Tuesday, January 31, 2012

Hay que fomentar la tolerancia, incluso con los haredim - Natan Slifkin – Rationalist Judaism


Natal Haredi Brigade

¡Estados Unidos! En Israel, a menudo eso es mucho más que el nombre de un país. Una vez vi un anuncio describía así un producto de una calidad superior. "¿Qué te puedo decir?", preguntaba a la persona del anuncio: "Es de Estados Unidos". Y ya está volviendo a ser difícil encontrar una tienda con un nombre original en hebreo, todos ellas tienen ahora nombres en inglés, ya sea directamente o en traducción hebrea.

Esto también es una tragedia. Israel tiene mucho de lo que estar orgulloso. No regresamos nuevamente a nuestra tierra ancestral y revivimos una antigua cultura para ponerla de lado al cabo de un tiempo en favor de otra distinta y mucho más joven.

Pero hay algunos aspectos de los Estados Unidos que Israel haría bien en emular. Y no estoy hablando de las quejas habituales de los nuevos inmigrantes sobre el mal servicio (chutzpah) al cliente. En su lugar, me refiero a la forma en que a veces se comporta el Israel ultra-secular y que se puede considerar como totalmente ajeno a los límites existentes en los propios Estados Unidos.

Una pariente mía, no especialmente religiosa, se mudó de Israel a los EEUU por un tiempo. En su primer día, se sorprendió bastante al ver a tantas mujeres judías religiosas en el autobús, y ni siquiera estaba en Nueva York. Aún se sorprendió más cuando descubrió que estas mujeres no eran, de hecho, ni religiosas ni inclusive judías. Por el contrario, resulta habitual en los Estados Unidos que las mujeres se vistan de una manera respetable para ir al trabajo. Cuando mi familiar volvió a Israel, le resultó chocante encontrar a mujeres que para ir al trabajo utilizaban una vestimenta que sería más apropiada para la playa y a los hombres vestidos con camisetas con mensajes obscenos. Y esta no es la única manifestación de ultra-laicismo.

El New York Times publicó recientemente un artículo titulado "Los israelíes hacen frente a una fisura sísmica respecto a la función de la mujer" el cual comentaba las actitudes perturbadoras que con respecto a las mujeres adoptaban muchos dentro del mundo haredí. Pero no había ninguna mención de un fenómeno opuesto: la protesta desatada contra el ofrecimiento del Technion de una utilización separada de una clase de gimnasio - sólo para hombres - después de la hora normal. La protesta feroz contra esa "inaceptable segregación" provocó que el gimnasio dejara de ofrecer esa opción.

Esto sería incomprensible para los estadounidenses. Después de todo, en todos los países del mundo, incluyendo los Estados Unidos, existen gimnasios que ofrecen clases para un único género. Y no es que el gimnasio del Technion se lo impusiera a las mujeres o las excluyera de cualquier manera: se trataba de proporcionar una opción diferente igualmente ofrecida a las mujeres.

Sin embargo, mientras que la oposición a esa hora de clase para el público masculino resultaba absurda, cuando uno mira a los argumentos de los opositores emerge una cuestión diferente. No era propiamente esa hora masculina la que de por sí les ofendía, más bien se trataba del temor a que fuera simplemente un paso más hacia una exclusión más extrema de las mujeres, precisamente tras publicitarse ampliamente la existente dentro de la comunidad haredi. Tales temores son quizás comprensibles, sobre todo por asuntos como el protagonizado por el Ministerio de Salud, controlado por los partidos haredi, y que se negó a permitir que la Dr. Channa Maayan apareciera en un escenario para recibir un premio en una ceremonia donde se recompensaba a los profesionales. Pero permitir que esos temores prohíban una solicitud perfectamente razonable, tales como las sesiones de gimnasio sólo para hombres - o mujeres -, no sólo es erróneo sino contraproducente. Simplemente refuerza la creencia haredi - que no carece de base – de que existe una rabiosa campaña anti-religiosa a nivel nacional, y en especial en contra de ellos, y que por lo tanto existe la necesidad de cerrar filas y resistir ante cualquier cesión o acomodación al resto de la sociedad israelí.

La sociedad haredi ha alcanzado unos logros asombrosos en la construcción de una sociedad que está comprometida con el estudio de la Torah y la observancia religiosa. Pero ahora está atravesando por un período de turbulencias sin precedentes, tanto internas como externas. Internamente, las dificultades económicas llevan a muchos a rechazar el enfoque de “solamente el kollel”, e Internet esta consiguiendo una apertura en las formas de expresión que antes eran desconocidas para ese mundo. Externamente, hay nuevas tensiones con el resto de la sociedad israelí precisamente cuando la propia sociedad haredi se hace cada vez más numerosa: las exenciones militares se han convertido en un asunto nacional mucho más grave y el crecimiento haredi en las nuevas ciudades (como Beit Shemesh) suele provocar un aumento de la fricción cívica.

Ahora más que nunca, hay una oportunidad, y existe la necesidad, de integrar a la sociedad ultraortodoxa en Israel. Pero hay fuerzas en la sociedad ultra-ortodoxa que se oponen firmemente a dicha integración, y muchos haredim mantienen una saludable dosis de desconfianza de cara a al mundo no haredi. Por lo tanto, esta integración sólo puede funcionar si se hace con tacto, sensibilidad y visión de futuro. Esto requiere que se hagan un cierto grado de concesiones con respecto a los valores haredi, por mucho que uno pueda estar en desacuerdo con ellos. Después de todo, el valor tan cacareado de la tolerancia también requiere de cierta tolerancia con los intolerantes, al menos en la medida que esto no dañe el resto de la sociedad.

Consideren la cuestión de conseguir que los haredim se unan al IDF. En el fondo, es probable que muchos haredim no crean realmente que la seguridad del país requiera a tantas personas como sea posible, y entre ellas a las decenas de miles que ya están en los yeshivot y los kollel [N.P.: la exención de los árabes israelíes y de una parte cada vez mayor de la población secular mediante diversas acciones, también parecen indicarlo. La sorprendentemente baja posición de Tel Aviv dentro de las ciudades que más soldados aportan al ejército parece refrendar esa idea]. Después de todo, esto sólo puede ser justificado teológicamente con el más tenue de los argumentos rabínicos. Además, si los haredim realmente creyeran eso, entonces no habrían interrumpido sus vacaciones de verano en el 2006 mientras el país se enfrentaba a la Segunda Guerra del Líbano.

Por contra, la negativa haredi a servir en el ejército se debe principalmente a su intento de proteger un determinado estilo de vida religiosa, la cual es muy difícil de mantener en el ejército. Así que en un momento en que se están tomando medidas para que los haredim cumplan con el IDF, es esencial ayudarles ante ese gran cambio y mostrar sensibilidad ante sus inquietudes. ¿Es realmente tan importante que los soldados asistan a las ceremonias religiosas donde las mujeres soldados cantan? Sin lugar a dudas, y desde un punto de vista no haredi, resulta ridícula su negativa a oír cantar a las mujeres. Pero resulta que es un tema de gran importancia para ellos, y no haría daño un terrible al ejército darla cierta cabida. A la larga, sería mejor para el ejército mostrar su voluntad de ser tolerante con los haredim en vez de alienarlos.

Pensemos por ejemplo en la Ley Tal, que acaba de ser renovada por un período mínimo. Es cierto que no ha sido tan exitosa como se esperaba, y es probable que exista la necesidad de modificarla. Sin embargo, aquellos que exigen nada menos que un reclutamiento forzoso de todos los haredim demuestran más bien su falta de juicio, incluso desde la perspectiva de sus propios valores seculares.

Es cierto, hablando idealmente, que todos los sectores deberían servir al país por igual. Pero eso no va a suceder, al menos a corto plazo, sin una guerra civil. Mientras tanto, la idea detrás de la ley Tal es dar a los haredim más opciones que, o bien el kollel, o bien un servicio militar completo, lo que inevitablemente da lugar a que todos ellos prefieran la primera opción. En esta etapa, el desafío para Israel es comenzar a activar a los haredim para que entren cómodamente en el ejército y en la vida laboral. Se debería tratar de que esto suceda con la mayor facilidad y sin grandes problemas, en lugar de hacerlo aún más difícil. Tenemos que mostrar una mayor tolerancia por las minorías religiosas, al igual que en (nuestro admirado) Estados Unidos.

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