Sunday, March 24, 2013

Obama en Israel. Valió la espera - Ben Caspit - Al Monitor



(Un muy buen análisis, muy interesante)

Más vale tarde que nunca. El presidente Barack Obama hizo su numerito en Jerusalén, y funcionó.

Como era de esperar, el presidente estadounidense echó mano de su toque mágico y también electrificó a su audiencia israelí. Durante cuatro largos y tortuosos años, ellos le habían estado esperando, mirando sin poder hacer nada mientras él daba la mayor parte de su atención al mundo árabe en torno a ellos. Ellos contemplaron lo poco que les daba, pero sobre todo a su primer ministro, un hombro frío, relegándolos a la parte inferior de sus prioridades. Pero si todo sale bien vale la pena la espera. Y aunque lea su discurso en su teleprompter, aunque su contenido provenga del material de investigación del personal de su embajada y de las agencias de inteligencia, y aunque se apoye en los grandes medios que están a disposición del presidente de una superpotencia, cuando todo está dicho y hecho, sigue siendo él, Obama.

Este hombre parece estar presionando algún botón secreto para crear expectación y admiración entre sus oyentes, y no importa en qué parte del mundo pronuncie su discurso. El pasado jueves [21 de marzo], dio un discurso en Jerusalén, pero a quien realmente conquistó fue a Tel Aviv. Y es que no había jerusalemitas en el Israel Convention Center de Jerusalén, allí todos eran habitantes de Tel Aviv. De hecho, habíamos pedido a Obama que visitara Tel Aviv, donde podía encontrar al auténtico, original, liberal y sano Israel: el Israel democrático.

Obama optó por Jerusalén, pero se trajo con él a Tel Aviv. Sólo un puñado de ultra-ortodoxos, sionistas religiosos o derechistas se podían ver entre la audiencia. La embajada estadounidense eligió a dedo a un público liberal, sensato y occidental para el discurso del presidente. Para utilizar términos estadounidenses, Barack Obama pareció dirigirse a un caucus del Partido Demócrata en Boston. Se veía como si jugara un partido en casa, ante sus aficionados . Me pareció una especie de bienvenida al hijo perdido que volvía a casa. Obama sabía tocar los botones correctos, aunque no escatimó a la audiencia sus críticas.

Este fue un comienzo tardío de una maravillosa amistad.

Hay otra manera menos optimista de mirar el discurso de Obama en Jerusalén, una que se centra en el vaso medio vacío. Obama estaba predicando principalmente a los conversos a su fe, a esos israelíes que están cerca de su corazón y que en las últimas elecciones se levantaron para sacar una bandera roja al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu. Este era el Israel que ya no cree realmente en la paz, pero que sin embargo la anhela y está dispuesto a hacer grandes sacrificios para que llegue.

Para ponerlo en términos americanos, Obama ganó la nominación presidencial del Partido Demócrata. Esa es la parte relativamente fácil. La tarea más desalentadora - convencer a los opositores y a los fanáticos - todavía está por venir. Él tiene que influir en gente como Naftali Bennett, el líder de Habayit Hayehudi, quien afirma que no hay ocupación porque un pueblo no puede ser un ocupante en su patria histórica.

Estas personas no compran el encanto de Obama. En su opinión, se trata de un encanto hueco que no se sostiene en el Oriente Medio. Para ellos las consignas de Obamas son consignas  vacías fuera del tiempo y de la realidad, sobre todo de cara a las oleadas de celo islámico que se estrellan en las costas de este país asediado.

Esta otra mitad de Israel contempla a Benjamin Netanyahu como a un portador de buenas noticias. Las intrigas, evasiones, pérdidas de tiempo, incumplimiento de promesas, doble lenguaje y mensajes contradictorios de Bibi, son todos considerados como activos importantes por esos israelíes que no creen en una solución de dos estados al oeste del río Jordán.

Cuando se trata de estas personas, Obama tendrá que arremangarse y ponerse a trabajar. Él tendrá que mostrarles, capítulo a capítulo, y versículo a versículo, que tendrían más que perder que ganar aferrándose a la idea del Gran Israel.


Vamos a analizar brevemente el electorado israelí, empezando por el segmento más cercano a Obama y más próximo a sus ideas. Estos son los israelíes optimistas que todavía creen en la paz a pesar de todo. Vamos a llamarlos los "Shimon Peres". Después de todo, Obama usó al presidente Shimon Peres, su lenguaje, ese lenguaje de optimismo inquebrantable que no ve solo riesgos sino también oportunidades. Hubo un momento en que estos israelíes componían aproximadamente la mitad del electorado, era el histórico y antaño poderoso campo de la izquierda israelí. La intransigencia de los árabes que nos rodean, agravado por el aventurerismo innecesario del ex ministro de Defensa, Ehud Barak, diezmaron este sector, que actualmente representa a cerca de una cuarta parte de los israelíes. Después de haber perdido cerca del 50% de su tamaño  en los últimos diez años, este campo sigue disminuyendo.

Enfrentado a ellos está el campo nacionalista, el sector derechista de la población, incluyendo a los colonos y cierta parte de los ultra-ortodoxos. Hasta no hace mucho se podía definir a estas personas como "Likudniks" o "Bibistas". Hoy en día esto ya no es tan evidente. Tal vez sería más apropiado llamarlos "Bennettistas'', tras el éxito de Naftali Bennett. Ellos también representan alrededor de un cuarto de la población, pero su número sigue creciendo. La demografía, la geografía y la historia están a su favor.

¿Podrían ser persuadidos? Sí, se puede, pero sólo a una pequeña parte de ellos. Por cierto, si nos fijamos en el mapa político de Israel podemos encontrar bastantes pocos remanentes de ese sector que sí ha sido persuadido, como los ex primeros ministros Ariel Sharon y Ehud Olmert, y la actual ministro de Justicia,  Tzipi Livni . Esta es una lista muy parcial de la "familia guerrera" - es decir, de aquellas personas que nacieron y se criaron con los valores del Herut y del Likud y ahora se han vuelto pacifistas -. Así que el proceso sí es posible, aunque poco frecuente.

¿Y qué pasa con la otra mitad de la población, la mayoría silenciosa israelí? Estos deben ser denominados actualmente "Lapidistas". En este momento, están representados por el líder del Yesh Atid, Yair Lapid, el político israelí que más se parece a Barack Obama.

Pero estos son los israelíes indecisos. Sí, ellos quieren la paz. Sí, ellos están dispuestos a renunciar a muchas cosas por la paz, tal vez incluso a casi todo. Pero no, en realidad no creen que la paz sea posible. Ellos realmente no creen que haya un socio con quien hacer la paz. Miran arder a Siria, a Hamas y a la Jihad en Gaza, observan a Egipto, donde las masas siguen gritando "Muerte a Israel" en cada manifestación. Ellos ven el lavado de cerebro antisemita en el sistema educativo palestino y a las llaves a las que muchos palestinos se aferran con la esperanza de regresar a sus pueblos que ya no existen en Israel.

Así pues ellos son escépticos. Ellos piensan que ahora es una pérdida de tiempo y que un acuerdo no es una opción viable en estos momentos. Son los israelíes - los "Lapidistas" – a los que Obama se dirigió el jueves. Son ellos los que tienen que pasar al campo de Obama y de Shimon Peres. Si puede hacer eso, puede contar con sus bendiciones. Si puede hacer eso, se podrá reanudar las negociaciones con seriedad y todo lo que le quedará por hacer a Obama es hacer la misma cosa, pero con la otra parte, los palestinos.

Dicho sea de paso, se dará cuenta que esa otra parte le resultará mucho más difícil. 

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1 Comments:

Blogger HArendt said...

Interesante comentario. Desde luego, sin el "impulso" estadounidense, la mera posibilidad de un acuerdo de mínimos entre israelíes y palestinos resulta imposible. Yo quiero creer en la mayoría democrática del pueblo de Israel. Israel tiene derecho a la esperanza, a una paz duradera y justa. Y eso es imposible sin el reconocimiento del estado palestino. Espero que lo consiga de todo corazón.

6:41 PM  

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