Sunday, February 23, 2014

Esto sí es un auténtico Tikúm Olam: "Dejar de mirar el problema de los soldados de origen etíope desde la barrera - Seth J. Frantzman - Forward"



Por primera vez el año pasado el Parlamento israelí celebró una sesión especial sobre un tema impactante: el encarcelamiento de un gran número de soldados de origen etíope por el ejército. Pnina Tamano-Shata, una de los dos diputados de origen etíope en la Knesset, les recordó a sus colegas diputados que el 40% de todos los hombres etíopes que han servido en las Fuerzas de Defensa de Israel han visitado una prisión militar. Otros miembros de la Knesset se mostraron más bien indiferentes y uno sentía que la cuestión debía ser abordada con delicadeza, para que la gente no lo utilice por razones de propaganda anti-Israel.

Actualmente las cárceles del IDF aún están llenas de judíos etiopes encarcelados en una tasa superior al 760% con respecto a su proporción en la sociedad. Los líderes de Israel han demostrado ser incapaces a la hora de hacer frente a este problema. Es hora de que la comunidad judía estadounidense entre en juego y envié un mensaje de que cuando es encarcelado el 40% de cualquier grupo judío, eso no resulta aceptable y se deben tomar medidas drásticas.

El público israelí ya se ha dado cuenta en los últimos años de esa realidad impactante que afecta a los soldados de origen etíope, pero debido a que ese grupo es uno de los más pobres y más pequeños en la sociedad israelí, ya que suman alrededor de 140.000 individuos o el 1,5% de la población, parece aún ignorarlo. En diversos informes dirigidos a la Knesset sobre la integración de los etíopes en la sociedad israelí, el ejército afirmó que está trabajando en el tema, y gracias a ello ha reducido las tasas de encarcelamiento de las mujeres soldados del 27% al 10%. Sin embargo, incluso entre las mujeres, los etíopes son tres veces más propensos que el resto a ser encarcelados.

El ejército israelí utiliza la cárcel como forma de castigo para múltiples tipos de infracciones, y los soldados pueden ser fácilmente condenados a una de los dos grandes cárceles del IDF por un pequeño período de tiempo por parte de sus oficiales al mando. Con los años, la población carcelaria se disparó a 14.000 al año. La mayoría de los condenados están acusados ​​de deserción o de ausentarse sin permiso. Debido a que Israel es un ejército de ciudadanos, muchos de estos soldados visitan sus hogares a menudo sin permiso. A veces no pueden volver a sus bases a tiempo, o tienen una emergencia familiar a la que deben asistir. Debido a que los soldados sólo se les paga unos 100$ al mes, muchos buscan trabajar durante sus años de servicio obligatorio. Estas obligaciones familiares y financieras pesan sobre ellos, y el sistema de justicia militar es demasiado rápido a la hora de enviarlos al calabozo por una serie de delitos relacionados con su situación socio-económica.

Cuando comencé a investigar este tema el año pasado, numerosos soldados me revelaron historias de comandantes caprichosos que les negaron sus solicitudes para visitar a familiares enfermos, y unas obligaciones familiares que les hicieron elegir entre un servicio ejemplar y enviar dinero a casa. Los soldados de origen etíope, que ocupan las partes más pobres de la sociedad israelí, se enfrentan a enormes obstáculos. Pero el ejército parece introducirlos con calzador en su sistema de bienestar masivo, donde existe una red bizantina de maneras de conseguir los más básicos servicios financieros y sociales. Asignados a las peores unidades, teniendo los peores resultados en los exámenes de colocación del ejército, muchos soldados etíopes expresan su decepción por su servicio y ven la prisión como una forma de salir, con la esperanza de que a través de la prisión podrían ser licenciados antes de tiempo. A pesar de que los reclutas etíopes están entre los más motivados - el 90% de los jóvenes van al ejército, en comparación con el 75% de los jóvenes de Israel -, casi la mitad de ellos gastan parte de su servicio militar en prisión, y muchos son encarcelados más de una vez.

El público israelí suele oír estas historias de como un 40% de sus hermanos de origen etíope van a prisión durante su estancia en el IDF con un encogimiento de hombros colectivo. Si bien a los jóvenes de Tel Aviv les gusta protestar por el precio del queso cottage, la situación económica de los judíos etíopes no parecen representar una prioridad de justicia social para ellos. El ejército considera el tema como un problema de aptitud, por eso prefiere crear programas especiales para los etíopes en lugar de investigar si sus propios funcionarios discriminan a este grupo, o bien colocan a número más elevado de soldados de origen etíope en mejores unidades, donde los índices de encarcelamiento son más bajos. Sin embargo, la mayoría de los etíopes en el ejército han nacido en Israel, y los que llegaron en los años 1980 y 90 rara vez cumplieron condenas en prisión. Esto significa que no se trata de un problema cultural de integración, sino un problema israelí que puede estar teñido de prejuicios y de discriminación.

Los judíos americanos han desempeñado un papel clave en la lucha por los derechos de los judíos en el extranjero, como en el caso de los judíos soviéticos, así como en la promoción y la ayuda a la inmigración de los judíos de Etiopía. Sin embargo, los líderes siguen teniendo miedo a la hora de abordar una cuestión "interna" israelí. Toda una generación de judíos de origen etíope comprueba como la mitad de sus hombres cumplen condenas en prisiones militares. Esto es un desastre social y una lacra en el registro de integración de los diferentes grupos de inmigrantes judíos en Israel. Los judíos americanos pueden desempeñar un gran papel abogando en nombre de aquellos cuyas voces no se oyen, y exigiendo que Israel tome medidas inmediatas para reducir estos números. Las delegaciones de organizaciones judías estadounidenses pueden hacer de esto una prioridad, e incluso solicitar visitar las cárceles del IDF para proporcionar una nueva perspectiva. Si hemos luchado por la liberación de los hijos de Sión, tampoco nos debemos olvidar de los hijos presos en Sión.

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