Friday, March 21, 2014

El problema del Estado judío no va a desaparecer - Shmuel Rosner - Jewish Journal



En dos de las Leyes Fundamentales de Israel – con la constitución de Israel en proceso de fabricación - el país se define como un “Estado judío y democrático”. En la Ley Fundamental de la Dignidad y la Libertad humana y la Libertad de Residencia se establece que el Estado de Israel es un "Estado judío y democrático". Qué significan estas leyes a la hora de definir los valores de Israel está todavía en duda. Las interpretaciones que compiten han conducido a intentos de refinar esas leyes y hacer que sean más específicas, como lo han demostrado las recientes propuestas legislativas. El verano pasado, un profesor de derecho de Israel fue nombrado por el ministro de Justicia de Israel para investigar la necesidad de proseguir con esa legislación - sus recomendaciones se entregarán a principios de mayo - .

Estas investigaciones y debates no tienen lugar en el vacío. Dado que Israel busca dentro de su propia alma y está luchando por encontrar un significado aceptable para su propia definición, también está negociando con sus vecinos en lo que desea que sea el reconocimiento de su inherente "judeidad". Hussein Ibish, del American Task Force, se muestra comprensiblemente desconcertado por esta demanda: "El propio Israel no puede definir lo que significa exactamente un 'Estado judío' ", escribía la semana pasada. "Así pues, a los palestinos se les pide estar de acuerdo con algo que incluso los propios israelíes no pueden definir con cierto grado de especificidad".

Sin embargo, el primer ministro Benjamin Netanyahu insiste en el reconocimiento palestino de Israel como un "Estado judío", una demanda que recientemente se convirtió en uno de los principales focos de las negociaciones, y desde la semana pasada también se ha convertido en un punto de la frustración pública para los responsables políticos de Estados Unidos. En declaraciones a la Comisión de la Cámara de Asuntos Exteriores, el Secretario de Estado John Kerry aclaró que, en su opinión, es "un error que algunas personas como, ustedes saben, enarbolen una y otra vez (ese reconocimiento) como un elemento decisivo y crítico de su actitud hacia la posibilidad de un Estado palestino y de la paz, y obviamente para nosotros es un hecho claro”. Kerry, al contrario de lo que afirmaban algunos informes de prensa, no estaba tratando de anunciar una vuelta atrás en la posición estadounidense que ha sido en general favorable a la exigencia de Israel. Él estaba tratando de proponer un tono más bajo para dicha cuestión, y estaba tratando de recordar a las partes que abordar en estos momentos de la negociación una cuestión simbólica tan importante es perjudicial para las conversaciones.

Es probable que Kerry tenga razón. El tema del "Estado judío" vuelve a las negociaciones mucho más complicadas. La pregunta es por qué, y la respuesta es la siguiente:

Para Israel, la demanda de un reconocimiento como "Estado judío" es la forma de probar las verdaderas intenciones de los dirigentes palestinos. La negativa de los palestinos a aceptar este término es una prueba de que su objetivo final sigue siendo la desintegración final de Israel como "Estado del pueblo judío". Por parte palestina, la negativa a aceptar un "Estado judío" supone rechazar la exigencia de que debilite su propia narrativa, ya que dejaría de lado la propia reclamación histórica de los palestinos a la tierra. Que Israel insista en esta demanda es una prueba para los palestinos de que Israel aún no ha llegado a enfrentarse a la necesidad de reconocer que existen en realidad dos narrativas compitiendo y existiendo, y cuyas reclamaciones compiten por la tierra – en suma, supone continuar suprimiendo la narrativa palestina -. Como ya he escrito antes, esta historia de reconocimiento no trata de complejidades legales o filosóficas, sino de un reconocimiento mutuo. Esta historia es acerca de la desconfianza mutua. Israel - los israelíes - no creen realmente que los palestinos quieran “poner fin al conflicto”, mientras que los palestinos creen que el objetivo último de Israel es negar sus derechos para borrar su huella de esta tierra "poniendo fin al conflicto".

Hace un par de semanas, un líder palestino, Mustafa Barghouti, ha explicado en un artículo las tres razones por las que la parte palestina no reconocería el "Estado judío". La primera es acerca de la narrativa. La segunda es acerca de los refugiados - un reconocimiento de un "Estado judío" sería una forma de que Israel se libre de cualquier demanda de un "derecho de retorno" de los palestinos. La tercera es sobre los árabes israelíes, ya que los palestinos creen que el reconocimiento de Israel como "judío" equivaldría a un abandono de los árabes israelíes, sus compatriotas palestinos que son ciudadanos israelíes.

Cuando los israelíes reflexionan sobre estos tres argumentos de los palestinos, un razonamiento y una imagen especular surge: si, ellos necesitan que los palestinos acepten la narrativa judía, reconociendo los derechos históricos que tienen los judíos a esta tierra. El líder palestino Yasser Arafat sostuvo descaradamente en Camp David que no existió ningún templo judío en el Monte del Templo, y muchos judíos israelíes han llegado a creer que tan flagrante negación de la historia judía en la Tierra Santa está en el centro del "conflicto", y que sin un repudio oficial de esta negación por parte de los palestinos, no puede haber paz o no se espera que dure.

Los recientes intentos de los líderes palestinos de utilizar la famosa nota de Harry Truman de reconocimiento oficial, de la que se había tachado el término "Estado judío" a cambio de "nuevo Estado", es una prueba más de la tendencia de los palestinos a participar en la manipulación de la historia. Los palestinos quieren hacernos creer que Truman no estaba cómodo con un "Estado judío". Pero hasta donde sabemos, la eliminación o tachadura fue un procedimiento más bien trivial: los estadounidenses estaban esperando el nuevo nombre del estado y no estaban muy seguros de qué escribir. Una prueba: todavía aparece el término "Estado judío", sin tocar, en la parte superior de la página.

El segundo punto de Bargouhti - su intento de explicar por qué el reconocimiento de un Israel "judío" resulta un imposible para los palestinos - sólo sirve para envalentonar a la mayoría de los israelíes para que continúen con esa exigencia (la mayoría de los israelíes, entre ellos el jefe de la oposición, el laborista Yitzhak Herzog, apoyan la demanda de Netanyahu). De hecho, ellos ven el "derecho de retorno" como un ultimátum. El presidente palestino Mahmud Abbas insistió a principios de marzo que ese es un "derecho individual e  intransferible". Si ese fuera el caso, un acuerdo entre Israel y Palestina se volvería muy poco probable, ya que como comentó Elliott Abrams sobre la lectura de ese "derecho de retorno" por parte de Abbas: "Ningún gobierno israelí firmaría nunca un acuerdo que permitiera que Israel se convirtiera en un país de mayoría árabe". Un reconocimiento palestino de Israel como un "Estado judío" es una de las varias pólizas de seguro que puede convencer a los israelíes de que el "fin del conflicto" implicará realmente dicho fin y no el comienzo de una nueva fase.

Y, de hecho, cuando se piensa en el tercer punto de Barghouti, los judíos israelíes quieren dejar en claro que, a pesar de la presencia árabe, Israel seguirá siendo un Estado judío. Los judíos israelíes señalan el hecho de que Barghouti ignora convenientemente la definición completa de Israel como "judío y democrático" - es decir, que el Estado, mientras es marcadamente "judío", no tiene ninguna intención de discriminar a sus ciudadanos árabes (por supuesto, él podría argumentar que al ser "judío" ya es intrínsecamente discriminatorio) -.

En la víspera de Purim, el ministro de Defensa israelí Moshe Yaalon afirmó en una entrevista que el intento de Abbas de llegar a un acuerdo sin el pleno reconocimiento de Israel como un Estado judío es una repetición de la "astucia de Oslo". Los israelíes, después de haber pasado las últimas dos décadas de negociación con los palestinos, y tras estar decepcionados con los resultados, quieren asegurarse de que no compran la mercancía dañada de los acuerdos previos - por dos ocasiones -. Naturalmente, hay dos lados en esta historia, y los palestinos también están decepcionados y creen que Israel no está negociando de buena fe. Ellos afirman que la demanda de un "Estado judío" forma parte en realidad de un truco de Israel para abortar las negociaciones.

Tal vez sea así, no sabemos lo que siente el corazón de Netanyahu. Pero eso no importa. Lo que importa es el hecho de que los palestinos realmente no quieren reconocer a Israel como un "Estado judío". Y no sería razonable esperar que Netanyahu acepté poner el nombre de Israel en un documento pactado que no acepte eso. No se puede esperar que afirme, tras rechazarse su demanda, "no hay problema".  Es decir, debido a que Israel es un "Estado judío y democrático", eso parece seguir siendo un problema. Y lo que uno piensa que podría ser la mejor táctica de hacer frente a ello – tratarlo ahora mismo, posponerlo, o tratar de eludirlo con argucias legales – no supondrá que este problema desaparezca fácilmente.

Y no hay problemas en el conflicto palestino-israelí que desaparezcan fácilmente.

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