Sunday, July 21, 2013

Un viaje en tren de Petersburgo a Odessa en 1905 con Vladimir (Zeev) Jabotinsky - UPJF



Jabotinsky no era un hombre religioso en el sentido estricto y tradicional de la palabra... Pero, aunque no respetaba la Torah y las mitzvot, Jabotinsky respetaba a los creyentes, y respetaba y apreciaba a los hombres cuyos pasos estaban guiados por la fe...

La huella de la relación de Jabotinsky con la religión aparece en sus primeros contactos con las multitudes judías. Sh. Saltzman relata en sus memorias un ejemplo característico de la actitud de Jabotinsky mientras viajaba en tren en 1905 (Jabotinsky tenía entonces 25 años) entre San Petersburgo y Odessa.

Por la mañana, cuando el tren acababa de entrar en la Zona de residencia (Pale, la vasta zona de residencia donde fueron confinados los judíos en la Rusia zarista), en las cercanías de Vilna, los pasajeros que montaban en el tren eran todos judíos. Se oía la sonoridad del yiddish y como los judíos lituanos llenaban los vagones. De repente, uno de los pasajeros exclamó: "Judíos, es la hora de la oración, vengan a unirse inmediatamente al minián". Inmediatamente, los judíos ortodoxos se pusieron sus talit y sus tefilín. Mientras, los jóvenes bundistas (miembros del Bund, un movimiento socialista y autonomista judío) que estaban en el tren empezaron a protestar porque el vagón no era una sinagoga, convertirlo en eso era contrario a las costumbres, e incluso comenzaron a amenazarle con impedirles orar.

Los judíos observantes les respondieron con cólera: "Si ustedes lo desean, váyanse, y si no seremos nosotros quienes les hagan partir". Uno de ellos comenzó a orar y con entusiasmo se puso a entonar el versículo "Ma tovou Ohalékha Yaakov ...", y todo el coche se transformó en una tienda de Shem. Entonces un revisor cristiano entró en el vagón para comprobar los billetes y empezó a solicitarlos, pero ninguno de los judíos observantes, en plena oración, dejó de orar ni le atendió. Estaban en plena oración silenciosa y en voz alta de la Amidá, y el revisor del tren se detiene también, sin atreverse a abrir la boca antes del final de la oración.

Jabotinsky permanecía sentado en silencio, sumido en sus pensamientos ... Por fin dijo: "Ese mismo judío que se mostró insolente con el revisor, que viven según su fe y no prestan atención a los insultos de los bundistas, ese judío lleno de confianza, de fuerza y de fe en Dios es uno de los que nos ayudaron a llegar hasta aquí, uno de los que perpetuaron la cadena de la tradición, que conservaron y mantuvieron su esencia, y que la han hecho crecer durante miles de años... Y si nosotros, los sionistas, podemos creer en el sionismo con la misma fe que ese judío manifiesta por el Todopoderoso, no tendré la más mínima duda de nuestra victoria final... "

(Extracto de J. Schechtman, "The Jabotinsky Story: Rebel and Statesman")

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