Thursday, September 19, 2013

La verdad sobre los judíos Mizrahim (Choque de Culturas - Lyn Julius - JPost)



La ortodoxia post-colonial - esa que afirma que los árabes musulmanes no pueden ser colonizadores - está siendo seriamente cuestionada por el historiador francés Georges Bensoussan. Sí, nos dice, ellos lo fueron y pueden seguir siéndolo, y los judíos que vivían bajo el dominio musulmán eran los colonizados.

Ya han pasado 65 años desde que el estudioso marxista francés de origen judeo-polaco Maxime Rodinson publicara su influyente ensayo, y posteriormente su libro, "Israel: ¿un Estado colonial?" [N.P.: Maxime Rodinson fue un autor e historiador marxista experto en el mundo árabe y en el Islam, adscrito al partido comunista francés hasta 1958, cuyas opiniones referentes a Israel y a los judíos en el mundo árabe estaban muy determinadas por su propia especialidad como arabista, y por su ideología].

Reforzadas las ideas de Rodinson por la "ocupación de los territorios palestinos” por parte de Israel en 1967, y por esa especie de mito auxiliar del apartheid, su "Israel: ¿Un Estado colonial?“, cimentó el tropo de que el sionismo era un movimiento europeo cuyo fin era desplazar a los habitantes árabes nativos de Palestina. Ahora, otro historiador francés, Georges Bensoussan, amenaza con demoler la idea de un "colonialismo judío" de nuestras cabezas: fueron los judíos los que vivieron bajo el dominio musulmán y por fueron por lo tanto las verdaderas víctimas del colonialismo (que en esos momentos era colonialismo árabe).

Su libro,  "Juifs en pays arabes: le grand deracinement 1850 - 1975" (Judíos en los países árabes: el gran desarraigo 1850 – 1975), publicado en 2012 en francés, examina la razón por la que el mundo árabe se vació de sus judíos en apenas una generación. Dado que la mayoría de esos judíos huyeron como refugiados al Estado judío desde el mundo árabe y musulmán, y conociendo que ahora ellos y sus descendientes constituyen al menos la mitad de los judíos de Israel, la cuestión tiene implicaciones enormes para el conflicto árabe-israelí.

Nacido en Marruecos, Bensoussan, quien se hizo famoso como un historiador del Holocausto, sostiene que los judíos han sido colonizados en varias ocasiones.

La primera ola de colonización fue árabe-musulmana. Cuando los conquistadores árabes barrieron el Oriente Medio y el Norte de África, los judíos llevaban vivido en la región durante unos 1000 años. Según el Islam, y de acuerdo con el Pacto de Omar del siglo VIII, a los judíos y los cristianos indígenas se les permitía ejercer su religión siempre y cuando accedieron a la condición de "dhimmi”, es decir, aceptaran unas condiciones de inferioridad y de humillación institucionalizadas. En general, los dhimmis eran explotados según sus talentos y habilidades específicas.

Bensoussan observa que el orden islámico se basa en una noción "colonial" de sumisión. El musulmán se somete a Alá, la mujer musulmana se somete a su esposo, el no musulmán, dhimmi o no, se somete a la religión musulmana. En la parte inferior de esta escalera está el esclavo. “Las mujeres, las minorías y los esclavos permanecen curiosamente ausentes de la biblia post-coloníal de Edward Said, ‘Orientalismo’ ”, señala Bensoussan.

Hubo momentos en que los judíos pudieron y consiguieron prosperar, pero Bensoussan pone fin a la suposición de que el antisemitismo árabe solo es una comprensible reacción a la creación de Israel en 1948. Se produce la evidencia incontrovertible de que, 100 años antes de la creación de Israel, la mayoría de los judíos de los países árabes y musulmanes vivían en la miseria y en el miedo.

El estatus de Dhimmi se aplicó más estrictamente en Marruecos, Yemen y Persia - partes del mundo musulmán apenas tocadas por la colonización europea- . Los judíos eran atacados con regularidad, robados, saqueadas sus posesiones, golpeados bajo el menor pretexto, o falsamente acusados por un mero vecino musulmán celoso. Los judíos también fueron feminizados en el imaginario musulmán: eran cobardes, sumisos, incapaces de valerse por sí mismos.

La segunda ola de colonización fue desencadenada por las potencias europeas, "liberando" a los judíos de las restricciones de la dimmitud. En Argelia, los judíos incluso obtuvieron la ciudadanía francesa. Pero para no antagonizar con la población musulmana, abundan los ejemplos de pogromos antijudíos que las fuerzas de la ley coloniales y el orden imperante no se dieron prisa por sofocar.

Para Bensoussan, el éxodo post-1948 de casi un millón de judíos en apenas una generación no representó una ruptura con el mundo musulmán, sino un "divorcio agravado". El proceso se inició un siglo antes, cuando los judíos comenzaron a educar a sus hijos en las escuelas de la Alianza Israelita de orientación occidental. Lo que comenzó como una grieta se fue convirtiendo en un agujero, y a continuación en un abismo.

Podría decirse que la vida durante el siglo XIX era desagradable y brutal para todos en esos países, no sólo para los judíos, pero la movilidad social ascendente de los judíos pareció invertir la jerarquía tradicional. Los judíos comenzaron a ser vistos no sólo como colaboradores del colonialismo europeo, sino que se habían convertido en "demasiado grandes para sus botas”. Mientras, los árabes musulmanes se quedaron atrás en el campo de la alfabetización en por lo menos una generación.

El nacionalismo árabe de sangre y tierra se negó a admitirlos como compatriotas o como ciudadanos de pleno derecho (para judíos y cristianos, a menos que se convirtieran al Islam). Así es como lo expresó el gran escritor judío tunecino Albert Memmi : "Nos hubiera gustado ser judíos árabes, pero los árabes lo impidieron con su desprecio y su crueldad".

Con el crecimiento y auge del nacionalismo árabe, llegó definitivamente la marginación, la exclusión y la estrangulación social de los judíos (y de otras minorías). Durante los últimos 60 años se produjo un éxodo masivo, siendo los judíos desposeídos en el camino.

El tercero de tipo de colonización pertenece a los libros de historia. La historia del pueblo judío ha sido escrita por los historiadores occidentales, y según considera Bensoussan, la historia judía oriental ha sido aplastada bajo el peso del Holocausto. Incluso el museo judío de París, del que se podría esperar que reflejara los hechos culturales más importantes de una comunidad cuyo origen mayoritario en la actualidad procede del norte de África, ha reducido su historia a una mera representación de su folclore, con exhibiciones de trajes de novia, joyería y objetos tradicionales.

El gran logro de Bensoussan no es sólo hacer estallar la interpretación interesada construida alrededor del mito de la coexistencia árabe-judía anterior a la creación de Israel, sino recuperar la bota colonial en el ignorado pie árabe.

Desde la publicación de su libro, Bensoussan ha tenido que lidiar con la negación biempensante  (la hipótesis post-colonial que prevalece dentro de la ideología políticamente correcta es que las víctimas del tercer mundo, las víctimas de los colonialistas occidentales, no pueden ser contempladas a su vez como opresores por derecho propio). Para ello ha debido superar la resistencia de los árabes y también de algunos judíos.
Los historiadores árabes culpan a los judíos de causar su propio sufrimiento (por su adhesión a Israel y al sionismo). Por otro parte, aquellos judíos que niegan el antisemitismo árabe solían “disfrutar de esa vida encantadora que añoran residiendo en los barrios europeos de las ciudades árabes”, bajo el abrigo de los colonialistas europeos. Bensoussan advierte que ese recuerdo sesgado hace poco confiable su historia.

Con todo, el libro de Bensoussan ha caído como una bomba. Un Estado judío soberano en la tierra de Israel comienza a parecerse al proceso de liberación de unos colonizados, esos otros indígenas que han sufrido 14 siglos de subyugación. ¿Logrará Bensoussan tener el impacto que tuvo en el pensamiento intelectual occidental Maxime Rodinson, hace ya 65 años?

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