Wednesday, August 29, 2012

¿Se lo pueden creer? Resulta que a veces los medios de comunicación son más sexistas que los haredim


(Viene al caso esta polémica con otro hecho cercano más o menos similar, por el cual la compañía Egged de autobuses, en las líneas que atraviesan zonas haredim, ha querido prescindir de todo tipo de imágenes humanas en su publicidad para evitar que se les criticara por la utilización de imágenes femeninas. Finalmente, se les ha obligado a mantener la presencia de imágenes de hombres y mujeres en su publicidad. Lo curioso del affaire que viene a continuación es que el "liberalismo y laicismo" de los medias también permite apoyar y sostener los estereotipos de género que supuestamente también dicen combatir en el ámbito publicitario.)


Sal en la herida - Mati Shemoelof - Israel Hayom

La icónica ilustración de una mujer rociando un alimento con una pizca de sal se ha retirado recientemente de embalaje de la marca de sal Salit. La empresa alegó que la ilustración se retiraba a fin de marcar específicamente los productos para la Pascua. Pero, ¿realmente necesita una marca de sal para la cocina estar ilustrada con la imagen de una mujer? ¿Por qué no se planteó esta pregunta durante el debate público que se planteó a costa de la eliminación de la mencionada ilustración? ¿Por qué una compañía que vende sal necesita la representación de un ama de casa rociando una pizca de sal sobre los alimentos?

A lo largo de la historia, se ha considerado que el lugar de las mujeres era convertirse en amas de casa, mientras que los hombres dominaban la esfera pública. Las mujeres debían ubicarse en el hogar y en la cocina, mientras que los hombres estaban destinados a utilizar su aparente mayor fuerza física para dedicarse a todos los demás asuntos.

Por un momento vamos a suponer, tal como se ha divulgado, que fue la presión ejercida por los ultra-ortodoxos la que provocó finalmente que la empresa eliminara la ilustración femenina del producto. Además, supongamos que la propia marca del producto, Salit, se haya vuelto más conservadora a la hora de publicitar sus productos y decidiera ella misma quitar ese logo femenino. Entonces, ¿resulta realmente necesario combatir esa desaparición como un ejercicio de exclusión de la presencia femenina en el ámbito público? Creo que la respuesta es no, en primer lugar porque tampoco queremos que se utilice preferentemente las imágenes de mujeres en los productos para así obtener mayores ventas. Las mujeres deben estar presentes de una manera igualitaria que los hombres, y no deben utilizarse preferentemente como objetos específicos de la publicidad.

La accionista mayoritaria de la sal Salit es la muy rica empresaria israelí Shari Arison. ¿Por qué la señora Arison no se ha preguntado alguna vez, como una inteligente mujer que tiene una gran presencia pública, por qué la empresa de la que es accionista mayoritaria posee una publicidad que parece relegar a las mujeres al ámbito de la cocina?

Arison, desde su elevada posición, podría haber cambiado el modus operandi de las empresas que posee, y ese hecho podría haber sido un gran paso en el cambio de las percepciones de género en Israel (cambiando la imagen y los roles que se asocian a los alimentos y la cultura en general). Así pues, ¿por qué Salit no cambió el logo femenino - y su mensaje subyacente - de sus productos con anterioridad? Parece ser que en algunos ámbitos es difícil desacerse de la perspectiva masculina, en gran medida a causa de la tradición, y que esto no lo remedian aquellas mujeres que entran en el muy masculino mundo de los negocios.

Los medios de comunicación, ante la ya mencionada supresión del logo femenino, reaccionaron inmediatamente burlándose, ultrajando y calumniando al "lobby ultra-ortodoxo", quién presuntamente, según ellos, había provocado la retirada de dicha imagen. Sin embargo, una rápida verificación demostró que no había existido ningún tipo de amenaza de boicot por parte de las empresas haredi. Por el contrario, fue la propia Salit la que pidió específicamente ese cambio en el etiquetado para diferenciar el producto por Pascua.

Sin embargo, las propias bromas de los muy seculares medios de comunicación, basadas en su suposición de que los ultra-ortodoxos causaron la retirada del logotipo, revelaban una visión bastante conservadora en lo que respecta a la utilización de las mujeres en la publicidad. Les resultó muy fácil sacar conclusiones sin fundamentos en una época en que las mujeres se quitan de las vallas publicitarias en las áreas haredi, se preconiza que no canten en las ceremonias del ejército, y se trata de que viajen en la parte de atrás del autobús.

Inclusive podría haber sucedido que fueran las feministas las que desearan interrumpir la asociación de género de las mujeres con la cocina y el ámbito del hogar, o bien que fueran otros sectores conservadores que quisieran preservar la exclusión de género en el ámbito público (recluyendo a las mujeres en el hogar).

Pero no, fueron los sectores más liberales e izquierdistas seculares los que presionaron para que esa imagen femenina, que asociaba a las mujeres con la cocina, permaneciera en la etiqueta, apoyando así un icono histórico que simboliza la exclusión de las mujeres de la esfera pública, mientras que la comunidad haredi no entraba a opinar sobre este affaire en particular.

Tenemos que dejar de rehuir a los que son diferentes a nosotros. Es fácil reunir a un público que pueda odiar al otro, en este caso a los haredim, pero una mirada más profunda nos mostraría que que cuando se trata de un logo femenino que trata de encasillar a las amas de casa, quizás tendríamos que pensar más como los ultra-ortodoxos.

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