Wednesday, August 07, 2013

Los progres se lo preguntan (¿Qué hay de malo en tirar piedras (a los judíos)? - Micah Stein - OZion)



Muhammad Abu Hashem fue el protagonista este lunes del artículo de primera plana del New York Times sobre la "cultura del lanzamiento de piedras" entre los jóvenes de Cisjordania. Muhammad tiene dos aficiones: (1) "Los chicos tienen aficiones y mi hobby es tirar piedras" y (2) "una de sus aficiones es rescatar los huevos de aves abandonados y cultivarlos en jaulas calentadas por bombillas hasta que nacen".

En el caso de que aún no lo capten, Muhammad es nuestro sensible héroe, un luchador por la libertad que se ha visto conducido a una violencia simbólica y autodestructiva por culpa de los odiosos israelíes. ¡Y el es además un amante de los animales!.  Jodi Rudoren, la jefa de la oficina del NYTimes en Jerusalén es la autora de este simplista y, francamente, extravagante artículo.

En resumen: el artículo nos cuenta la historia de la familia Abu Hashem de Beit Ommar, cuyos siete miembros masculinos han pasado algún tiempo en las cárceles israelíes durante los últimos tres años por una serie de delitos, incluido el lanzamiento de piedras [N.P.: contra los soldados, los colonos, los judíos, en definitiva]. Nuestra corresponsal nos habla del lanzamiento de piedras como de un "rito de iniciación" de los niños palestinos que juegan a "los árabes y a los soldados (o judíos)", y donde los niños de 10 años de edad "se sienten felices" cuando arrojan piedras a los soldados.

De camino, Rudoren exalta y minimiza al mismo tiempo la violencia palestina (una impresionante hazaña periodística), idealizando una cultura que alienta el comportamiento violento y peligroso para los propios niños y jóvenes. Hay una historia aquí, por supuesto, pero una historia que nos habla de la tóxica cultura de la victimización entre los palestinos, del fracaso absoluto de su liderazgo adulto y de las posibles consecuencias para el proceso de paz. Obviamente, Rudoren ignora esta parte de la historia. En cambio, se contenta con citar a nuestro héroe y sus huecos y conocidos clichés: "Un día de confrontación (con los soldados, colonos, etcétera) es mejor que un día libre".

En primer lugar, vamos a sacar este tema del ámbito de la estética progresista: tirar piedras a los coches es extremadamente peligroso. Esta realidad de alguna manera se pasa por alto en la descripción de ese "acto de honor y desafío”,  aunque en el articulo, para mostrar la "inutilidad de las piedras", Rudoren se las arregla con una breve cita de una mujer israelí que siente como si estuviera "conduciendo a través de una zona de guerra" cada vez que coge el coche para ir a comer una pizza. Esa mujer también menciona como un israelí y su hijo pequeño fueron asesinados recientemente, pero Rudoren no se molesta, por ejemplo, en verificar y documentar esa historia ni nada más. (El nombre de la victima, en caso de que se lo pregunten, es Asher Palmer).

El lanzamiento de rocas y piedras es también ilegal, tanto en Israel como en todo el mundo. En Australia, la Seccion 49A de la Ley de Delitos sanciona con una pena máxima de prisión de 5 años por "lanzar piedras y otros objetos contra vehículos y buques". En los Estados Unidos, lanzar piedras a los coches puede ser un delito grave de agresión, y la acusación de "agresión mortal" en algunos estados conlleva una pena de hasta 15 anos de prisión. No hay nada en absoluto de inusual o de extremista en el tratamiento de los lanzadores de piedras en Israel.

¿Que piensan los lideres palestinos sobre este "hobby" que lanza a sus hijos a prisión? En la escuela secundaria en Beit Ommar, donde 20 estudiantes perdieron sus clases por estancias en la cárcel por ese motivo, un maestro "ve a los lanzadores de piedras con una mezcla de orgullo, por enfrentarse a Israel, y con temor por su seguridad". Mientras tanto, a uno de estos lanzadores de piedra que fue liberado recientemente de la cárcel, se le otorgó una gran bienvenida al volver a casa como "un héroe de guerra, con banderas y fuegos artificiales, con las mujeres de gala a lo largo de las calles para animar su trayecto".

El artículo de Rudoren tiene todos los elementos del típico y clásico cuento chino tan querido de los progres: Niños vs soldados (no importa que el joven en cuestión, Muhammad, tenga 17 años de edad y solo uno más que sus homólogos del IDF); rocas frente a armas; robo de frutas frente a el "robo de tierras" (a Muhammad eso le resulta "especialmente delicioso"). Hay incluso una historia de amor, como cuando Muhammad le dice a su novia: "Ten cuidado, tal vez tenga que estar un mes libre y otros 10 meses en prisión". (No se preocupen, ellos estarán juntos: “ella le dice, 'OK, te esperaré’ ”).

¿Se puede culpar a Rudoren por quedar atrapada en esta romántica historia de un adolescente palestino luchando contra el feroz ejercito israelí por si mismo? Si, se puede. Rudoren es una periodista del New York Times y tiene la responsabilidad de evaluar las cosas en vez de actuar como un loro. En su brillante descripción de los lanzamientos de piedras, cruza la línea de la objetividad convirtiéndose en una propagandista en lugar de una reportera.

Pero a pesar de sus errores periodísticos, Rudoren, de hecho, muestra el núcleo central de la cuestión: el núcleo intelectual e ideológico del movimiento de resistencia palestina está hueco. Los partidarios de los palestinos rápidamente trataron de desacreditar está inesperada revelación de parte de Rudoren. En la web antisionista y pro-palestina +972 Magazine, Noam Sheizaf lamentaba su "investigación pseudo-antropológica" sobre el lanzamiento de piedras por echar de menos los motivos legítimos de esa práctica, como la "ocupación" y la "resistencia". Sheizaf se quejaba de que Rudoren utilice el "tono, el lenguaje y los argumentos de la derecha israelí" en su artículo.

De hecho, el problema es justamente lo contrario. Rudoren ha hecho un trabajo maravilloso al capturar como se sienten y en que piensan los palestinos cuando lanzan  piedras contra los israelíes. No importa que la práctica sea sin sentido y equivocada, en realidad es un hábito autodestructivo que demuestra la mentalidad que se transmite de padres a hijos. En Beit Ommar, sigue siendo un "rito de iniciación y un acto de honor y de desafío". Y ese es precisamente el problema.

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