Tuesday, January 15, 2013

Francia está en Malí, mientras el fervor anti-guerra de la izquierda permanece silencioso - Dan Hodges -. Telegraph



Así pues, está sucediendo nuevamente. Mientras el mundo ha enmudecido y el caniche británico juega mansamente, la máquina de guerra occidental está una vez más en la marcha. Otra "carnicería imperialista" está saciando su sed de sangre. Sus víctimas - inevitablemente - serán inocentes con pieles más oscuras que la nuestra. Un paso adelante de Francois Hollande, el Monstruo de Malí.

Sin duda, es sólo cuestión de tiempo antes de que las legiones de justos progresistas comiencen sus marchas anti-guerra, soliciten un boicot de los productos franceses y requieran la retirada de nuestro embajador en París. Dentro de nada, el centro de Londres se hará eco de los gritos lujuriosos de "! Pas en mon nom (No en mi nombre) !", mientras que los abogados comienzan a elaborar los documentos para detener y enjuiciar al presidente número 24 de la República Francesa.

Quizás sí, o quizás no. Puede que sólo sea sensación mía, pero el movimiento contra la guerra parece haberse mostrado mucho más lento de lo habitual cuando se trata de la última ola de aventurerismo internacional de Francia. Seamus Milne ha estado extrañamente silencioso. Una búsqueda en Google no revela ninguna condena del venerable anti-imperialista John Pilger. Incluso George Monbiot todavía no parecen haber encontrado ningún yacimiento de petróleo o de gas que nos explique los verdaderos motivos de Hollande [N.P.: todos ellos conocidos periodistas anti-Israel y anti-guerras "occidentales", con bastantes escrúpulos a la hora de analizar lo que sucede en Siria].

Estos pérfidos franceses. Justo cuando crees que el intervencionismo militar internacional es solamente la marca de fábrica de la derecha reaccionaria, ahora aparece la gran esperanza blanca del socialismo europeo (con mis disculpas para Ed Miliband, el dirigente laborista británico) y arruina el discurso. O en este caso, ha desplegado 2.500 soldados, tanques y aviones de combate.

Francois Hollande se mostró dolorido en su discurso a los franceses para explicarles que tenía el respaldo legal de la ONU para la intervención, y que existía el peligro de una desestabilización regional si no actuaba. Se trataba, según dijo su ministro de Asuntos Exteriores, de "una guerra contra el terrorismo".

Hay dos formas de ver todo esto. Una de ellas es de manera cínica. La "izquierda anti-guerra no es más que una panda de hipócritas". Y créanme, esta manera tiene sus atractivos. Si unos aviones de George W Bush estuvieran actualmente bombardeando lo que el gobierno Hollande califica de "extremistas islámicos", todos sabemos cuál sería la respuesta de esta izquierda y de sus medias.

Pero tal vez deberíamos abordar todo esto desde el otro lado. Tal vez, gracias a la acción firme de unos progresistas, como Hollande, la marea está empezando a volverse contra estos reflejos pacifistas.

Primero tuvimos el éxito - en términos relativos - con la intervención en Libia. OK, los conductores fueron Nicolas Sarkozy y David Cameron. Pero aunque su participación haya sido a regañadientes, sin el apoyo de Barack Obama nunca hubiera tenido lugar. Y Obama actuó como un escudo eficaz contra aquellos que tratan de pintar todo esto como la última fantasía vengativa de los neo-con.

Luego han sido los intentos de algunos anti-guerras de retratar al propio Obama como un criminal de guerra por su autorización permanente y continúa de los ataques con drones a los objetivos terroristas detectados en Pakistán (y Yemen). Y por lo general, esos esfuerzos han fracasado.

(...)

Sería un error decir que la izquierda está aprendiendo a amar el intervencionismo progresista. En verdad, la popularidad de Obama y de Hollande probablemente se mantendrá a pesar de, y no debido, a sus empresas militares. Pero parece como si por fin estuviéramos empezando a salir de las sombras proyectadas por Irak y Afganistán. Por lo menos, la política exterior ya no será un tema decisivo entre la izquierda convencional.

Por supuesto, las cosas pueden salir mal en Malí, como ocurrió trágicamente con la embajada de Estados Unidos en Libia el año pasado. Pero si lo hacen, será la derecha - tal como lo hemos visto en los intentos de convertir el asesinato del embajador en una baza del juego electoral - quién estará al frente de la carga, en lugar de la izquierda. Y eso a su vez será importante, ya que ayudará aún más a arrancar la causa intervencionista de la mano muerta de los neo-conservadores.

Francois Hollande es poco probable que surja de su aventura en Malí como el nuevo De Gaulle. Pero bien podría convertirse en el nuevo icono del izquierdismo para el cartel del intervencionismo progresista. Sería suficiente.

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