Tuesday, February 04, 2014

Theodor Herzl y los orígenes del sionismo: una entrevista con Shlomo Avineri - Jonathan Derbyshire - Prospect


Tal como el teórico político israelí Shlomo Avineri observa en su nuevo libro, "Herzl: Theodor Herzl y la fundación del Estado judío", Theodor Herzl (1860-1904) no fue el primer intelectual judío europeo en solicitar el establecimiento de un estado nacional judío. Tuvo predecesores notables entre otros a Moses Hess y Leo Pinsker. Sin embargo, Avineri escribe, "la actividad de Herzl fue crucial en la creación de la estructura institucional y organizativa que contribuyó a que la idea de un Estado judío llamara la atención de los líderes mundiales y de la opinión pública internacional". Herzl murió 40 años antes de la fundación del Estado de Israel, pero plausiblemente se puede decir que hizo mucho para sentar las bases para ello. Hablé con Avineri sobre su libro por teléfono desde Israel, donde es profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Jerusalén.


JD: Su libro comienza con una paradoja: el itinerario político de Theodor Herzl, y el propio sionismo en si mismo, nacieron en la segunda mitad del siglo XIX, un período que usted describe como "uno de los mejores momentos desde siempre para los judíos europeos".

SA: En primer lugar, es importante tener en cuenta que esos “buenos tiempos” en realidad no se extendieron a los judíos del Imperio Ruso. Allí la situación era muy diferente. El sionismo realmente creció en la Europa occidental y central, donde la situación era básicamente positiva. El punto de vista de muchos judíos en esos momentos era que si existía odio hacia los judíos tenía que ver con los prejuicios religiosos, y que éstos desaparecerían con el advenimiento de la Ilustración, el liberalismo y la democracia. Lo que trato de argumentar en el segundo capítulo del libro es que el nuevo prejuicio que fue surgiendo no tenía que ver con los prejuicios religiosos o con la teología, sino precisamente con el éxito relativo de los judíos.

Existían grupos de la sociedad europea que se sentían amenazados dentro del mundo de las finanzas y también de las artes, de las ciencias, etcétera. Mucha gente pensó que el pueblo judío, simplemente, desaparecería. Había una especie de liberalismo determinista que decía "ya hemos abandonado la anterior edad oscura, y si bien podemos encontrar algunos baches en el camino, en el fondo sabemos a dónde vamos". Pero Herzl tenía dudas acerca de hacia donde se dirigían las cosas.

Usted ha hablado de las experiencias radicalmente diferentes, en esa segunda mitad del siglo XIX, de los judíos en el imperio ruso en comparación con las de los judíos de la Europa occidental y central. ¿Sería entonces apropiado decir que el sionismo, o al menos la idea de una Palestina como un refugio seguro contra el antisemitismo, nació en Rusia?

La idea nació en el este de Europa, sí. En Rusia hubo 20 años de liberalización bajo Alejandro II, aproximadamente entre 1862 y 1882. Ese zar liberó a los siervos y abrió las universidades y la sociedad en líneas generales, y como consecuencia de ello los judíos se sintieron más cómodos. Hubo una gran afluencia de judíos a las escuelas secundarias y a las universidades. Pero esto llegó a su fin con el asesinato de Alejandro en 1881, que fue cuando los pogromos comenzaron a estallar y a repetirse, y la esperanza de que las cosas podían mejorar comenzó a perderse. Fue entonces cuando surgieron los primeros grupos proto-sionistas. Pero hay una distinción importante a realizar aquí: esas personas no estaban pensando políticamente. Ellos estaban pensando en la emigración, en la creación de asentamientos judíos en Palestina, pero no estaban pensando de una manera política. En cierto modo estaban aislados, porque viviendo en la Zona de Residencia del imperio ruso y conociendo lo que les molestaba, desconocían lo que estaba sucediendo en otros lugares, en el mundo político. Herzl comprendió que se necesitaban instituciones, que tenía que formar un movimiento y también que había que jugar un papel en la escena internacional mediante la diplomacia y el arte de gobernar. No era suficiente que existieran buenas personas que apoyaran a los judíos oprimidos. Se debía hacer frente a esa Realpolitik, y por eso Herzl se reunió con todo tipo de personas, algunas de ellas no muy agradables.

Así que para usted lo que es distintivo en el pensamiento de Herzl es que la política era la vía adecuada, algo que, por ejemplo, Leo Pinsker no tuvo en cuenta

Lo más importante acerca de Herzl no es solamente que él estuviera pensando en un estado. La gente en Rusia en la década de 1880 también había estado pensando en un Estado, en la posibilidad de una región autónoma en Palestina. Para mí, el sionismo político de Herzl no es solamente un asunto de objetivos, se trata también de medios.

Herzl vio que si deseabas conseguir un estado o una autonomía dentro del Imperio turco tendrían que poner los cimientos y crear los vehículos para crear una organización que hablara por los judíos. Por eso dijo después del primer congreso sionista: "Aquí, yo he creado al Estado judío". Él no lo había creado, por supuesto, pero había creado los mecanismos y las organizaciones que pudieran hablar, con algo de cara dura, por todos los judíos. Antes de eso, los judíos no tenían ese tipo de organización política.

Una última pregunta sobre Rusia. Dedicas algo de tiempo en el libro a describir el pogromo de Kishinev de 1903, que se prolongó durante tres días y en el que casi 50 judíos fueron asesinados. ¿Cuán decisivo cree que fue en el desarrollo del movimiento sionista?

En cuanto a la opinión pública y a la visibilidad de la "cuestión judía", fue muy decisivo. En 1882, hubo grandes pogromos que fueron mucho peores que el de Kishinev, pero en ese momento, en parte por el débil estado de las comunicaciones de masas, la gente no les prestó mucha atención. Aunque lo que si hicieron fue crear el impulso necesario para una inmigración judía masiva, principalmente a Estados Unidos, pero también a Palestina. Los primeros asentamientos judíos en Palestina se establecieron después de 1882. Sin embargo, el pogromo de Kishinev ya fue muy visible. Y sucedió a comienzos del siglo XX, ese siglo que la gente pensaba que sería el siglo de las luces. También pasó muy cerca de la frontera occidental de Rusia, por lo que hubo una gran cantidad de refugiados que fueron escuchados en Austria y Alemania. También hubo fotografías. Así que las cosas fueron muy diferentes. Kishinev también fue decisivo por tener un impacto inmediato en la situación de Rusia. Hacía el 1903 se creía ampliamente que Rusia estaba entrando en la sociedad europea, que estaba cambiando, que sería una época de reformas, y entonces, de repente, surge el pogromo de Kishinev.

Herzl informó sobre el caso Dreyfus cuando trabajaba como periodista en Francia en la década de 1890. ¿Qué importancia tuvo ese episodio para él?

El caso Dreyfus nunca se menciona en los diarios de Herzl como un revulsivo [de sus posteriores opiniones]. Al principio, pensaba que se trataba solamente de un vulgar historia de espionaje. El aspecto judío del caso realmente solo surgió después de que Herzl hubiera abandonado París. Herzl había llegado a sus conclusiones sobre el sionismo antes del caso Dreyfus, principalmente como respuesta a lo que estaba sucediendo en Austria-Hungría. A finales del siglo XIX, el imperio austro-húngaro era el mejor lugar donde vivir para los judíos de toda Europa. Entonces, y de repente, todo se desmorona debido al choque de los diversos nacionalismos y al emergente nacionalismo alemán en Viena.

Cito en libro a Herzl diciendo que todas las pequeñas naciones del imperio austro-húngaro adquirirán su patria, pero que nosotros, los judíos, perderíamos la nuestra. Esa patria era un imperio relativamente liberal, multinacional y multicultural.

Usted señala, sin embargo, que uno de los artículos de Herzl sobre Dreyfus, publicado en enero de 1895, se convirtió, como usted dice, en parte del "canon sionista", una especie de elemento básico de los libros de historia en las escuelas israelíes. ¿Cuál es la moraleja que se alienta a extraer por parte de los escolares israelíes de los escritos de Herzl sobre Dreyfus? ¿Puede ser que los judíos, en la diáspora, por muy bien asimilados que estén, siempre serán sospechosos de doble lealtad?

Esa es una manera de decirlo. Creo que la idea no es tanto que los judíos de la diáspora siempre serán vistos como posibles traidores, la idea es que si se presenta una situación de crisis, entonces la asimilación en realidad no ayudara gran cosa. En cierto modo, cuando el imperio Austro-Húngaro se separó después de la derrota en la Primera Guerra Mundial y surgieron los nuevos estados-nación, la terrible profecía de Herzl fue reivindicada. Con la excepción de Checoslovaquia, que era relativamente liberal, todos los estados sucesores del Imperio Austro-Húngaro, ya sean Polonia, Rumania, Hungría o la propia Austria, fueron lugares muy nacionalistas en la que los judíos tenían la condición de minoría nacional en un Estado-nación. Ese no fue el caso de Austria-Hungría, donde constituían una minoría en un imperio compuesto por minorías.

Me gustaría hablar de la obra más conocida de Herzl, "El Estado Judío: Propuesta para una solución moderna de la cuestión judía", que fue publicado en 1896. Usted ve en él el logro de un cambio en el pensamiento emancipatorio judío, de como usted dice "tratar de conseguir los derechos individuales a tratar de obtener el reconocimiento como nación". Esa es casi una inversión directa de la famosa e influyente fórmula del conde Stanislas de Clermont-Tonnerre, quien, en 1789, declaró en la asamblea nacional francesa: "Para los judíos, como individuos, todo. Para los judíos, como nación, nada".

Precisamente. La conexión es muy clara. Al principio, cuando se dio la bienvenida a la igualdad de derechos, los judíos pensaron que, como persona judía y teniendo igualdad de ciudadanía y pudiendo orar a nuestro Dios sin ser perseguidos, entonces todo estaría resuelto. Pero ahí no se resuelve la cuestión de la identidad. La identidad no es un asunto individual, es un ser comunitario.

¿Hasta qué punto, por lo tanto, cree que el pensamiento de Herzl estuvo influenciado por el crecimiento del nacionalismo en Europa en el siglo XIX? O, para decirlo de otra manera, ¿en qué medida el sionismo es un producto del nacionalismo europeo de finales del siglo XIX?

No hay duda de que le influyó. El nacionalismo europeo del siglo XIX convirtió a los judíos por vez primera en unos desconocidos o en unos extranjeros. Se diga lo que se diga sobre la Edad Media, los judíos por entonces eran vistos como el "Otro", pero no como algo ajeno. Por lo tanto, el nacionalismo europeo moderno creó una identidad diferente para los judíos. Y cuando el nacionalismo judío se desarrolló, fue en gran medida un reflejo del nacionalismo europeo, tanto en su formato liberal, con Herzl como ejemplo, y también de algunas de sus manifestaciones no liberales, esas que Herzl trae a colación en su novela utópica Altneuland (1902), tales como la figura del racista judío, que es la imagen especular del antisemita europeo.

Herzl no preveía una separación entre la religión y el Estado en una futura patria judía. Pero, sin embargo, su plan sí contemplaba una plena igualdad civil para las otras religiones.

La separación de Iglesia y Estado es en gran parte una idea francesa y una obra estadounidense. No está en el núcleo del liberalismo europeo del siglo XIX. John Stuart Mill, por ejemplo, no tenía problemas con la existencia de una iglesia establecida en Gran Bretaña. Herzl pertenece a esa tradición. El problema con la religión, para él, no era la cuestión institucional. Obviamente, en su relato, la religión está dentro de la esfera pública, pero esto va de la mano con una igualdad de derechos para las minorías. Y no sólo en términos individuales, sino también en términos colectivos. Los árabes en la tierra de Herzl no sólo tenían derechos individuales, sino que también mantenían su cultura.

¿Cómo describiría la actitud de Herzl hacia la población árabe de Palestina?

Herzl dedicó casi un tercio de Altneuland a los derechos de los no judíos. Era algo de lo que Herzl era muy consciente de una manera muy paradójica. En la utopía de Herzl también existía una sombra: el surgimiento de un partido racista judío, que finalmente es derrotado, pero que existe y ese peligro también.

Los judíos podían ser tan racistas como cualquier otra persona. La diferencia es que en Europa los racistas ganaban, pero en Sión no lo lograban, según el punto de vista de Herzl. Lo que él no imaginó fue la posibilidad de la aparición de un movimiento nacionalista árabe que, en cierto modo, derivaría gran parte de su energía de la lucha contra el sionismo.

Pero estábamos en 1902, y entonces no se percibía entre los liberales y los socialistas de Europa ninguna insinuación de un futuro surgimiento de movimientos nacionalistas en el mundo árabe. Herzl fue, por un lado, un progresista en su actitud hacia la población árabe en Palestina, pero también se vio limitado por los tiempos en que vivió.

Su libro fue publicado originalmente en Israel en 2008. ¿Fue recibido allí como una manera de intervenir en los debates actuales que se llevan a cabo sobre el futuro del Estado de Israel bajo la apariencia de una obra de historia?

Hasta cierto punto sí, sobre todo en relación con el debate actual sobre los derechos de los árabes en el Estado judío, pero también con relación a las cuestiones sociales. Cuando el libro salió en Israel, estuvo a la altura de la situación pues, con el gobierno de Binyamin Netanyahu, la política interna de Israel pasó de una socialdemocracia endeble a un capitalismo muy agresivo. Si bien Herzl no era ciertamente un socialista, estaba pensando en una tercera vía [entre el socialismo y el capitalismo], que él llamó "mutualismo". Así que el sionismo no trata sólo de un Estado judío, sino también de un estado con justicia social.

¿Qué influencia tienen las obras de Herzl en el Israel actual? ¿Qué lugar tiene que ocupar en el imaginario nacional israelí?

¿Es muy leído? No. Pero, ¿la gente en la Unión Soviética realmente ha leído "El Capital" de Marx de principio a fin? No, no es muy leído. Pero en el imaginario nacional, representa cierta visión del Estado [judío].

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