Saturday, October 29, 2011

La protesta social pasa factura a la oposición, pero no a Netanyahu - Ari Shavit - Haaretz



Dafni Leef ha destruido a Tzipi Livni. Esa no era la intención, ella no era el objetivo. Cuando una docena de jóvenes puso sus tiendas de campaña en el bulevar Rothschild a mediados de julio, ellos no pensaban en absoluto en la presidenta de Kadima. Cuando cientos de miles de jóvenes marcharon por las calles las noches de los sábados durante este verano, no agitaban pancartas que decían "Abajo Kadima". Pero la vida es divertida. Tiene su propio sentido del humor.

La protesta social propulsó a la diputada Shelly Yachimovich, y Shelly Yachimovich aplastó a Tzipi Livni. Y la dinámica Yachimovich-Livni hizo al primer ministro Benjamin Netanyahu aún más poderoso: lo dejó sin un verdadera rival que le pudiera minar y presentar una alternativa. Así, el fumador de puros, el que tenía a todos en contra de él, terminó beneficiándose de esa furia.

En vez de destruir a Netanyahu, Daphni Leef lo ha reconstruido. En lugar de derribar a los gigantes industriales como Nochi Dankner, Yitzhak Tshuva y Shari Arison, derribó a Tzipi Livni. El irónico resultado de esta revolución política veraniega se puede resumir en el golpe mortal dado a la jefatura de la oposición y la transformación del primer ministro en un líder nacional fuerte.

Livni ayudó a Leef a destruir a Livni. En los últimos cien días se cometieron tres errores importantes. El primero fue no hacer nada mientras la revolución estaba en marcha en el bulevar Rothschild, separándose de ella. Livni recordó que la persona que la introdujo en política fue Avigdor Lieberman, quien le había dado instrucciones para privatizar tanto como pudiera a la cabeza de la Government Companies Authority. Livni recordó que había privatizado y vuelto a privatizar. Y así, cuando la opinión pública se levantó en contra del espíritu de la privatización, ella se quedó fría. Como una persona honesta, Livni se mantuvo fiel a la religión privatizadora del capitalismo y se concentró en Kadima. Pero al hacerlo, también demostró que no escucha la voz del pueblo y el espíritu de los tiempos. Ella no dijo nada que valiese la pena ante la acción social más importante que ha ocurrido por aquí. Con sus propias manos, Livni se hizo irrelevante.

Su segundo error fue hacer un llamamiento a Netanyahu para que atacara a Hamas en agosto de 2011, tras el sangriento ataque terrorista cerca de Eilat. Si su llamamiento hubiera sido escuchado, Israel se habría embarcado en una Operación Plomo Fundido II. Los soldados hubieran matado y muerto en Gaza, mientras que los misiles caerían en Holon. La frágil alianza con Egipto se habría roto y las complejas relaciones con Turquía se habrían enredado aún más. Esta vez el campo de la paz entendió la gravedad de la cuestión. Ellos no aceptaron esta vez las ideas de la persona que preferieron antes que al Meretz en las elecciones de 2009. Ya habían tenido suficiente. Incluso a los izquierdistas no les gusta que les vean como a tontos. Y así, en voz muy baja, la izquierda levantó ese manto de protección que siempre saben cómo poner sobre los hombros de sus niños mimados. La líder del Kadima sigue siendo una de sus niñas mimadas, pero ya no como solía serlo. El teflón también se raya. La gran esperanza blanca ya no es tan blanca ni tan grande como una vez lo fue.

El tercer error fue Gilad Shalit. La posición de Livni sobre Shalit fue razonada y valiente. Si ella se hubiera levantado y comunicado públicamente lo que realmente pensaba, muchos la habrían apreciado y respetado por eso. Sin embargo, Livni permaneció en silencio antes del intercambio y lo atacó después. Se equivocó las dos veces. Por un lado, fue percibida como una mujer sin corazón y por el otro lado como débil de corazón. Ya no hay más cariño, más estima, más simpatía. Las encuestas dicen que está en caída libre. Tzipora Livni parece acabada.

Se sabe que Israel es la tierra de los retornos, y Livni podría estar muy bien en una primera etapa. Pero en Kadima ya no están a la espera, ahora afilan sus cuchillos. Cuando la presidenta del partido ya no disfruta de los encantos de la encuestadora Mina Tzemaj, ella a su vez también pierde el encanto que alguna vez tuvo entre los miembros de su partido. Es por eso que la demanda ha sido escuchada para adelantar las elecciones internas de Kadima, y ​​con ello aumentan las probabilidades de ganar para Shaul Mofaz.

Todo aún está abierto, pero la situación no es sencilla. Livni aún puede barajar unirse a Netanyahu en una fecha posterior y ayudar al establecimiento de un gobierno sionista de centro. También puede echar las cartas y subirse al monte, para así convertir a Kadima en una verdadera oposición. Pero si ella no ofrece rápidamente algunas formas y mensajes nuevos, se enfrentará a una amenaza de una nueva magnitud. La ventana de oportunidad que le dieron Ariel Sharon, los medios de comunicación y la diosa fortuna está a punto de cerrarse.

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