Wednesday, September 18, 2013

Una crítica Mizrahi al pluralismo tal como se interpreta en Israel – Menachem Mandel


Black panthers mizrahim de los 70


 (Heli Bareket Tabibi y Eli Bareket han escrito una crítica Mizrahi al judaísmo "pluralista" tal como se estila en Israel. Su principal crítica es que los movimientos y las instituciones pluralistas son “ashkenazicéntricas”).

Tonalidades y reclamaciones: Judaísmo pluralista y Exclusión

Erase una vez en Kashan, Irán, cuando se emitió un decreto en contra de los judíos de Kashan ordenándoles convertirse al Islam o salir de la ciudad en un mes. Los judíos se recogieron a orar lamentando su suerte. De repente, una mujer se acercó y les dijo: “Dejad que yo y las otras mujeres de la ciudad manejemos este asunto". Esa misma noche el sonido de los telares se oyó por toda la ciudad. Al final del mes, los líderes de la comunidad judía fueron hasta el gobernador de la provincia y le dijeron: "Tenemos dos regalos para Su Excelencia: elija por favor uno de ellos”. Y los dignatarios de la comunidad judía extendieron a sus pies dos alfombras: una estaba adornada con multitud de colores, tan rica en colorido como pudiéramos llegar a pensar, la más hermosa alfombra nunca vista. La otra era de color rojo, todo rojo y sólo rojo, sin ningún otro color. “¿Me tomáis por tonto?”, les gritó el gobernante a los dignatarios judíos. "¿Voy a tener que decapitaros? ¿Quién en su sano juicio querría esa alfombra roja cuando podría tener es otra con tan bello colorido”.

El discurso en Israel entre los judíos orientales y los judíos ashkenazíes se percibe en bastantes momentos como un juego de suma cero: el incremento de la cuota de una parte reduce automáticamente la parte de la otra. Y esto, en contradicción con una visión pluralista y multilateral, que promueva el libre intercambio de información y de opiniones entre todos.

El principal ejemplo de aproximación a un enfoque de “suma cero” gira en torno a la conversación sobre el Shas. El rabino Ovadia Yosef rompió la base para liberar a la población sefardí de su dependencia de los haredim con su declaración "Me quedo de pie", o "No vamos a ser meros subordinados". Mientras, las multitudes seculares llenan las calles antes de las elecciones alabando a sus movimientos con gritos de "Cualquiera antes que el Shas".

Es difícil encontrar algún ejemplo destacable de "conversación pluralista". El discurso del pluralismo judío en Israel se relaciona generalmente con el "pluralismo de los similares", es decir, más de lo mismo. Esto es cierto tanto para las comunidades participantes como para los materiales y el lenguaje utilizado. Un estudio realizado por el Dr. Gad Yair para la Fundación Avi-Hai encontró que los participantes en los programas de renovación judía son en su mayor parte ashkenazíes, bien educados y anticuados. Los materiales estudiados en estos programas son una mezcla de pensadores de la Segunda Aliyá, poesía hebrea moderna, pasajes del Talmud y en ocasiones obras de rabinos, eso sí, rabinos ashkenazíes como regla general.

Así pues se excluye al idioma judeo-oriental, principalmente debido a la ignorancia existente y a la falta de acceso a esas fuentes. Se les niega a los participantes, por lo tanto, el sentimiento de formar parte de ese judaísmo pluralista,  pues de repente descubren que el judaísmo en el que ellos se sentían cómodos en virtud de su propio origen y experiencia parece ser un idioma y un lenguaje desconocido.

La ausencia de la voz y del lenguaje judío oriental en el discurso israelí sobre el pluralismo indica fehacientemente la hipocresía de ese supuesto diálogo. El "judaísmo pluralista" se contempla a veces en Israel erróneamente, como un mero pretexto utilizado por eso que suele ser conocido como el "público ilustrado", es decir, esa parte de la población interesada en la protección de su situación de privilegio a través de unos valores determinantes y significativos.

Por ejemplo, cuando surge una iniciativa para abrir una escuela privada de élite con fondos del gobierno a fin de que posea un mayor presupuesto y las oportunidades que otorgan unos mayores recursos, el resultado es una escuela pluralista con estudiantes religiosos y seculares. No es necesario ni siquiera que se comprometan con una cuota de un 30% de estudiantes sefardíes, tal como sucede con los haredim ashkenazies.

Otro ejemplo es ese nuevo neologismo, "el sector pluralista", tan escuchado en Jerusalén en los últimos años. La percibida amenaza de una mayoría haredi ha llevado a la declaración de "barrios plurales" en Jerusalén, donde viven seculares y nacional-religiosos. Sorprendentemente, los barrios más remotos han desaparecido en ese mapa de “barrios plurales” de la ciudad, como es el caso de Pisgat Ze'ev y Gilo. En ellos también es posible encontrar conviviendo a residentes seculares y nacional-religiosos, pero en su mayor parte están conformados por judíos orientales y rusos.

Esta exclusión y estas ausencias no se corrigen mediante meros llamamientos al reconocimiento, a la representación o a la asociación. Es fácil comprender cuan conveniente resulta ese "pluralismo de los similares". También se puede entender la necesidad subyacente de legitimar los mecanismos de un estatus privilegiado. A la gente no les gusta pensar en lo que tienen como consecuencia de una ausencia.

Por lo tanto, resulta decepcionante que el espacio plural ignore a gran parte de la población y que el sector pluralista ignore y acepte perderse la rica tradición judía y el vibrante depósito de obras intelectuales y culturales de los judíos sefardíes y orientales, sobre todo a nivel de comentarios, halajá y responsas, de pensamiento judío, ética, poesía litúrgica y vida comunitaria. Estas comunidades tienen unos dones adicionales que compartir con la sociedad israelí en su conjunto: el abierto y fecundo encuentro con la modernidad y la secularización, que eliminaba además la dicotomía entre lo "religioso" y lo "secular", representado por un judaísmo moderado que contenía la identidad judía pero sin imponer sus valores a los demás, un judaísmo centrado en los valores sociales.

La Mishná nos dice: "Todo Israel tiene una parte". El rabino Haim YD Azoulay comentó: "Cada judío recibió su parte de la Torah en el Sinaí, y cada uno debe esforzarse por estudiar la Torah y hacer pública su parte de conocimiento, ya que nadie más lo podría hacer por él". El cuadro completo se compone de muchas piezas. Cada uno tiene un papel que jugar, y cada individuo debe unir su parte a la de los demás para producir la totalidad. Cada uno de nosotros debe encargase de dejar atrás el discurso de la exclusión y de la recriminación, ya que deber unir nuestras partes a las de los demás en el dominio público. En realidad el pluralismo no es un juego de suma cero. El pluralismo debe expresar tantas voces como sea posible, como el versículo que nos dice: "Agradó a Dios por el bien de su justicia que su ley fuera grande y gloriosa".

Labels:

0 Comments:

Post a Comment

<< Home