Saturday, July 20, 2013

Un sionista Tisha B'Av - Ed. JPost


Menahem Kahana

Tisha B'Av, el ayuno del 9 de Av que se celebró el martes, es un tiempo para la introspección, no sólo ni principalmente a nivel individual, sino también a nivel nacional.

La fecha marca el aniversario de la destrucción tanto del Primer y Segundo Templo y, quizás más importante, el fin de la soberanía judía y el exilio, por primera vez en 586 a. C,  y de nuevo en el año 70 d. C.

No es de extrañar que para los sionistas seculares, que iniciaron con éxito el retorno del pueblo judío a su tierra mientras que la mayor parte de su hermanos más tradicionales esperaban la intervención celestial, Tisha B'Av no encajara muy bien con la nueva narrativa nacional.

Aunque interpretaciones novedosas se introdujeron en festividades judías como Hánukka y Shavuot para ayudar a edificar una ideología sionista que construyera una continuidad entre el pasado remoto y el radical presente, añadiendo legitimidad a la revolución sionista, Tisha B'Av fue ignorado en gran medida. Y esto no solamente porque la fecha inevitablemente caía durante las vacaciones de verano, cuando los niños estaban fuera de la influencia de las escuelas estatales.

Hubo pues, entre los sionistas, una dificultad fundamental y comprensible de identificación con la devastación, destrucción y el exilio de Israel en un momento en donde la soberanía judía sobre la Tierra Prometida había sido restaurada y la reunión de la diáspora se desarrollaba ante sus ojos.

Y aunque el liderazgo sionista secular - en particular David Ben-Gurion, con sus clases semanales dedicadas a la Biblia en su propia casa y con la presencia de luminarias del joven estado - alentó un renovado interés por la Biblia, este interés se centró en los libros que se consideraron relevantes. Josué fue estudiado porque habló de la conquista de la Tierra de Israel por la segunda generación de judíos que salieron de Egipto. Isaías, que preveía la redención, y Amos, que se centró en la justicia social, fueron unos profetas que también tenían un mensaje que comunicar para los sionistas del estado naciente.

Pero el profeta Jeremías, el que más se asocia con Tisha B'Av - según la tradición rabínica, escribió las Lamentaciones, que se leen públicamente en Tisha B'Av -, fue ignorado en gran medida. Después de todo, Jeremías aconsejó la sumisión al imperio de Babilonia, renunciando a la soberanía política judía. ¿Qué clase de mensaje podía enviar a una generación de judíos que se habían embarcado en la tarea de construcción del Estado?

A día de hoy, el programa de estudio de la Biblia en los institutos y escuelas del sistema escolar laico da relativamente poco énfasis al Libro de Jeremías, a excepción de la historia del trágico asesinato de Gedalías ben Ahicam. Porque fue el resultado de las intrigas intestinas a raíz de la destrucción del Primer Templo, y porque fue un síntoma de la violencia social y de un fanatismo que no conoció límites en la lucha por el poder político, el asesinato de Gedalia se compara con el asesinato del primer ministro Yitzhak Rabin el 4 de noviembre de 1995.

Pero tal vez haya llegado el momento de que la sociedad israelí revise el libro de Jeremías y revalúe la pertinencia de Tisha B'Av como un día para la introspección colectiva.

Aunque Jeremías es conocido principalmente por profetizar la destrucción, la mayor parte de su vida fue una continúa lucha por enseñar al pueblo judío que estaba en su poder prevenir e impedir esa destrucción. Y este es un mensaje muy importante para consolidar firmemente al Estado de Israel, sobre todo para hacer frente a la decadencia del viejo ethos y del crisol elaborado por los fundadores del estado y el Partido Laborista.

La tarea ya no es poner a un lado todas las diferencias para así centrarnos en la creación de un Estado judío a partir de cero. El reto para el Israel contemporáneo es, más bien, la búsqueda de un denominador común cultural que permita a una sociedad cada vez más dividida en una serie de tribus que descarada y preferentemente buscan autoafirmarse - haredi, sionista religiosa, secular - poder vivir en paz y con respeto mutuo pese a todas las complejidades que nos separan.

Jeremías intentó - y fracasó - advertir a los reyes de Judea (Josías, Joacim y Sedequías) de los límites del poder y de la presencia engañosamente tranquilizadora del Templo, como si se tratara de una señal del favor de Dios. Tampoco se prestó atención a las profecías de Jeremías enfatizando la importancia de la justicia social - el cuidado de los más débiles de entre nosotros, acabar con la corrupción, mantener la ley y el orden -.

En este 65º Tisha B'Av desde el establecimiento del Estado de Israel, debemos recordarnos a nosotros mismos las lecciones de Jeremías abandonadas durante los previos intentos de recuperar la soberanía judía, y trabajar para garantizar que los errores cometidos en el pasado no se repitan.

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