Tuesday, December 04, 2012

Netanyahu sigue sin enterarse de que la doctrina del status quo ha muerto y sigue sin querer tomar las necesarias decisiones



Netanyahu y el Likud parecen decididos a cometer un suicidio político. Cuando más sensatas deberían ser sus decisiones políticas, sobre todo en vísperas electorales, parece que el vértigo se ha apoderado de sus dirigentes.

Netanyahu aparece cada vez más a los ojos de todo el mundo como el remanente del pasado, apegado a un status quo ya superado y sin futuro, y sin el vigor y la decisión necesaria para aprovechar las ventajas que se le abren a Israel para un decisivo reconocimiento de la solución de dos estados para dos pueblos y de Israel como el Estado del pueblo judío.

En vez de invertir en el Negev, Galilea y el amenazado sur del país, ha optado por represalias que tienen mucho de pataleta y de un irrefrenable carácter temporal. Su partido, el Likud, ha elegido mientras tanto para sus listas a unos representantes cada vez menos atractivos para la opinión pública mayoritaria que hasta ahora deseaba que dicho partido se situara en el eje central de la nación.

Si Netanyahu representaba hasta ahora al máximo dirigente político del país, el más sagaz, puede que pierda muy rápidamente esa consideración por su recurrente temor a actuar y por una nueva composición política dentro de su partido que le compromete para representar al un eje de la nación y su objetivo principal: asegurar la existencia de un Estado judío y democrático. algo que aparece dejado en un segundo plano en favor de peligrosos inmovilismos, y en algunos casos aventuras, binacionales. Y Netanyahu, que nunca se ha querido enfrentar directamente a esas derivas ya antes presentes en su formación, puede verse ahora relegado por su falta de decisión. El inmovilismo acostumbra a la inacción cuando menos se precisa.
Del astuto un paso atrás (una suspensión de los asentamientos temporal que hubiera reforzado a escala nacional e internacional su liderazgo y compromiso con lograr una solución) para propiciar así varios pasos adelnte (el reconocimiento implícito y general del carácter actual de Israel y de sus necesidades de seguridad), se puede pasar a un histérico paso adelante (la reanudación extemporánea de los asentamientos) para poder tener que retroceder finalmente varios pasos atrás (retrocediendo a la fuerza y demostrando debilidad a nivel de liderazgo).

Cuando se da la circunstancia de que los países europeos se habían comportado mejor que nunca antes las necesidades de autodefensa de Israel, y el reconocimiento de Palestina como miembro observador de Naciones Unidas había sido más que nunca una muestra de la necesidad urgente de garantizar una solución de dos estados que siempre será la mejor solución para Israel, Netanyahu y su gobierno han adoptado una decisión que no disimula el rencor subyacente, a la vez que prepotencia y petulancia, además de falta de inteligencia estratégica, típica también de algunas otras decisiones que han demostrado un especial entusiasmo a la hora de ignorar otros puntos de vista razonables y que merecían ser considerados, favoreciendo lecturas autorecurrentes. Es como si una especie de de fatalismo asumido y autoinducido empujara hacia las decisiones más problemáticas.

Si la separación con Europa - y con EEUU, el instigador sin lugar a dudas de los europeos - se sigue haciendo efectiva, el liderazgo político de Netanyahu, supuestamente el más astuto político del elenco israelí, podría comenzar a desintegrarse, viendo además como Livni, Lapid y los laboristas, con la no descartable colaboración del Shas y de Israel Bietenau (Lieberman, a fin de cuentas, pugna por el puesto de líder de la derecha) le hacen la cama y le descabalgan del poder.

Netanyahu debe comenzar a tomar decisiones, las que se precisan sin tardanza (la separación con los palestinos) y a las que generalmente se refiere más bien retóricamente, dedicándose principalmente a su tarea principal: asegurar la persistencia y la soberanía de Israel como Estado judío y democrático, auyentando de una vez por todas las fantasías binacionales, algunas de ellas incluso procedentes de miembros de su partido.

No obstante, y viendo la deriva cada vez más irrealista del Likud, al que ni siquiera ha sabido moderar para permitirle conservar el eje central de la vida política israelí, no le veo ni siquiera preparado para enfrentarse a sus correligionarios más radicales, por lo que no descarto que la opinión pública israelí elija finalmente opciones más centradas y capaces de tomar decisiones.

Labels:

1 Comments:

Blogger Miguel said...

Estoy de acuerdo básicamente con lo que dices, pero tengo una duda: ¿En serio crees que Bibi puede perder las elecciones? De momento parece que su lista será la más votada con diferencia, y que el bloque de derecha también gana claramente:

http://knessetjeremy.com/category/knesset/polls/

Es verdad que todavía queda tiempo y todo puede pasar, pero no soy muy optimista en este punto. Sobre un cambio electoral que descabalgue a Bibi digo.

7:24 PM  

Post a Comment

<< Home