Saturday, February 01, 2014

¿Antisemitismo populista? Busquen mejor entre las élites europeas. La portavoz de la UE recuerda el Holocausto sin mencionar a sus víctimas, los judíos - JPost


- Tienes una imaginación...

La baronesa Catherine Ashton, la alta representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores y vicepresidenta de la Comisión Europea, emitió un comunicado conmemorativo esta semana señalando el Día Internacional del Holocausto.

Resulta encomiable que la UE opte por recordar este día, pero lo que dijo Ashton en su nombre este lunes fue surrealista. Se las arregló para utilizar 121 palabras sin mencionar nunca a los judíos. Su flagrante omisión resultó bastante notable.

Ashton incluso elogió "a todos aquellos que actuaron con valentía y sacrificio para proteger a sus conciudadanos contra la persecución".

Pero ¿quiénes eran estos "conciudadanos" sin nombre? Es muy dudoso que este lapsus de Ashton fuera accidental.

Y es que no todo puede ser atribuido a lapsus involuntarios.

El extravagante homenaje que la portavoz de la Unión Europa otorgó a "cada uno de los brutalmente asesinados en el período más oscuro de la historia europea", sin ninguna referencia a su identidad, es una provocación al sentido común.

Tal vez Europa en general, y en particular su portavoz la baronesa Ashton, encuentran el Día de Recuerdo del Holocausto como algo molesto, incluso una carga desagradable. Quizás por ello Ashton oscureció el contexto judío con una breve colección de manidos tópicos sobre la tolerancia y los derechos humanos.

Este es un ejemplo contundente de cómo la historia del Holocausto se dirige cada vez más hacia una consideración descafeinada, sobre todo en Europa. La destrucción física de antaño es seguida hoy en día por una distorsión de su memoria.

Esto tiene dos propósitos.

El primero, despejar la culpabilidad de las naciones europeas - no sólo de los principales autores del genocidio, sino también los colaboradores y aquellos que se beneficiaron de la exterminación industrial de los judíos -. Quitando al Holocausto su singularidad y comparándolo con cualquier masacre étnica posterior, sin embargo tan diferentes, las manchas morales europeas son menores. Cualquier obligación consiguiente con el pueblo judío es expurgada.

El segundo, la pretensión hipócrita de que las víctimas del Holocausto fueron anónimas y sin rostro reduce la fricción con el mundo árabe / musulmán, ese que tanto se irrita ante la conmemoración del Holocausto, y para ello se conmemora de una manera que ni siquiera teóricamente implica simpatía por los judíos.

Al no mencionar quienes fueron las seis millones de víctimas del Holocausto, las resplandecientes culturas actuales de Europa se dedican sistemáticamente a tratar de apaciguar aquellos elementos que molestan al mundo islámico - Irán el factor más importante -, un mundo desde donde no se oculta su simpatía por el genocidio nazi. A menudo se pasa por alto que el tóxico Mein Kampf de Hitler es un éxito de ventas en la mayoría de las tierras musulmanas.

El Holocausto fue una empresa dirigida contra los judíos. Pero no cada víctima era judía, pero sí cada judío en la tierra estaba destinado a la muerte.

Eso singularizó a los judíos sobre cualquier otro grupo, incluso los gitanos, muchos de los cuales fueron perseguidos, pero otros fueron dejados a su aire. Su persecución fue casual. Dependía mucho de la forma de vida, del lugar de residencia. La ascendencia, sin embargo, no era una sentencia de muerte irreversible e instantánea para los gitanos. Sólo lo fue para los judíos.

Sólo los judíos fueron seleccionados para su erradicación debido a su linaje "contaminado". Sus opciones de vida eran irrelevantes. Incluso aquellos trepadores sociales que traicionaron a la colectividad judía, que dieron la espalda a su herencia y que despreciaban a sus compañeros judíos, fueron asesinados. Nada podía salvar a cualquiera que fuera considerado demasiado judío para vivir.

La alucinante omisión de Ashton es demasiado reminiscente de sus observaciones en el 2.012 sobre el asesinato de niños judíos inocentes en Toulouse, donde se mostró de manera sesgada e increíblemente insensible.

Logró incluso agrupar las víctimas de un accidente de autobús en Suiza (donde murieron 20 niños belgas), los jóvenes atrapados en diversos conflictos armados sin especificar y lo que ocurrió en Toulouse. Para ello equiparó los disparos a bocajarro en Francia contra los tres pequeños niños judíos y el padre de dos de ellos con un surtido de desgracias ajenas.  Ella, claramente, trataba de disminuir la barbarie del crimen Toulouse.

Las víctimas de Toulouse no fueron derribadas por un golpe de mala suerte. Fueron marcadas para su ejecución con premeditación y alevosía en grado sumo. El único delito de las víctimas fue que nacieron de padres judíos, al igual que el millón y medio de niños judíos asesinados en el Holocausto.

En ambos casos Ashton fingió ignorancia. Esta torpeza moral pone en evidencia más cosas que la búsqueda de la imparcialidad. Lo mismo puede decirse de la UE, ya que Ashton habla por ella.

Tal ceguera moral no puede ser ignorado en la evaluación de las actitudes de la UE hacia el Estado judío.

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