Monday, January 23, 2012

Más problemas con la izquierda (El tratamiento de Israel por parte de la izquierda - Seth Mandel – Commentary)



Leon Wieseltier ha destrozado totalmente la espantosa reseña de Patricia Storace en el Nueva York Review of Books (NYRB) de la más reciente novela de David Grossman. Storace no se limita a realizar una translación equivocada, sino que mal interpreta la historia y los hechos. Wieseltier ya se esperaba algo semejante tratándose del NYRB: una reseña simplemente malintencionada. Pero lo que encontró mas increíble fue la ignorancia adicional. (También resulta sorprendente que el NYRB pueda elegir a David Grossman de entre todos como el racista que trata de encubrir la historia de Israel).

Pero Wieseltier llega al quid de la tensión cuando se refiere al remanente de izquierdistas pro-Israel, y cómo el discurso se ha vuelto contra Israel de una manera mucho más nítida y más personal dentro de la élite cultural liberal:
Lo que realmente molesta a Storace de la novela de Grossman es que sea tan condenadamente israelí, y que su atención se desvíe de los palestinos, que son, por supuesto, todo lo que ella necesita saber acerca de Israel. Su reseña intolerante es otro ejemplo más de esta nueva crueldad vehiculada contra Israel (por dicha élite cultural progresista). Todo un país y un pueblo han sido expulsados del reino de la simpatía imaginativa. Siempre he creído que los asentamientos son una locura, y que la noción de Benjamin Netanyahu como un pacificador frustrado me parece risible, pero no me parece más risible que la noción de un Mahmoud Abbas como un pacificador frustrado. No hay héroes en esta paz ausente. Pero hay veneno en el aire.
Una de las disculpas del antisemitismo, que ha aparecido dentro del movimiento Occupy Wall Street (OWS), es que es marginal y ciertamente no está aprobado por la "corriente principal", aunque en parte del movimiento se de. Eso está bien hasta donde llegue, pero a lo que la gente debería prestar más atención no es a la oposición política a Israel de parte de la izquierda, tan de moda en estos días, sino más bien la oposición cultural a Israel. Por ejemplo, uno de los muchos intercambios de correo electrónico filtrados entre los organizadores de Occupy Wall Street y los participantes que señalan como Israel es considerado de una manera muy particular y exclusiva y como eso es algo que todavía no se pone de manifiesto.

La conversación fue acerca de un representante del reciente movimiento de protesta de las tiendas en Israel, el "14-J", que fue a hablar en una reunión de los Occupy Wall Street. Esto que debería haber sido una especie de shidduch (compromiso) entre progresistas, resultó ser algo molesto en gran medida para los ocupantes. Así es como uno de ellos, llamado Andy Pollack, lo puso de manifiesto en un e-mail que fue publicado por Andrew Breitbart:
Me sorprendí al escuchar que el primer orador después de la introducción sería un militante israelí del movimiento de protesta de las “tiendas de campaña", ese movimiento racista que estaba luchando por unos alquileres y unas hipotecas más baratas para unas viviendas ubicadas en territorio robado. La OWS ha respondido a las críticas sobre una falta de liderazgo y de participación, y al tratamiento de las cuestiones por y en relación con la gente de color, fomentando el debate y reestructurándolo. Por el contrario, así respondió el "racista movimiento de protesta de las tiendas de campaña" a unos desafíos equivalentes representados en su caso por los palestinos, diciéndoles: "¡Callaos, dejadnos en paz, no dividáis al movimiento!".

Esperé a oír lo que ese portavoz (un tal Esdras) tenía que decir, y era tan malo como me temía. Se trataba de cuestiones técnicas de difusión del movimiento y de democracia, y ni una palabra acerca de los palestinos o de su inclusión en sus reclamaciones.

Cuando terminó, pedí la palabra (a pesar de que no había habido prevista ninguna discusión para este orden del día) e mencioné algunos de los puntos anteriores. Casi tan pronto como comencé a hablar empezaron murmullos de desacuerdo y llamamientos de que "este no es el momento" y menciones en un abrir y cerrar de ojos a que se prosiguiera con el orden del día. Uno de los responsables pidió al orador que respondiera rápidamente, y éste dijo: "Es una cuestión de alcance. Respecto a los palestinos de Israel estaban recelosos de unirse al movimiento. Vas a tener que hacer lo mismo en El Bronx. La cuestión de los palestinos en el movimiento (de las tiendas de campaña) no debe repercutir aquí".

Pues claro que sí, señor sionista, también repercute aquí. Hay una gran comunidad de palestinos exiliados en los EEUU y Nueva York es uno de sus principales componentes. Ellos quieren sus tierras, quieren sus casas y quieren el derecho al retorno. Ellos no tienen ningún interés en un movimiento que trata de regatear el precio del alquiler pagado por unos judíos sobre unas propiedades robadas por los judíos. Ni siquiera pueden volver a visitar sus hogares debido a las leyes de exclusión aprobadas por el estado racista.
En esto se ha convertido la oposición de la izquierda a Israel: ni siquiera se puede hablar con la izquierda de Israel, aunque sean israelíes como David Grossman o los manifestantes del 14-J, a menos que comiencen por admitir que todo el estado de Israel es territorio ocupado y que Israel no tiene derecho a existir tal como es o como estado judío.

Hay algo curioso y admirable en (casi) todos los judíos izquierdistas pro-israelíes. No se trata de que haya una contradicción inherente, se puede ser a la vez liberal (progresista o de izquierdas traducido a Europa) y pro-Israel, sin lugar a dudas. Es que comienzan a ser tan visceralmente poco estimados por sus compañeros ideológicos occidentales, que personas como Wieseltier y Grossman comienzan a ser desesperada y depravadamente despojados de sus identidades (progresistas) por negarse obstinadamente a renunciar a ser ellos mismos.

Por supuesto que me preocupa ver despotricar a los manifestantes del OWS contra los "banqueros judíos", pero no es menos problemático ver a los manifestantes, supuestamente razonables y de la corriente principal de la izquierda, insistir en que los judíos reflexionen sobre su apoyo no sólo al Israel actual, sino sobre la propia existencia de Israel, para que así puedan abrírseles las puertas de su club particular en un "99%". Esta extravagante falsificación cultural es el verdadero escándalo del progresismo y de la izquierda actual, y hacía allí aún se dirige la mayoría sin poner pegas.

PD. ¿Abrirán los ojos en la izquierda israelí (al menos la "nacional") o eligirán lo más cómodo, el asimilacionismo, seguir la corriente principal?

Commentary

Labels: ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home