Tuesday, August 07, 2012

El desigual y complejo legado del Rav Elyashiv - Yoel Finkelman – Jewish Ideas Daily



La noche del pasado miércoles [N.P.: 18 de Julio de 2012], en medio de una ola de calor abrasador, cerca de un cuarto de millón de personas acudieron al funeral del Rabbi Yosef Shalom Elyashiv. A petición de la persona fallecida, no se formularon elogios, pero durante el resto de la semana la prensa haredi no habló de otra cosa más que de este hombre, de su vida, y del vacío que ha dejado su estela. Incluso el NYTimes publicó un largo obituario y casi todos los medios de comunicación judíos cubrieron la historia.

¿Quién fue el Rav Elyashiv, como era conocido ampliamente, y por qué este anciano de 102 años de edad era tan venerado?

Los que lo conocían lo bastante como para poder hablar de él y juzgarle nos hablan de una mente volcada en la Torah, de un verdadero compendio de la ley judía, de una enorme creatividad intelectual y de una gran claridad de expresión. Coronado finalmente como posek ha-dor (el árbitro halájico más importante de su generación), pocos podían ejercer una mayor influencia que él dentro de la comunidad haredi. En una época en que los grandes rabinos pueden ganar mucho dinero ejerciendo en los tribunales hasídicos o mediante la realización de "milagros" remunerados, Elyashiv se destacó como un asceta sin pretensiones, que continuó viviendo en un ruinoso apartamento de un único dormitorio en Jerusalén, en el que él y su esposa criaron a sus 12 hijos. Él seguía reuniéndose con decenas de personas cada día, ofreciendo decisiones halájicas y orientación personal, y nunca aceptó ninguna retribución o regalos.

Muchos se sorprenderán al saber que, al igual que algunos de los más grandes rabinos del siglo XX, tales como Hazon Ish y Joseph B. Soloveitchik, Elyashiv nunca estudió en una yeshiva y nunca recibió clases en otro lugar similar. Estudió por su cuenta, empleando de 16 a 20 horas al día sentado en cuclillas en su apartamento o en esta o en aquella sinagoga, comiendo poco y durmiendo menos. En consecuencia, su compromiso con respecto a la ley judía era inflexible: ningún grado de presión política o de interés propio podían influir sobre lo que él pensaba que era exigido por la halajá. Para la comunidad haredi, en general, y en particular para su vertiente lituana muy orientada hacia la yeshiva, representaba el modelo más eminente de la vida piadosa de un estudioso de la Torah, y la comunidad acudió a él, no sólo para la adopción de decisiones halájicas, sino también para la orientación política y espiritual.

Sin embargo, para los que estaban fuera de su círculo natural de seguidores, Elyashiv abandona este mundo dejando una herencia compleja. Para empezar, las propias perspectivas de Elyashiv cambiaron en el transcurso de su larga vida. Él ejemplifica el cambio de actitud de algunos rabinos haredi con respecto a la institución del Gran Rabinato, pasando de los desacuerdos respetuosos y la cooperación, a un franco antagonismo y a la adopción de posicionamientos hostiles. En su juventud y hasta sus cuarenta años, aún siendo siempre haredi, estuvo próximo de las principales figuras sionistas religiosas, figuras como los rabinos Abraham Isaac Kook y Yitzhak Herzog (unas relaciones que apenas se mencionan elogiosamente entre los haredi). También sirvió como juez en el Tribunal Superior Rabínico del Estado. Sin embargo, renunció bruscamente en la década de 1970 después del "affaire Langer", en el que el rabino Shlomo Goren permitió a los hijos de una mujer particular casarse, a pesar de las sospechas de que eran ilegítimos (y por lo tanto tenían prohibido casarse según la ley judía). Para Elyashiv, esa decisión sugería que el rabinato oficial del Estado se había visto comprometido por la política y las preocupaciones derivadas de las relaciones públicas. Durante las décadas posteriores, se mantuvo a una fría distancia de cualquier tema sionista.

Esa postura cambió con su ascenso a la fama a finales del siglo XX, momento en el que comenzó a desalojar a los rabinos no sionistas y antisionistas de los tribunales rabínicos y de los puestos del Rabinato. Esto no se debió a una renovada devoción por el sionismo y el Estado, sino por su preocupación ante el desempleo entre los rabinos haredi y por las perspectivas de incrementar la influencia haredi en la vida religiosa de Israel y entre el público. Hoy en día, la situación ha sido completamente invertida: son los rabinos sionistas religiosos quienes presionan para escalar posiciones en los tribunales rabínicos, y muy pocos son nombrados como rabinos municipales. Actualmente muchos israelíes, alienados por las resoluciones de línea dura de los rabinos haredi, reclaman como algo fundamental un proceso de renovación del Rabinato, si no su desmantelamiento por completo.

Muchas de estas resoluciones de línea dura, entre ellas los más controvertidas, se inspiraron en las miles de decisiones halájicas de Elyashiv. Por ejemplo, él adoptó una posición firme en contra de poner mucha presión a esos esposos - económica, social o física - que se negaban a dar a sus esposas un certificado de divorcio halájico, temiendo que pudiera llegar a ser un ejemplo de un divorcio invalidado por haber sido otorgado por la fuerza. Incluso se opuso a la redacción de acuerdos prematrimoniales destinados a oscurecer el equilibrio de poder entre hombres y mujeres en los procesos de divorcio.

Además, Elyashiv cuestionó la validez de las conversiones de esos conversos que no habían adoptado un estilo de vida religioso, a pesar de que algunos precedentes halájicos dictaminaban en sentido contrario. Esta política condujo directamente a la infame decisión del rabino Abraham Sherman de descalificar con carácter retroactivo las conversiones realizadas por el rabino de la corriente sionista-religiosa Rabbi Chaim Drukman, y desde entonces ha dado lugar a polémicas a nivel internacional (por la posibilidad de que otras conversiones realizadas por las diferentes corrientes del judaísmo no sean aceptadas por la autoridad religiosa de Israel) y luchas internas halájicas. En cada uno de estos casos, es necesario preguntarse: ¿Elyashiv defendía fielmente la integridad de la ley judía, o más bien desconocía e ignoraba la compleja realidad política y religiosa de los no observantes, la mayoría del pueblo judío actual, y favorecía el poder y la influencia de una irresponsable institución rabínica?

De cualquier manera, la influencia de Elyashiv en estos asuntos se derivaba de una ideología que muy bien puede encontrarse actualmente en proceso de desintegración. Esa ideología, conocida como Da'as Torah, sostiene que todas las cuestiones de carácter político, social, económico y público se deben consultar con los grandes rabinos, que representan los únicos árbitros legítimos de la práctica judía en todas las esferas de la vida.

El inmediato predecesor de Elyashiv como líder rabínico de los lituanos fue un hombre que encarnó el concepto de Da'as Torah al máximo: Rav Elazar Menajem Man Shach (1899-2001) participó activamente en la vida política israelí, en la creación de alianzas, en el castigo de los enemigos políticos y en la fundación de partidos. Elyashiv, por el contrario, tenía poco interés en las maniobras políticas y quizás una visión un tanto limitada de un mundo mucho más amplio. Él dejó los asuntos políticos y la política pública a los círculos de activistas (askanim en el lenguaje de Haredi). Esto podría presagiar una democratización de liderazgo, según lo sugerido por el profesor de la Universidad Hebrea Benjamin Brown, pero alternativamente también ha podido significar lo que ha significado tradicionalmente en los círculos de poder: la manipulación de los asesores que filtran la información que reciben y la simple corrupción.

Aun así, mientras Rav Shach razonablemente podía reclamar ser el rabino lituano más poderoso, al que los otros rabinos debían escuchar, Rav Elyashiv nunca se convirtió en una figura de ese tipo, y tal vez nunca lo intentó. Otros rabinos, sobre todo dentro de la fortaleza haredi de Bnei Brak, poseyeron importantes y numerosos seguidores, incluso tras adoptar posiciones más moderadas que Elyashiv. Se ha hecho pues evidente en las últimas décadas que no hay un Da'as Torah sino muchos, representados por rabinos de los diferentes sectores y con perspectivas en competencia.

Si esto por sí mismo no augura el colapso de la ideología de la Da’as Torah, tenemos el hecho adicional de que el nombre de Elyashiv apareció en una serie de prohibiciones que fueron ignoradas en gran medida por los judíos haredi. Sus intentos de prohibir la adquisición de títulos de formación profesional entre los haredim, o la inclusión de los estudios seculares en el plan de estudios de las jóvenes haredi (a pesar de su necesidad a la hora de apoyar financieramente el estudio de la Torah a tiempo completo de sus maridos), cayó en oídos sordos. Su nombre apareció de forma destacada en las prohibiciones relativas al uso de Internet, las conexiones a Internet en los hogares haredi, y los móviles con Internet: prohibiciones que fueron en gran medida ignoradas. Su nombre apareció nuevamente en las prohibiciones de libros escritos en idiomas que no podía leer, pero que volvieron a esos libros muy populares. Sucede muchas veces que las prohibiciones ignoradas de un rabino suponen un claro aviso de una autoridad en retroceso,

Y por eso, a pesar de la gran reverencia que se manifestó en su funeral, el legado de Rav Elyashiv es difícil de evaluar. Él nunca cambió su orientación ideológica, y su autoridad fue más limitada de lo que es generalmente admitido. Sin embargo, fue un incomparable sabio de la Torah que se enfrentó a los profundos desafíos que la vida moderna conlleva para los haredi, y todo ello con el objetivo de equilibrar la ley judía con el bienestar colectivo y la autoprotección de la comunidad. Las posturas que adoptó nacieron de una profunda preocupación por esa comunidad a la que dedicó su vida. Si su legado será sostenible, sólo el tiempo lo dirá.

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