Monday, May 20, 2013

Ya es oficial: gracias al boicot de Israel de Stephen Hawking, ya no hay más antisemitismo - Howard Jacobson - The Independent



Acérquense todos. Les daré una noticia importante. !El antisemitismo ya no existe! Qué repiquen por lo tanto las campanas, el odio más antiguo ha dejado de existir. Ya es kaput, ha estirado la pata, ha arrastrado los pies fuera de su envoltura mortal y se ha reunido a ese maldito coro invisible. Es un fiambre, damas y caballeros. Se acabaron esos "Ex-Prejuicios".

Me enteré de esta noticia por una moción aprobada por la Universidad y el College Union declarando que las críticas a Israel "nunca" pueden ser antisemitas, y como "nunca" significa "nunca", es una garantía de que el odio a los judíos se ha terminado, y eso es porque... bueno, porque resulta imposible creer que un activo antisemita vaya - aunque sólo sea de manera oportunista - a buscar algún lugar donde anidar en las múltiples recovecos de aquellos que desean perjudicar a Israel, ya sea por un generalmente difuso antisionismo, o en las más específicas campañas de Boicot y Desinversión, las Semanas del Apartheid israelí, o en los movimientos para poner fin a la Ocupación y similares.

Por supuesto, usted no tiene que odiar a los judíos para odiar a Israel, pero me dicen que ya no encontraremos a gente que odie a los judíos en todas esos simpáticos movimientos y actividades, que criticar a Israel "nunca" podrá ser una expresión de odio a los judíos, ni siquiera cuando adquiere la forma de acusar a los soldados israelíes de extraer órganos a los palestinos. Entonces, y resumiendo, podemos deducir que no existe odio a los judíos en la izquierda.

Estas buenas nuevas parecen ser confirmadas por el juez Anthony Snelson, quien investigando una queja de que el College Unión era institucionalmente antisemita,  no encontró ningún rastro de cualquier bestia antisemita, y ninguna sugerencia de que hubiera acechado alguna vez o estuviera al acecho. En suma, ni el más leve roce de sus zarpas, ni siquiera como una sombra congelada en una pared. De hecho, tan inmaculada era el College Unión en todos sus movimientos anti-Israel y en sus redefiniciones del antisemitismo, que el juez Snelson reprendió a los propios demandantes judíos:
a) por hacerle perder el tiempo sin evidencias.
b) por su manera irresponsable de alarmar al público bolsa.
c) por tratar de silenciar el debate, que, por supuesto, es la característica que mejor representa al movimiento de Boicot y Desinversión.
Fue ese mismo juez Snelson, querido lector, el que falló a favor de una mujer musulmana que reclamó que un vestido de cóctel que esperaban sus patrones que llevara, mientras trabajaba como camarera en Mayfair, "violaba su dignidad". Para nuestro juez, uno no podía preguntarse qué demonios hacía ella trabajando como camarera en un bar de cócteles en Mayfair. Si ella sentía que estaba trabajando en un "ambiente hostil", entonces para nuestro juez verdaderamente trabajaba en un "ambiente hostil", pero eso sí, no deberíamos confundir esa sensación con la de un judío que estuviera trabajando en un ambiente hostil, el del College Unión por ejemplo, ya que decretada formalmente la abolición del antisemitismo, ya no puede existir tal cosa como un ambiente hostil hacia los judíos. Mi punto de vista es que los credenciales del señor juez Snelson para reconocer a esos judíos obsesionados con el antisemitismo, resultan impecables.

Y ahora nos llega Stephen Hawking anunciando, gracias a un dispositivo que le permite comunicarse y que es de fabricación israelí, que ya no quiere hablar ni comunicarse con los científicos israelíes, ni siquiera con los que inventaron dicho dispositivo, o con esos otros científicos israelíes que han inventado o pueden inventar otros avances científicos, inclusive historiadores críticos, biólogos o físicos de cualquier tipo, y sin importar cuáles sean sus relaciones con los eruditos palestinos, con los que por el contrario sí quiere hablar y comunicarse.

Y ya de paso se nos recuerda que ese boicot cultural con el que Stephen Hawking ha decidido unir su suerte, pronto será totalmente a-judío, lo que es una muy buena noticia. "Paz", es todo lo que el profesor Hawking busca, una palabra que se queda fuera de la declaración que figura en la web de la Palestine Solidarity Campaign o PSC (Campaña de Solidaridad con Palestina), presumiblemente porque todo el mundo ya sabe que la paz es todo lo que el  PSC siempre ha deseado.

Para aquellos que se preguntan por qué Israel es el único de todos los países supuestamente infractores que debe ser boicoteado, la respuesta se vuelve aún más pertinente y clara: los movimientos de boicot no pueden cambiar un mundo repleto de países infractores, pero esa no es razón para no tratar de cambiar una pequeña parte del mismo, en este caso, la parte en la que sienten que tienen más posibilidades de éxito, la única que también por otro parte resulta que es judía.

Además, todo esto resulta ser, de hecho, una especie de "cumplido" para los judíos. John MacGabhann, el secretario general del Sindicato de Profesores de Irlanda que apoya el boicot, lo dejó claro al hablar de que "esperaban más" del gobierno de Israel, precisamente porque "pensaban que la actuación de los gobiernos israelíes sería mejor que las de otros países a la hora de defender los derechos de los demás", lo que implica que esperaban mucho menos del resto de países y gobiernos infractores, ya que no creían que ellos pudieran actuar mejor que Israel a la hora de defender los derechos de los demás . ¿Y por qué? Debería ya saberlo, querido lector, porque esos otros gobiernos no eran judíos.

Yo, si fuera un ciudadano, por ejemplo, de uno de esos países musulmanes que son muy mayoritariamente infractores de esos derechos, y que no están siendo boicoteados, a todo esto lo llamaría racismo implícito, pues implica la suposición tácita de que en esos países nada podrá lograrse, por ejemplo, sobre la persecución de las mujeres, el ataque a las minorías, la discriminación contra los cristianos, el ahorcamiento de los adúlteros y los homosexuales, y así sucesivamente, porque tales cosas resultan que son intrínsecas de sus culturas. Pero eso no parece importar demasiado, porque por lo menos ahora nos hemos librado del antisemitismo, y la lucha contra la islamofobia deberá ser nuestro próximo objetivo principal.

Resulta alentador de todas maneras, que después de tantos años de observar cómo se describe a Israel de una manera intratable y despiadada, nos enteremos de que estos activistas consideran que sí vale la pena presionar a Israel porque existen buenas probabilidades de conseguir que cambie su camino. Es una prueba suplementaria de que nuestra nueva abrogación del antisemitismo debería permitirnos ver a Israel como un objetivo accesible, el único país en el mundo que, a pesar de sus ambiciones de suicidio, se sentirá afectado y dolorido cuando actores, músicos y los secretarios de los maestros irlandeses dejen de intercambiar sus puntos de vista con él. Todo lo que ahora necesitamos hacer es reconocer que los que tratan de aislar a Israel, silenciarlo e incluso tratar de persuadirlo de que acepte su propia ilegitimidad, no pretenden nada más que hacerle un favor a Israel y demostrarle su amor.

¿Puede suceder que, aún quedando lejos el día en que Israel dejara de existir, el resto de los países de la región, esos defensores de los derechos y amantes de la paz, se reúnan para vivir en un mundo de tolerancia y la amistad, y ni siquiera sea ya necesario hablar de la muerte del antisemitismo porque nosotros ya habremos olvidado que alguna vez existió? Será entonces cuando los judíos sabrán que están finalmente a salvo. Oh, qué bonito será oír el repique de las campanas.

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