está), Turquía no se habría vuelto loca, Egipto no sería hostil y Europa y los EEUU no nos criticarían. Incluso su majestad, Mr. Thomas Friedman, nos sonreiría desde las alturas de su erudición.

Han pasado 18 años y no hemos cambiado el canal. Todas las iniciativas diplomáticas han acabado empeorando nuestra posición diplomática y de seguridad, sin embargo, seguimos hablando de una "iniciativa" y de un "proceso diplomático". Esto es un encubrimiento de unas palabras sin sentido que sólo han conseguido llevar a Israel hasta los bordes, de los cuales el actual gobierno está tratando de salvarnos. Los medios de comunicación convertidos en una suerte de Pravda no se prestan a un debate en profundidad sobre el peligro representado por los Acuerdos de Oslo. En la mayoría su tarea consiste en denunciar a aquellos que se oponen a dichos acuerdos tildándolos de belicistas, y continuar con el lavado de cerebro masivo de la opinión pública presentando una visión demente de un "Nuevo Oriente Medio".

¿De qué estoy hablando? Vamos a retroceder seis años, a los días anteriores a la desconexión. Piensen ahora en todos esos expertos de medio pelo que ciegamente apoyaron la separación. ¿Hubo alguna vez una "iniciativa diplomática" más ambiciosa que la propia desconexión? Retirada, desarraigo de asentamientos, riesgo de una división interna, dando una oportunidad a la Autoridad Palestina de demostrar su capacidad para establecer un Estado independiente como entidad. No pasó nada. Nada de nada.

Y ahora vienes Thomas Friedman, quien se cotiza en la Radio del Ejército como “alguien que teme por el futuro de Israel” ante la ausencia de una visión diplomática. La Santísima Trinidad nos ha caído encima: la estación de la Radio del Ejército de Tel Aviv cita al New York Times que cita a su vez al Ha'aretz. ¿Con qué profundas ideas nos honró Thomas Friedman el año pasado? Hace sólo unos meses escribió una especie de vergonzosas tarjetas postales llenas de entusiasmo por la “revolución Facebook” que acontecía en la plaza Tahrir, una revolución que no tenía nada que ver con la Hermandad Musulmana, y donde de paso se criticaba a Israel por su “miope oposición” a la primavera árabe con el pretexto de que “podría contener peligros imprevistos”. Lo cual terminó siendo verdad, Mr Friedman.

Volvamos a los primeros principios, sobre todo para aquellos que están dispuestos a escuchar. El gobierno israelí ha cruzado el Rubicón con respecto a sus intenciones: dos Estados para dos pueblos (y sí, uno de ellos es el pueblo judío) y la construcción de asentamientos congelada durante 10 meses en Judea, Samaria y Jerusalén, así como su disposición a negociar.

Los palestinos ni siquiera han pestañeado como respuesta. Ellos no están interesados en este momento porque unas negociaciones podrían significar el fin del conflicto y el reconocimiento del derecho del pueblo judío a una parte de su patria histórica. Desde su punto de vista, esto niega su razón de ser colectiva, que es destruir el Estado judío y expulsar a los judíos de esta parte de la región. De lo contrario, ya habrían aceptado hace mucho tiempo las diversas propuestas históricas de compromiso, desde mayo de 1947 hasta la de Olmert en 2008.

Este 23 de septiembre marca una etapa más en el plan para destruir a Israel por etapas de los palestinos, ese que los periodistas israelíes nos han enseñado a desdeñar. Cualquier persona que deje de lado el filtro de estos irresponsables medios de comunicación podrá aprender de sus intenciones de buena tinta. Los medios de comunicación israelíes, la mayoría de los cuales apoya alarmante a los palestinos y se opone abiertamente al actual gobierno israelí, una vez más eluden su deber. Estoy seguro de que el público israelí de hoy en día es mucho más sobrio y serio que la mayoría de los comentaristas, periodistas y grupo de fanfarrones que han propiciado que llegue hasta nuestra misma puerta una realidad diplomática imposible.
Lo más importante que tenemos que recordar es no tener miedo.

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