Friday, May 25, 2012

Crónica de un "antisemitismo Express" - Shraga Blum – JSSNews



La definición de "antisemita" se ha convertido hoy en día en objeto de interminables discusiones a menudo de mala fe, en buena medida a causa de la hostilidad hacia el Estado de Israel disfrazada con el atuendo del "antisionismo", y todo ello para interrumpir cualquier debate sobre los verdaderos orígenes de esta actitud que alcanza alturas de irracionalidad. Pero no podemos prescindir de un análisis de este fenómeno con el falso pretexto de que las diversas expresiones de la judeofobia contemporánea no utilizan exactamente los mismos términos que el antisemitismo de la Edad Media.

Es cierto que hay antisemitismo ordinario, abierto, "franco", representado por el grito de "sucio judío" lanzado en plena calle contra un joven que lleva kipá, y muy a menudo es la clave de estos ataques y humillaciones. Lo son también las alusiones apenas veladas a un "poder judío" que intenta apoderarse del mundo. Sin embargo, tópicos tales como el "antisemitismo del papa o del abuelo" están muy lejos de abarcar ese nuevo odio actual hacia los judíos que toma formas mucho más perniciosas a través de los reflejos condicionados por un entorno creado por la propaganda árabe e injertados de atavismos ancestrales siempre prestos. Así pues, al lado de un antisemitismo frontal y abierto, está ese otro derivado de todas esas omisiones, de todas esas pequeñas inexactitudes, exageraciones, tomas de posición cuasi automáticas, atajos, que una terminología bien cincelada y sometida a la imposición de un pensamiento correcto, a veces involuntario, pero que refleja un estado de ánimo, un "aire del tiempo que vivimos”, una fatiga intelectual y mora, que parecen preparar una evolución que recuerda épocas siniestras.

Esto es lo que le ha sucedido a la página web de la revista "L'Express", que publicó el 18 de abril un artículo sobre la situación de los terroristas palestinos encarcelados en Israel. Pero una imagen vale más que mil palabras, y la instantánea, tomada por un fotógrafo de la AFP (la agencia francesa de prensa) y publicada en apoyo del artículo, mostraba a un "preso palestino" atrapado "entre dos soldados israelíes", cada uno de ellos apuntando su arma a la garganta del "desafortunado". Esta foto también fue publicada en su día por otras web árabes palestinas que tuvieron la honestidad, por una vez, de indicar que se tomó en una “representación” realizada por los propios palestinos en el Líbano. No hay necesidad de imaginarse el efecto de esa instantánea o escena en la web de una revista tan respetable y visitada como L’Express, que la difundió como la descripción de una escena real.

Nuestros colegas de 'alyaexpress-news" fueron los primeros en darse cuenta de este tremendo engaño buscando al azar una imagen que sirviera a un artículo que quería demostrar que la situación de los terroristas palestinos encarcelados en Israel era mucho mejor que la de los delincuentes comunes en Francia. Al darse cuenta de la superchería, requirieron a "L’Express" para que retirara la foto.

La difusión del escándalo de la foto por las webs MENA y JSSNews, entre otras, la magnitud de las reacciones de indignación de miles de usuarios de Internet y la intervención del director de "P’tit Hebdo”, Abraham Azoulay, que requirió una disculpa del L’Express, obligaron al periodista Michael Blum, quien trabaja para la AFP en Israel, a eliminar la foto al tiempo que denunciaba como suele hacer a menudo "la paranoia de algunas web judías"!. Tengan en cuenta también la actitud del valiente periodista Brice Couturier sobre France-Culture, que defiende abierta y regularmente la causa de Israel.

La reacción de la L'Express debe ser destacada inclusive si ella es característica de toda la problemática del antisemitismo que se está extendiendo a través de las venas del planeta. Bajo el titular de "No somos antisemitas", el periodista Eric Mettout iniciaba el 18 de mayo un largo mea culpa, y hay que decir a su favor que representa un ejemplo muy raro dentro de éste circulo, y al mismo tiempo apuntaba con el dedo a un vector del antisemitismo contemporáneo: la tendencia automática y ciega a favorecer la causa palestina, con la consiguiente acusación inmediata contra Israel mediante unos reflejos condicionados.

Las palabras que utiliza para expresar su pesar carecen de ambigüedad: "Ha sido un error, lo cual no quatenúa la precipitación y la mala relectura que han provocado. Eso sería en uno de los casos, pero aún hay más: dejar planear la menor ambigüedad sobre un tema tan sensible, cuando sabemos que las imágenes pueden ser usadas como armas de guerra, dar crédito a una estratagema (la foto fabricada) tan grosera, que puede ayudar a alimentar la exasperación antisionista allá donde de inflama sin necesidad de combustible, no requiern ninguna excusa. Hemos cometido errores, en serio. Cometí un error, grave: yo soy el responsable de la web del L'Express, y por lo tanto de la metedura de pata...“, Y esta es sólo una parte de su evidente arrepentimiento.

Pero su argumentación derrapa cuando el periodista añade que "sucede que los periodistas se equivocan porque nadie es perfecto". Por supuesto, pero esta excusa sería aceptable si no fuera la explicación utilizada durante decenios para justificar "errores" que, de forma sistemática y casualmente, van siempre en la misma dirección. Y casi siempre nunca son corregidos. Mettout, a continuación, aprovecha la oportunidad para criticar y atacar a "muchas web pro-Israel que acusan a los medios de comunicación franceses en su conjunto de desinformar de manera sistemática y con pleno conocimiento, alentando el antisemitismo y el terrorismo, y por qué no, acusándolos de fabricar con esa actitud a los Mohamed Merah (el asesino de Toulouse) de turno”. Mettout prosigue con una defensa corporativista que no le honra colocándose decididamente al lado de Charles Enderlin en el affaire Al-Dura, otro importante foco de desinformación antisemita.

Otro error adicional del periodista es cuando cae en la amoralidad de su medio en lo que se refiere al conflicto entre judíos y árabes: "También es una lamentación adicional: la falta de rigor en la que sin querer caemos involuntariamente, contribuye a desacreditar a nuestros colegas que hacen bien su trabajo, que relacionan el encarcelamiento arbitrario de los unos, con el extremismo religioso y las diatribas antisemitas de los otros, las operaciones militares implacables con el incesante lanzamiento de cohetes, los asentamientos ilegales con como los atentados indiscriminados...".

Y este es el otro avatar del disfraz del antisemitismo contemporáneo: colocar al mismo nivel el encarcelamiento de terroristas por parte de Israel y el odio antisemita destilado en las mezquitas y los medios de comunicación árabes; la gravedad con la que se pone al mismo nivel la construcción de viviendas judías con los atentados terroristas indiscriminados; o bien, las represalias selectivas del IDF con el lanzamiento indiscriminado de cohetes contra zonas civiles israelíes. El complemento que suele venir después, "la ejemplaridad de Israel como la única democracia en la región", no disminuye la magnitud de lo que se ha dicho antes, y también forma parte – nada inconsciente - del arsenal de la propaganda palestina.

Él periodista se queja también de estar "harto de la acusación de un sistemático y atávico antisionismo o antisemitismo de parte de los periodistas franceses sobre todo cuando solo se trata a menudo de errores lamentables", y nos advierte que “los métodos de intimidación (de las web judías) no les impedirá hablar libremente del conflicto palestino-israelí". Y aparece de nuevo la famosa excusa de que "cualquier crítica a las políticas de Israel no significa antisemitismo", pero al mismo tiempo no se cuestiona por qué Israel debe ser el único estado en el mundo que monopolice diariamente el centro de atención de los censores e indignados universales.

Este nuevo episodio de desinformación nos muestra hasta que punto el antisemitismo actual ha conseguido tener un lugar preponderante a través de muchos caminos. Mettout se defiende de que “los medias hayan fabricado a Mohamed Mera", pero es incapaz de comprender que este nuevo error es precisamente tan grave porque refleja un fenómeno que se está extendiendo y que proporciona las imágenes y las justificaciones" que precisan la locura de todos los Merah en potencia. El asesino de Toulouse no se planteó la veracidad de lo que veía en la televisión o por Internet.

Este mea culpa de Eric Mettout debe ser bienvenida, pero debe dar lugar a cambios dentro de la ética periodística, algo que no se ha hecho ni siquiera después de la tragedia de Toulouse: la puesta en cuestión total de la manera de tratar el conflicto o el inmensamente complejo Oriente Medio. En tanto las fuentes de información árabes palestinas sean acogidas como si fueran dinero en efectivo, en tanto que las redacciones eviten proporcionar y distribuir la información proporcionada por el ejército israelí o por las fuentes oficiales israelíes, en tanto la terminología periodística vigente se siga aplicando sin autocrítica a los actotes y los seguidores de este conflicto, las muy loables disculpas periodistas de Eric Mettout no servirán de nada. Y por eso resulta necesaria una señal de parte de los políticos, lo que está hoy menos garantizado que antes.

Lo que ha sucedido en la ONU, en Durban, en Ramallah o en Toulouse, también es el resultado de miles de "errores inocentes" y "prejuicios-L’Express" que han transformando al judío-Estado en un demonio y deslegitiman su existencia.

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