Saturday, March 22, 2014

¿Dónde están todos esos kázaros hoy en día…? - Shaul Stampfer – Jewish Review of Books


"El eslabón perdido de la ascendencia judía europea: Contrastando la hipótesis de su procedencia de la región del Rin y la hipótesis kázara" por Eran Elhaik Genome Biology and Evolution (2013) vol. 5.
El artículo del etnicista Eran Elhaik sobre la ascendencia kázara de los judíos asquenazís promovió un gran revuelo desde el momento en que apareció. La Oxford University Press inmediatamente notificó a la comunidad científica su publicación en la revista Genome Biology and Evolution a través de la web EurekAlert de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia. La historia fue rápidamente recogida por el Science Daily, y no mucho después, Elhaik fue objeto de artículos un tanto precipitados en el Haaretz y el Forward. De acuerdo con la web de Elhaik, su artículo ha sudo discutido en más de 50 webs de noticias y por lo menos en 18 blogs. Es de hecho, ahora mismo, uno de los artículos más leídos que se han publicado en Genome Biology and Evolution. Sin embargo, ha existido poca discusión crítica acerca de él fuera de la comunidad científica.

La mayoría de los historiadores han supuesto que los judíos de Europa del Este son los descendientes de los judíos de Europa Central [N.P.: de la actual Alemania, pero también de las zonas orientales de Francia y del norte de Italia) que se trasladaron hacia el este, en la Edad Media o poco después. En 1976, Arthur Koestler popularizó una hipótesis alternativa. En su libro “La decimotercera tribu”, argumentó que la mayoría de los judíos asquenazíes eran descendientes de los kázaros, un pueblo de Asia Central que gobernó un gran reino en la zona del Cáucaso y el Mar Negro, y al parecer se convirtió al judaísmo en el siglo VIII. Esta hipótesis ha sido adoptada recientemente por Shlomo Sand en un libro titulado “La invención del pueblo judío”. Koestler, uno de los intelectuales públicos más extravagantes y extraordinarios del siglo XX, quería con su argumentación debilitar el antisemitismo existente mediante la demostración de que muchos judíos ni siquiera eran semitas. Sand, por el contrario, un auto-declarado post-sionista que enseña en la Universidad de Tel Aviv, aparentemente parece impulsado por su deseo de demostrar que los asquenazíes israelíes son en realidad unos intrusos en el Oriente Medio.

Los kázaros ciertamente existieron, aunque no se sabe mucho acerca de ellos. Sin embargo, la historia (o el mito) de su conversión al judaísmo ha cautivado la imaginación de generaciones de escritores, desde Yehuda Haleví, cuyo clásico del siglo XII, El Kuzari, es un diálogo filosófico entre un rey kázaro y el rabino que lo convence de la verdad del judaísmo, a Michael Chabon, que pensó en llamar a su libro del 2007 “Caballeros del Camino” como "Judíos con espadas".

Ni Arthur Koestler ni Shlomo Sand basan sus iconoclastas conclusiones, impulsadas por la política, en una investigación seria. Eran Elhaik, sin embargo, es un científico consumado que al parecer ha llegado a la misma conclusión a través de un sofisticado análisis estadístico de los datos genéticos. A su juicio, ellos demuestran que la mayoría de los judíos contemporáneos son descendientes de los kázaros [N.P.: la población judía de Israel está compuesta en un 50% por judíos procedentes de zonas del Levante, del Oriente Medio y del Mediterráneo oriental, es decir, judíos sefardíes, mizrahim y levantinos]. También piensa que ha resuelto un enigma demográfico. ¿Cómo, se pregunta, podemos explicarnos, si no se hace caso de su teoría, "la gran expansión demográfica de los judíos de Europa del Este a partir de las cincuenta mil personas existentes en el siglo XV hasta los ocho millones del siglo XX", especialmente teniendo en cuenta "las severas restricciones económicas, la esclavitud, la asimilación, la peste y otras plagas, las conversiones forzadas y voluntarias, las persecuciones, los secuestros, las violaciones, los exilios, las guerras, las masacres y los pogromos a las que fueron sometidos?”. Volveré a este rompecabezas, pero primero vamos a examinar la solución que defiende Elhaik.

Como era de esperar, el artículo de Elhaik se ha convertido en muy popular entre algunos círculos antisemitas y antisionistas, pero esto no prueba nada acerca de su validez. Sin embargo, las apariciones en los medios de Elhaik dejan en claro que él está lejos de ser un ingenuo en lo referente a la utilización que se ha dado a sus hallazgos. El propio Elhaik ha resumido sus hallazgos con toda claridad en el resumen del artículo:
“La cuestión de la ascendencia judía ha sido objeto de controversia durante más de dos siglos y aún no se ha resuelto. La 'hipótesis renana' (procedencia de Renania) muestra a los judíos de Europa del Este como a una 'población aislada' que emergió de un pequeño grupo de judíos alemanes que emigraron hacia el este y se expandieron rápidamente. Por otra parte, la 'hipótesis kázara' sugiere que esos judíos de la Europa oriental son en realidad descendientes de los kázaros, una amalgama de clanes turcos que se asentó en el Cáucaso en los primeros siglos de nuestra era y que se convirtieron al judaísmo en el siglo VIII. Judíos mesopotámicos (de las actuales regiones persas y turcas orientales), grecorromanos y bizantinos reforzaron continuamente el componente judío de ese imperio kázaro hasta el siglo XIII. Tras el colapso de su imperio, los judeo-kázaros huyeron a Europa del Este. Por lo tanto, el incremento demográfico de los judíos europeos se explica sobre todo por la contribución de los judeo-kázaros. Hemos aplicado una amplia gama de análisis de la genética de las poblaciones para comparar estas dos hipótesis. Nuestros resultados apoyan la hipótesis kázara y retrata el genoma de estos judíos europeos como un mosaico de ascendencias procedentes del Oriente Próximo, el Cáucaso, Europa y ascendencias semíticas”.
Los argumentos de Elhaik no ha quedado sin respuesta. En una revisión detallada de las Actas de la Academia Rusa de la Genealogía del ADN, Anatole A. Klyosov desestimó gran parte de su análisis como meras acrobacias. Sin embargo, dado que este artículo fue publicado en ruso, recibió muy poca atención. Recientemente, al menos dos estudios han llegado a conclusiones similares. Un equipo de científicos dirigido por M. Metsapalu anunció que no ha encontrado "ninguna indicación de una ascendencia genética kázara entre los judíos asquenazíes" (el informe es de próxima aparición). Mientras tanto, otro equipo dirigido por M. Costa argumentó tanto que existe una fuerte evidencia de una mezcla con mujeres europeas en la ascendencia de las mujeres judías asquenazíes, como que no hay evidencia significativa de ascendencia kázara. En su web, Elhaik ha argumentado que ningún informe refuta su tesis. Un tercer equipo, dirigido por Doron Behar, tiene otro informe que sale en la revista Human Biology cuyo título ya anuncia que "no hay pruebas en todo el genoma de datos de un origen kázaro de los judíos asquenazíes". Pero Elhaik, sin duda, mantendrá su posición.

¿Puede un no científico entrar en este debate? Volvamos al artículo de Elhaik, donde se realiza una comparación de los genomas de un grupo de personas, especialmente hombres. "En el conjunto completo de datos", escribe, "figuran 1.287 individuos no relacionados de 8 poblaciones judías y de 74 poblaciones no judías",

Esto suena impresionante, pero no dice nada sobre el número de judíos asquenazíes europeos varones cuyos cromosomas Y son fundamentales para el análisis de Elhaik. Si uno los busca en la  web de Elhaik, resulta que había exactamente "12 judíos asquenazíes" de Europa del Este en el conjunto de sus datos. ¿Pero cuántos de ellos eran varones? Para saberlo, tuve que recurrir al Instituto de Biología Molecular y Celular de la Universidad de Tartu. Resulta que "había 8 hombres en su muestra". Tan pequeña como pueda parecer esta cifra, sin embargo resulta enorme en comparación con el conjunto de datos sobre el ADN de los kázaros.

El problema con la obtención del ADN kázaro estriba en que ningún grupo de la población actual es reconocido como descendiente de los kázaros. Elhaik reconoce esta dificultad y trata de sortearla de manera eficiente. Según él, "los georgianos y armenios del Cáucaso fueron considerados como proto-kázaros, ya que se cree que han surgido de la misma cohorte genética de los kázaros". Basa esta afirmación en "Polak 1951; Dvornik 1962;. Brook 2006".

Esto puede parecer bastante convincente a menos que uno esté familiarizado con los nombres citados y algunos omitidos. Polak y Dvornik fueron estudiosos importantes, pero su trabajo está anticuado pues es de hace medio siglo, mientras que Kevin Brook es un talentoso y entusiasta aficionado de los kázaros, pero no tiene conocimientos de primera mano de los estudios sobre Asia Central.

De hecho, no hay estudios contemporáneos que apoyen la afirmación de que georgianos y armenios sean proto-kázaros. Por otra parte, y en el mismo artículo de Elhaik, en otro lugar se refiere a un estudio realizado por Balanovsky, pero no menciona que éste concluye diciendo que de todos los grupos nacionales de la región del Mar Negro, "los georgianos y los armenios eran los menos propensos a la hora de absorber a poblaciones significativas de otros grupos nacionales". En otras palabras, mientras que había ADN de 8 varones asquenazíes en el estudio de Elhaik, no había en absoluto ADN kázaro. Esto hace que sea un poco difícil llegar a conclusiones significativas acerca de la "ascendencia kázara de los judíos asquenazíes". Los problemas, sin embargo, no terminan ahí

Siguiendo a Koestler (cuya "Decimotercera tribu" Elhaik ha reconocido ante los entrevistadores haber leído de niño), Elhaik también dice que después de la caída del imperio kázaro, "algunos judeo-kázaros fueron dejados atrás, principalmente en la península de Crimea y el Cáucaso, donde formaron los enclaves judíos que han sobrevivido en los tiempos modernos… Los vestigios de la nación kázara se encontrarían entre los judíos montañeses del noreste del Cáucaso”. Desafortunadamente, Koestler no tenía pruebas de ello en absoluto. Pero hay un problema más serio, al menos para el argumento de Elhaik. Si los "judíos montañeses del Cáucaso" son un "vestigio de la nación kázara", ¿por qué molestarse entonces con los georgianos y los armenios? Elhaik podría haberse dirigido directamente hacia esos "descendientes montañeses" y compararlos con los judíos asquenazíes. La única respuesta que puedo ver es que se trata de un caso del temido síndrome académico de la "dolencia de cortar y pegar".

Por desgracia para los lectores de Elhaik, hay más problemas con su investigación. Uno de los métodos de análisis genético que él utilizó se conoce como Análisis de Componentes Principales (PCA). Para los fines presentes, no es necesario describir el método. Lo que es interesante es saber cómo Elhaik lo probó:
Para evaluar la capacidad de nuestro enfoque basado en el PCA de identificar los orígenes bio-geográficos de una población, lo primero que tratamos de identificar es el origen bio-geográfico de los drusos. La religión drusa se originó en el siglo XI, pero los orígenes de esa población siguen siendo una gran fuente de confusión y debate. Hemos rastreado el origen bio-geográfico de los drusos... La mitad de los drusos se agruparon apretadamente en el sudeste de Turquía, y los restantes se dispersaron a lo largo del norte de Siria e Irak. Estos resultados están de acuerdo con Shlush utilizando el análisis del ADNmt. 
El fundador de la religión drusa, Hamza ibn Ali ibn Ahmad, era de origen persa y se mantuvo activo en Egipto. Sus misioneros tuvieron sus mayores éxitos en el actual Líbano y Siria. La religión nunca se expandió hacia Turquía, un punto señalado explícitamente por Hitti, que es la fuente de Elhaik. ¿Qué se puede decir acerca de un método que identifica el origen de los drusos en el sudeste de Turquía? Para ser justos, los desarrolladores del PCA advirtieron que unas muestras de un tamaño escaso pueden producir resultados problemáticos.

En su "Identidad por ascendencia", y en el análisis del ADN de los asquenazíes, Elhaik concluyó que "el análisis materno se ve representado por un linaje fundador específico del Cáucaso, con una débil ascendencia del sur de Europa… mientras que la ascendencia paterna revela un origen dual de procedencia del Cáucaso y de Europa meridional”. Elhaik explica estos linajes como el resultado de "antiguas migraciones del sur de Europa hacia el imperio kázaro (siglos VI-XIII) y de migraciones más recientes desde el Cáucaso hasta el sur de Europa y Europa Central y Oriental (siglos XIII-XV)" (Polak 1951; Patai y Patai 1975; Straten 2003; Brook 2006; Sand 2009),

Precisamente, ninguno de esos autores citados tuvo o tiene una familiaridad directa con las fuentes primarias de la historia de la región. De hecho, esas migraciones nunca tuvieron lugar. Elhaik podría haber estado pensando en la afirmación del historiador árabe del siglo X Ali al-Masudi, de que "muchos judíos huyeron de Bizancio hacia las tierras de los kázaros durante el reinado del emperador bizantino Romanus Lacapenus", pero no hay ninguna evidencia de esto en las fuentes bizantinas. Por otra parte, una población de refugiados debería haber incluido un número similar de hombres y mujeres, que hubieran generado a su vez niveles similares de hombres y mujeres de ascendencia del sur de Europa, dando a Elhaik más problemas en lugar de menos. Y no hay ninguna evidencia en absoluto de ninguna de esas "migraciones más recientes procedentes del Cáucaso hacia el sur de Europa y Europa Central y Oriental".

Tampoco es probable, ni siquiera posible, que los "judíos mesopotámicos y greco-romanos reforzaran continuamente la judaización del imperio kázaro hasta el siglo XIII".  Tras el colapso de su imperio, los judeo-kázaros, según nos cuentan, huyeron a Europa del Este. "La última capital kázara fue destruida por los Sviatoslav de Rus antes de 970, y el imperio nunca se recuperó”.

No sólo no hay ninguna evidencia de la afirmación de "una importante migración a Polonia desde la zona kázara", sino que tal afirmación va en contra de los hechos básicos que conocemos acerca de los judíos de Europa del Este. Los patrones de asentamiento de los judíos de Europa oriental sugieren que su asentamiento a gran escala comenzó en el oeste de Polonia y no en las partes más cercanas a la región kázara. Por otra parte, no hay evidencias de influencias de la liturgia judía bizantina en las costumbres de los judíos de Europa del Este y ninguna de idiomas del Asia Central en el yiddish.

El principal atractivo de esa teoría de la migración es que parece explicar el enigma demográfico que mencioné al principio: ¿Cómo hemos llegado a tantos judíos en la Europa del Este? ¿Cómo podemos llegar, partir de una población de unas 50.000 personas en el siglo XV, a ocho millones en el siglo XX, especialmente teniendo en cuenta todas las violencias sufridas por los judíos en esos cinco siglos de diferencia? De hecho, la letanía de infortunios formulada por Elhaik ("restricciones económicas, asimilación, peste negra, conversiones, persecuciones, secuestros, violaciones, exilios, guerras… y pogromos"), es una exageración drástica de la experiencia de los judíos de Europa del Este durante esos siglos, y su crecimiento en número no es realmente tan misterioso.

Las poblaciones no crecen aritméticamente, crecen no muy diferentemente a las deudas de las tarjetas de crédito, es decir, de forma exponencial. Los afrikaners en Sudáfrica comenzaron a partir de un grupo de unos 2.000 colonos que llegaron a finales del siglo XVII. Hoy en día, alrededor de 13 generaciones después, se componen de alrededor de tres millones. Hace poco más de trescientos años, 5.000 inmigrantes franceses llegaron a Quebec; sus descendientes suman ahora alrededor de 6,5 millones de personas. Lo que hay que explicar no es la razón por la que la población judía de Europa del Este creció de manera exponencial en la era moderna, sino más bien por qué la población judía de Europa central no creció a ese ritmo. Pero esa es una cuestión diferente, y los kázaros no son de ninguna ayuda para resolverlo.

¿Cómo una distinguida revista de la Oxford University Press publica un artículo como este? Por lo general, es difícil controlar el trabajo de los supervisores académicos que emplea una revista. Sin embargo, y en este caso, Elhaik publicó los informes de esos supervisores en su página web (y que ya no están). El primer supervisor era consciente de que el documento sería objeto de controversia, con su predicción de que sería "altamente citado", pero aparte de expresar algunas dudas sobre las observaciones de Elhaik sobre los orígenes drusos, remarcó sólo - y erróneamente - que el informe de Elhaik "era más profundo que la mayoría (si no de todos) de los estudios previos sobre el tema de la ascendencia judía".

El segundo supervisor recomendó que MI Artamonov y su libro "Historia de los kázaros" y LN Gumilev con "Los ritmos de Eurasia" deberían haber sido citados. Estos dos libros (ambos en ruso) son recomendaciones sumamente extrañas. El de Artamonov fue escrito bajo la severa censura soviética, la cual, como la investigación actual ha demostrado, le impidió escribir lo que realmente pensaba. El libro de Gumilev se discute en el libro de Vadim Rossman “Antisemitismo intelectual contemporáneo ruso. El antisemitismo en la era postcomunista”, bajo el título de "El antisemitismo en la Historiografía de Eurasia". Resulta un buen ejemplo de nacionalismo populista contemporáneo ruso, pero es menos útil para una investigación imparcial.

Este supervisor también señalaba que "actualmente los drusos no viven en la frontera de Kázaria. Parecen que han migrado. Esto debería ser explicado”. En efecto. Ni Elhaik ni sus supervisores están aparentemente familiarizados con la obra de Vladimir Petrukhin, que es el decano de los estudios académicos en Rusia sobre los kázaros. También hay libros serios en inglés que Elhaik debería haber citado, como el de Dunlop "Historia de los judíos kázaros" o las obras de Peter Golden.

A juzgar por esos comentarios, los supervisores académicos no parecen estar muy familiarizados con la literatura sobre la genética de los judíos o sobre el tema de los antecedentes genéticos de los judíos asquenazíes. Esos supervisores tampoco compararon la tesis de Elhaik con los hallazgos de otros investigadores, ni tampoco parecen haberse dado cuenta de los problemas internos que aquí se plantean. Ciertamente, no preguntan sobre el tamaño del conjunto de datos. En general, sus comentarios tendían a centrarse en el estilo y en la presentación, en lugar de los detalles técnicos o la fortaleza general de la discusión.

¿Qué ha pasado aquí? Dudo de que existiera una agenda política por parte del editor. La clave radica probablemente en la predicción de esa primera crítica de que el informe sería "altamente citado". No obstante, queda por explicar cómo parece haber eludido cualquier escrutinio crítico antes de ser publicado. Existe al menos una virtud en el artículo de Elhaik: Es un valioso recordatorio de que a pesar de buscar sofisticados métodos de revisión a la hora de la publicación de artículos en una revista científica de prestigio, por no hablar de la cobertura de los medios de comunicación, no hay alternativa a las lecturas críticas.

Cuando todo está dicho y hecho, la sabiduría aceptada es todavía aceptable. No hay evidencia de que los judíos asquenazíes sean descendientes de esos “judíos con espadas” del Asia Central, y hay muchas razones para pensar que simplemente vinieron de Europa Central. Los hallazgos de otros investigadores genéticos sobre el ADN de la mayoría de los judíos asquenazís, y que parecen vincularlos con los otros grupos de judíos (sefardíes - sobre todo -, del norte de África y del Oriente Medio) más que con cualquier otro grupo, aún no han sido refutados.

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