Saturday, February 01, 2014

Hasby Award mejores artículos de 2013: No hay nada ni remotamente progresista en el odio actual de la izquierda hacia Israel - Brendan O’neill



Para mí, lo más llamativo de la actitud de la izquierda hacia Israel es lo mucho que ha cambiado, la forma arrebatadora en que se ha transformado durante el último par de generaciones. Yo no creo que exista ninguna otra cuestión o causa en la que la izquierda haya cambiado tan drásticamente su pensamiento. En pocas palabras, la corriente principal de la izquierda occidental ha pasado de amar a Israel a sentir repugnancia, de cantar sus alabanzas a echarle la culpa de todos los males del mundo, acusándolo además de ser el único estado bárbaro del mundo.

Resulta difícil de creer en la actualidad, en esta época en la que ser mordaz con Israel es una parte central de lo que significa hoy en día ser de izquierdas, que no hace tantos años los izquierdistas británicos se mostraran temerosos ante la suerte de Israel en el peligroso barrio que habitaba. En las décadas de los años 1950 y 60, incluido el período de la Guerra de los Seis Días en 1967, e incluso más tarde, habría sido difícil o casi imposible encontrar a un izquierdista de la corriente dominante que tuviera una mala palabra que decir sobre Israel [N.P.: apreciación demasiado entusiasta ya que ¿dónde meteríamos a las diversas corrientes comunistas, y por supuesto a los estalinistas y a los troskistas, o acaso no eran dominantes?]. Los líderes izquierdistas del partido Laborista como Michael Foot y Tony Benn eran pro-Israel. Ellos escribieron lo que desde entonces han sido llamados artículos "über-sionistas" por una revista judía llamada Vanguard. A finales de los años 60, incluso algunos izquierdistas radicales coquetearon con la idea de ir a luchar al lado de Israel en la guerra de 1967.

De hecho, si hay un problema con la actitud de la corriente principal de la izquierda con respecto a Israel en aquel entonces era su carácter  poco crítico e ingenuo. La izquierda promovió una narración moral de Israel como un estado admirablemente joven y valiente, sin examinar ninguno de los problemas que la aparición de Israel creó para las poblaciones circundantes. De hecho era un relato muy a menudo carente de empatía por los problemas que enfrentaban los pueblos palestino y árabe.

Si avanzamos rápidamente hasta hoy, el cambio de opinión sufrido por la izquierda de Israel ha sido verdaderamente espeluznante. Hoy en día, la detestación de Israel se expresa con una intensidad peculiar. Se considera a Israel como un pequeño país de mierda. Se sostiene que Israel es responsable de todos los males del mundo (sobre todo de los muchos y diversos que afronta el Oriente Medio). Ahora es común escuchar como los izquierdistas afirman que un "lobby israelí" tiene a Washington y a Londres bajo la palma de su mano y cómo con frecuencia les anima a emprender guerras en el Oriente Medio, y todo esto de la misma manera que lo harían quienes hubieran escuchado, o fueran partícipes, de los teóricos de la conspiración racista y de su "lobby judío/sionista" que gestiona los asuntos mundiales.

La izquierda ahora utiliza un extraordinario doble rasero para juzgar a Israel. Ella considera que todo lo que hace Israel es automáticamente horrible. Así que actualmente ustedes pueden ser testigos de una situación en la que los mismos izquierdistas que defienden a Barack Obama, a pesar de los drones y de las bombas contra los islamistas en el Pakistán rural  (o al menos no le reprochan claramente este tipo de prácticas), acusan a Israel de representar al mal y al fascismo por atacar a los islamistas que lanzan cohetes contra los civiles del sur de Israel. En los últimos meses, Israel y Turquía han lanzado ataques aéreos contra Siria pero sólo los ataques de Israel causaron una gran conmoción y dieron lugar a declaraciones altisonantes contra Israel acusándolo de querer suscitar un conflicto mundial… una vez más.

La mayoría de las personas ni siquiera saben que Turquía ha llevado a cabo una acción militar en Siria, y se debe a que lo único que “ve” - y para lo que tiene ojos - la corriente principal de la izquierda moderna es para los comportamientos del Estado judío que juzga “desagradables y desestabilizadores”.

El doble rasero con relación a Israel es ahora tan enorme que a menudo se oye a los izquierdistas británicos y estadounidenses pedir a sus gobiernos que condenen a Israel por su militarismo en Gaza y en otros lugares. Es decir, recomiendan a nuestros propios gobiernos, que han destruido y bombardeado Irak y Afganistán, y cuyas guerras en el extranjero hacen que el conflicto en Gaza parezca trivial y breve, son investidos por esos mismos izquierdistas de la autoridad moral para regañar a Israel.

Esta situación totalmente surrealista surge del hecho de que Israel es visto como diferente de todos de los demás estados [N.P.: algo gravísimo para estos universalistas que para otras confesiones y etnias reivindican su particularidad], y con una forma de vida más baja y degradada, criminal en suma, y por lo tanto le correspondería a los países occidentales aparentemente más civilizados ponerlo en su lugar. Hay una veta irónicamente imperialista en esta agitación izquierdista occidental que les capacita para sentirse superiores y así poder condenar al estúpido e incivilizado Israel [N.P.: este mismo sentimiento dirigido contra otro país, preferentemente no occidental, sería considerado racismo puro y duro].

Esa doble moral también se puede observar en las campañas de boicot académico de Israel y de los productos israelíes. Estos concienciados individuos de clase media son capaces de sentirse muy felices de poder escuchar a un profesor de la autoritaria Bielorrusia, o de utilizar un iPhone construido en la antidemocrática China, pero si les presentas a un profesor israelí o les das una manzana israelí se vuelven locos y agresivos. Tienen una extraña alergia a todas las cosas israelíes – la literatura israelí, la música israelí, la comida israelí -. Gritan y se burlan cuando un violinista israelí comienza a tocar en un concierto de música clásica. Tal comportamiento incivil e  irracional no sólo nos revela esa doble moral de la izquierda hacia Israel, sino que también nos devuelve ecos muy desagradables de otros boicots anteriores de tiendas y organizaciones judías por parte de racistas y fascistas.

¿Por qué se ha producido este cambio masivo en la actitud de la izquierda con respecto a Israel, un cambio que ha supuesto pasar de un amor acrítico a un odio sin igual?

En primer lugar, no se puede explicar por el comportamiento de Israel: el militarismo de Israel es de un orden más reducido de lo que lo era a finales de 1960 y principios de 1970. Hay otras explicaciones más bien periféricas para poner en perspectiva esta transformación de la izquierda. Por ejemplo, los izquierdistas de los años 1950 y 60 tenían el recuerdo fresco del Holocausto, por lo que sentían más simpatía por el pueblo judío. Además, el sionismo socialista estaba en el poder y a la vanguardia en Israel por aquel entonces, a diferencia de hoy en día. En aquel entonces Israel era visto como una especie de experimento socialista y no un país de derechas y religioso, por lo cual era contemplado con buenos ojos por los izquierdistas occidentales.

Pero esas son sólo razones periféricas. Hay una razón clave más importante, según creo, para ese cambio en la izquierda, y es que la izquierda ha dejado de creer en la modernidad y el progreso, y ve a Israel como la encarnación de esas cosas. Su odio virulento hacia Israel es en realidad una expresión de desprecio y de repugnancia ante lo que podríamos denominar "el proyecto occidental, el modo de vida occidental, los viejos ideales de la nación, de la soberanía, el crecimiento económico, la expansión humana y la experimentación social". Israel es visto como la encarnación de todos esos valores que una vez fueron considerados positivos pero que ahora la izquierda odia, por lo que se ha convertido en la encarnación de algo que se odia [N.P.: más bien el país, o la encarnación, más  fácil de atacar de todas].

La izquierda, después de haber perdido la fe en la modernidad, ha convertido a Israel en una especie de saco de boxeo contra el que puede expresar sus propios sentimientos anti-progreso, anti-modernos y trivialmente anti-occidentales.

En esencia, el caso de Israel resulta en gran medida muy revelador del espíritu de la época, donde las actitudes que genera tienden a revelar más sobre quien las expresa y su visión del mundo que sobre la realidad de Israel. Y la actitud de la izquierda contemporánea hacia Israel revela mucho acerca de dónde se encuentra el propio mundo moderno. Israel es considerado como un símbolo de todo lo que los izquierdistas occidentales y sus aliados una vez celebraron y amaron, es decir, la seguridad en sí mismos a propósito de sus ideales progresistas, seguridad que ahora se ha visto desbordada por el desdén postmoderno. Aquí es donde creo que podemos ver la existencia de una línea muy delgada, y no me gustaría que fuera cierto, entre la moda antisionista actual y el estilo del antiguo antisemitismo.

Por supuesto, es posible odiar a Israel y no odiar a los judíos. Pero históricamente, una línea muy fina separa el antimodernismo del antisemitismo, y tal línea fue a menudo violada. Los judíos, sobre todo a finales del siglo XIX y principios del XX, fueron vistos por algunos como la representación de un cambio disruptivo, como la personificación de la modernidad radical y de las ideas intelectuales desviadas y rupturistas. En esos períodos, algunas personas que fueron despedidas o maltratadas con la propagación de la modernidad, por el rápido ritmo de cambio de las sociedades, a menudo volcaron su ira sobre los judíos, a los que vieron como la fuente y los autores intelectuales de dicha modernidad. Aquí es de donde procede la idea del "socialismo de los tontos", cuando esas personas incómodas por el impacto del capitalismo y del progreso sobre sus vidas culparon de tales cosas a los judíos.

Actualmente estamos presenciando algo similar donde Israel jugaría el papel de "los judíos", y es visto como demasiado moderno y demasiado occidental (sobre todo en un ámbito árabe), demasiado arrogante y demasiado victorioso o exitoso, y se le odia por eso. Y este odio hacia Israel, por ser bastante irracional y por estar impulsado más por las propias emociones occidentales que por la realidad sobre el terreno en el Oriente Medio, resulta impredecible, cambiante, a menudo bastante eruptivo, lo que significa que fácilmente cruza la línea en sus expresiones de desprecio por los "judíos". Consideren el caso de ese diputado británico de los Liberales Demócratas - ni siquiera de un partido izquierdista - que criticó recientemente la crueldad de los "judíos" hacia los palestinos y más tarde se corrigió y dijo que quiso decir "Israel". Estos lapsus sugieren que el antisionismo actual sigue los mismos feos patrones e injustos sentimientos del antisemitismo de antaño.

Para los jóvenes, especialmente para los jóvenes radicales, e incluso para los jóvenes judíos radicales, puede resultar muy tentador unirse a la lucha contra ese “Israel gigante” [N.P.: especie de quijotes de pacotilla contra monstruosos y gigantéscos molinos de viento]. Odiar a Israel es una poderosa y reconfortante tentación en respetables círculos de la izquierda, y las personas que anhelan la reputación que estos círculos proporcionan sienten que deben seguir su ejemplo para ser así considerados políticamente, es decir, para ser considerados de izquierdas.

Yo os recomiendo: "No lo hagáis, no hay nada positivo en ese odio contemporánea de Israel. Nada". De hecho, es una de las perspectivas más retrógradas de nuestra época impulsada más por un pauloviano rechazo de los valores occidentales que por antimperialismo. Debería ser impugnado y ridiculizado sin piedad, dejado aparte y no consentido.

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