Friday, March 29, 2013

La esperanza por una solución de dos estados no es patrimonio de los irreflexivamente optimistas - Matt Hill - Muddled East


(Un artículo bastante pragmático y razonable de la izquierda británica, a pesar de la consabida exculpación a la parte palestina. Se recomienda leer posteriomente el de Daniel Pipes)


Por sorprendente que pueda parecer, William Hague está resultando ser el secretario de Asuntos Exteriores británico más pro-palestino de los últimos tiempos. Hablando en Washington esta semana antes de una cena con Hillary Clinton, William Hague advirtió que, como resultado del crecimiento de los asentamientos israelíes en Cisjordania, la solución de dos estados estaba "en peligro de desaparecer".

No hay nada nuevo acerca de tales afirmaciones. En 'El final del proceso de paz', en 1998, el gran escritor palestino Edward Said dijo que los sueños de su pueblo sobre poder conseguir la condición de Estado estaban siendo enterrados bajo las toneladas de asfalto de los asentamientos israelíes. Pero a medida que tales profecías se vuelven más comunes, existe el peligro de que puedan volverse una realidad haciendo que más y más gente renuncie a la paz por completo.

Así que tenemos que decirlo alto y claro: la solución de dos estados no está muerta. De hecho, un acuerdo para poner fin a la lucha entre Israel y Palestina está a nuestro alcance, aunque solamente las dos partes puedan ellas mismas adoptar dicho acuerdo.

Sin duda, esto va en contra de la sabiduría convencional. Después de todo, el objetivo apenas disimulado del programa de asentamientos de Israel era cortar la Ribera Occidental en pedazos, cubrirla con una red de viviendas e infraestructuras que ningún futuro gobierno podría atreverse a desenmarañar.

Pero viajando a través de la Ribera Occidental se puede comprobar el hecho sorprendente de  hasta qué punto esta visión está lejos de ser una realidad. La mayoría de los asentamientos se ven como pueblos remotos de unas pocas docenas de familias, aferrándose tercamente a la tierra como los cactus. La gran mayoría de los pobladores de los asentamientos viven en grandes bloques urbanos que abrazan las "líneas de 1967", sirviendo como suburbios de Tel Aviv y Jerusalén para aquellos que quieren casas baratas.

Un acuerdo de paz podría permitir que estas áreas fueran absorbidas por Israel, siendo los palestinos compensados ​​con territorios del otro lado de la frontera. Un "intercambio de territorios" del 5% de Cisjordania podría permitir que las tres cuartas partes de los colonos permanecieran en sus hogares e Israel,  dejando a un número relativamente pequeño de colonos decidir si desean volver a Israel o convertirse en residentes legales de Palestina.

Los habituales clichés de medios retratan el conflicto entre Israel y Palestina como una especie de rompecabezas diabólico. Pero, de hecho, las dos partes llegaron angustiosamente cerca de un acuerdo en sus últimas conversaciones serias, las que tuvieron lugar en 2008 entre el primer ministro israelí Ehud Olmert y el presidente palestino Mahmoud Abbas. En el momento en que fueron interrumpidas por las dificultades políticas de Olmert, los dos líderes habían acordado cómo dividir 250 km2 de Cisjordania. Para poner esto en perspectiva, es menos del 1% de la tierra por la que los israelíes y los palestinos han estado luchando desde cerca del principio del siglo pasado.

Con esto no quiero subestimar los obstáculos que se interponen en el camino de un acuerdo. Cualquier gobierno dirigido por Benjamin Netanyahu es poco probable que muestre demasiado entusiasmo por unas conversaciones que podrían llevar a Israel a poner fin a la ocupación. Mientras tanto, los palestinos están crónicamente divididos: entre la Ribera Occidental y Gaza, entre Fatah y Hamas, entre el pragmatismo y la militancia. Las encuestas de opinión sugieren que ambas opiniones públicas siguen apoyando a un acuerdo, pero cada vez mas dudan de la capacidad de sus líderes para lograr uno.

El pesimismo puede estar a la orden del día, pero una visión más amplia nos muestra hasta qué punto los israelíes y los palestinos han llegado a un compromiso. Donde una vez ambas partes esperaban cerrar los ojos, chocar sus talones y despertarse en un mundo donde la otra parte hubiera desaparecido, ahora tenemos una solución de dos estados que es reconocida como la única que puede resolver el conflicto.

Cuando el líder del Hogar Judío, Naftali Bennett, propuso recientemente que Israel abandonara la búsqueda de la paz y se conformara a cambio con la paz y la tranquilidad, él fue etiquetado de extremista, pero esas ideas estaban dentro de la corriente principal de la opinión israelí desde hace mucho tiempo (Yitzakh Rabin, ahora recordado como un mártir pacificador, manejaba un plan similar). Y los palestinos, que sólo hace unos pocos años se entregaron a una sangrienta Intifada, reconocen cada vez más la inutilidad de la lucha armada - con un Fatah desarmado y algunas figuras de Hamas abiertas a una solución de dos estados -.

Es más, hoy en día, hay un solido consenso internacional sobre cómo resolver el problema: dos estados con una frontera a lo largo de las "líneas de 1967" (con intercambios territoriales acordados), una capital compartida en Jerusalén y un acuerdo para compensar a los palestinos desplazados por el conflicto. Muchos de estos detalles ya han sido tratados durante las conversaciones anteriores, como las que existieron entre Olmert y Abbas. La Autoridad Palestina reconoce el derecho de Israel a vivir en paz y seguridad, y su presidente ha sido elogiado como un "socio para la paz" por su homólogo israelí Shimon Peres. Por otra parte, los 22 países de la Liga Árabe - una vez enemigos jurados de Israel - han ofrecido su pleno reconocimiento a cambio de la creación de un Estado palestino.

Incluso un político de la línea dura como Netanyahu se vio obligado en 2011 a declarar su apoyo a la idea de un Estado palestino. Él pudo haberlo pronunciado con los dientes apretados, pero el hecho es que no estaba obligado a hacerlo en absoluto, aunque una negativa volvería su posición inaceptable ante la comunidad internacional, y sobre todo ante la administración Obama.

¿Por qué ahora, con la derecha israelí cada vez más a la defensiva, es la izquierda mundial la que comienza a abandonar su apoyo a una solución de dos estados y regresa a la escuela Dorothy de Kansas de resolución de conflictos? Muchos autores pro-palestinos y activistas de grupos como el movimiento BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) han dejado de hacer campaña por un Estado palestino. Por el contrario, ahora abogan por la solución del conflicto mediante la creación de un país democrático y secular para todos, basada en el principio de una persona, un voto.

Apelando a cómo esto podría sonar, la "solución de un único Estado" es como decirle a una pareja en medio de una ruptura desordenada y violenta que, dado que no pueden ponerse de acuerdo sobre cómo dividir la colección de CD's, la respuesta a sus problemas sería casarse de nuevo en su lugar. Los estados binacionales rara vez tienen éxito en la práctica: pregúnteselo a los checos y a los eslovacos, que se separaron después de 75 años de convivencia, o a los flamencos y los valones, cuyas diferencias están causando que la rica y pacífica Bélgica se esté dividiendo por sus costuras. La solución de un único Estado es una idea agitadora, pero incluso si nadie tiene ni idea de cómo llegar hasta allí, duraría aproximadamente el mismo tiempo en esa parte del mundo que un muñeco de nieve en junio.

La solución de dos estados no arreglará todos los males cometidos en el curso del conflicto. Además se crearán dos sociedades imperfectas y no una utopía. Será un compromiso imperfecto y viable entre las esperanzas de ambos pueblos y sus necesidades. Esto puede decepcionar a los izquierdistas "radicales" para quienes el compromiso es una mala palabra. Pero tal como ha escrito el escritor israelí Amos Oz: "lo contrario del compromiso no es el idealismo. Lo contrario al compromiso es el fanatismo y la muerte".

Al igual que una anciana tía sentada sobre un montón de dinero, la solución de dos estados está rodeada de posibles herederos, los cuales preparan con entusiasmo su obituario. En estas circunstancias, la más radical - y necesaria - postura que podemos tomar es la esperanza.

Labels: ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home