Sunday, December 29, 2013

Las relaciones entre EEUU e Israel empeorarán rápidamente. Presionar a Israel por medio de un acuerdo marco es justo lo que necesita un Obama debilitado para recuperar la adulación de sus seguidores - Lazar Berman



Disfuncional. Escabrosa. Gélida. Hay una gran variedad de términos que utilizan los expertos para describir la relación entre el primer ministro Benjamin Netanyahu y ​​el presidente de EEUU Barack Obama en los últimos cinco años. Aunque la atmósfera mejoró algo después del 2013 con el viaje de Obama a Israel, la relación se ha enfriado de nuevo a raíz del acuerdo nuclear con Irán.

Y está a punto de ir a mucho peor.

Hace sólo cinco años, Obama era un fenómeno político y cultural, un líder transformador del cual millones de jóvenes estadounidenses esperaban que marcará el comienzo de una edad de unidad nacional y de cooperación internacional. Cantantes famosos envolvieron con sus canciones sus discursos de campaña. Su fotografía se convirtió en una pieza emblemática del arte pop. Sus partidarios soñaban con una asistencia sanitaria para todos que sería al fin fácilmente asequible y factible, mientras que los antiguos enemigos de los Estados Unidos se sentarían a encontrar un terreno común con este nuevo presidente. En definitiva, el nivel de los océanos dejaría de subir. Las expectativas incluso llegaron al summum con un Premio Nobel que el comité escandinavo le otorgó sólo 12 días después de que asumiera el cargo.

Pero cinco años son una eternidad en política, y las cosas se ven muy diferentes ahora, cuando ya se adivina el final del segundo mandato de Obama. La puesta en marcha de la Affordable Care Act (la ley de cuidados sanitarios asequibles), el logro por el que Obama pasaría a la historia americana, ha sido un desastre absoluto. Un senador demócrata advirtió recientemente de un "colapso total" de dicho programa. Los índices de aprobación de Obama han caído por debajo de los de su predecesor, el tan denostado George W. Bush en esta etapa de su presidencia, con un 42% de aprobación en la última encuesta contra un 54% de desaprobación. Pero estos números ya se invirtieron el año pasado.

Fuera de las fronteras de Estados Unidos, la situación no es mucho mejor. Los jeques y reyes árabes del Golfo Pérsico ya no confían en Obama después de que él, de repente, retrocediera ante la opción de atacar a Siria y llegara a un acuerdo nuclear con Irán.

"No hay confianza en que la administración Obama haga lo correcto con Irán", dijo un miembro de la casa real saudí, mientras otro príncipe saudí anunciaba un "cambio importante" en la relación con los Estados Unidos.

Después de que los EEUU tratara de impedir que los militares egipcios derribaran el gobierno de la Hermandad Musulmana en Egipto, suspendió una ayuda militar clave. Resultado, El Cairo se volvió hacia Rusia, proporcionando a Moscú el retorno de su influencia a un país que expulsó a los soviéticos hace cuatro décadas.

Y en Europa, el continente donde 200.000 personas se reunieron en 2008 para escuchar al candidato Obama pronunciar un discurso en Berlín, sus líderes se muestran furiosos con el presidente americano. El hombre [N.P.: no es solamente un hombre, es el Mesías progresista] que criticó a Bush por sus políticas de seguridad nacional, resultó que presidía un programa de espionaje dirigido hacia los ciudadanos y líderes europeos. Esos aliados que habían abrazado el multilateralismo de Obama se volvieron contra él en un instante. "Necesitamos que haya confianza entre nuestros aliados y socios", dijo la canciller alemana, Angela Merkel, uno de los objetivos de la NSA. "Esa confianza tendrá ahora que ser reconstruida de nuevo". El primer ministro de la muy progresista Suecia dijo que el espionaje era "completamente inaceptable", mientras que su homólogo holandés afirmaba que los cargos eran "excepcionalmente graves".

Y con las elecciones legislativas americanas de 2014 acercándose rápidamente, las cosas no pintan bien para los demócratas en estos momentos. Las encuestas muestran que los republicanos vencerían a los demócratas por el control de la Cámara y el Senado en los votos genéricos, con los votantes independientes dirigiéndose fuertemente hacia los republicanos.

Obama necesita una "apuesta ganadora". Algo histórico, un logro que justifique ese premio Nobel y las expectativas de sus legiones de seguidores. Ese logro que le convierta nuevamente en un héroe a los ojos de los grandes creadores de opinión de Estados Unidos y en los pasillos de los parlamentos europeos. Una medida que pudiera rescatar su legado.

Así pues, Obama tiene que encontrar un problema que genere un gran interés a nivel mundial y donde la administración americana aún pueda hacer sentir su poder.

Gracias a Dios que existe Israel.

El presidente, al igual que muchos funcionarios en Europa, todavía ve el conflicto palestino-israelí como una de las causas principales, si no la principal, de los problemas del Oriente Medio, con los asentamientos encaramados firmemente en el corazón de esos problemas. Y teniendo en cuenta el aislamiento actual de Netanyahu por su oposición al pacto nuclear iraní, el primer ministro israelí se ha convertido en un objetivo de primer orden para la presión de EEUU.

Y justo a tiempo el secretario de Estado Kerry presentará el acuerdo marco elaborado por la administración Obama y que entregará a las dos partes en algún momento del próximo mes.

El anticipo de esta presión vio la luz por primera vez gracias a la líder izquierdista del Meretz, la diputada Zehava Gal-On, quien dijo que los EEUU desarrollarían una "intervención activa" en el período de transición, y ello equivaldría a levantar banderas de advertencia dirigidas al gobierno de Jerusalén. Una "intervención activa" significaría recurrir rápidamente a la presión si fuera necesario, y si observamos las declaraciones de la administración Obama y sus continuas críticas a los asentamientos, no cabe duda que el peso principal de su presión caerá sobre Israel.

Hasta el propio Kerry ya ha tratado de forzar la mano de Israel por la prosecución de los asentamientos adjudicándole la culpa a priori si las conversaciones fracasan en primavera (lo que es casi seguro).
"Quiero decir, ¿quiere Israel una Tercera Intifada", se preguntó retóricamente durante una entrevista en noviembre con el Canal 2 de TV. "Israel dice que ahora se siente seguro, tenemos la barrera de seguridad, y no gestionamos día a día el conflicto", prosiguió Kerry. "Tengo noticias para ustedes. El status quo actual no permanecerá mañana... Los vecinos de Israel", continuó Kerry, "comenzarán a presionar a Israel de una manera diferente". 
El secretario de Estado finalizó con "si no resolvemos los problemas entre palestinos e israelíes, si no encontramos una manera de encontrar la paz, habrá un aislamiento cada vez mayor de Israel, habrá una creciente campaña de deslegitimación de Israel que tomará impulso en el ámbito internacional".
Esas predicciones de Kerry no son preocupantes por ser sorprendentes, ya que Israel no necesita los pronósticos del secretario de Estado americano para sus evaluaciones de inteligencia. Es más bien el hecho de que cuando los palestinos finalmente promuevan nuevas demandas que Israel no podrá aceptar en las conversaciones, y la violencia se incremente posteriormente, Israel ya será catalogado como la parte culpable. Israel ya fue advertido, le dirán los observadores "imparciales", y su "obstinación habrá causado las muertes que se den a ambos lados".

Y es en estas conversaciones de paz, una iniciativa de la Casa Blanca, donde la administración Obama, ajena por lo visto al resto de los problemas del mundo, ha decidido poner toda la carne en el asador realizando un esfuerzo concertado, un esfuerzo que ya ha comenzado a dar sus frutos amargos para Israel. Dado que las negociaciones comenzaron en julio, la violencia ha aumentado de manera constante cada mes, pasando de 87 ataques en julio a 167 en noviembre.

Lo que es más, los expertos israelíes esperan otro fuerte incremento de la violencia en abril, cuando las conversaciones están programadas que finalicen, lo más probable sin un acuerdo tangible.

Mientras Israel se enfrenta a esa presión (amenaza) concertada, al incremento de la violencia letal y al oprobio internacional por el fracaso de unas conversaciones patrocinadas por los Estados Unidos que habrán traído de vuelta la violencia, el Estado judío quizás podrá tener algún tipo de consuelo, el que al menos un vecino comprenderá en parte su situación: sus nuevas almas gemelas en la familia real saudí

"Él está tan herido",  dijo el influyente príncipe saudí Alaweed bin Talal, en referencia a Obama. "Está aterrado. Mira, las elecciones de 2014 van a comenzar. Dentro de dos meses comenzará la campaña. Treinta y nueve miembros de su propio partido en la Cámara de Representantes ya se han alejado de él por el Obamacare. Eso es terrible para él".

No sólo para él, alteza.

PD. ¿El orgullo herido del Mesías progresista?

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