Friday, March 28, 2014

¿Existe una nacionalidad israelí? - Yedidia Stern y Jay Ruderman - IDI



¿Debe el Estado de Israel reconocer al término "israelí" como una nacionalidad en lugar de definir a los ciudadanos israelíes como judíos, árabes y drusos? En un artículo publicado para la Agencia Telegráfica Judía, su vicepresidente el profesor Yedidia Stern y Jay Ruderman afirman que es imperativo que el Estado de Israel continúe distinguiendo entre ciudadanía y nacionalidad.


Para los estadounidenses, la definición de afiliación nacional es sencilla: va de la mano con la ciudadanía. Si usted es un ciudadano estadounidense, su nacionalidad también es estadounidense. Lo mismo ocurre con los franceses, alemanes, y muchos otros. En Israel, sin embargo, la ciudadanía y la nacionalidad conceptos que son y deben permanecer diferentes.

El Estado de Israel mantiene un registro nacional de población en el que todos los residentes son clasificados tanto por la "ciudadanía" como por la "nacionalidad". La ciudadanía de todos los israelíes es catalogada como "israelí". Sin embargo, en virtud de la "nacionalidad", la población se define como perteneciente a diferentes grupos étnicos y religiosos, entre ellos judíos, árabes y drusos.

Varios prominentes israelíes - entre ellos un ex ministro de Educación, un ex miembro de la Knesset, un célebre dramaturgo y algunos ciudadanos árabes – han requerido al Estado para que reconozca una nueva categoría de nacionalidad: la “israelí". Esta categoría incluiría a todos los ciudadanos israelíes, judíos y árabes por igual, en lugar de utilizar la actual clasificación étnico-religiosa.

En una petición al Tribunal Supremo de Israel, sostuvieron que la clasificación actual, que se centra en el origen étnico-religioso y distingue entre ciudadanos árabes y judíos, contribuye a la discriminación y la violación de los derechos de los ciudadanos árabes de Israel. En otras palabras, con el fin de proteger los derechos civiles árabes, los peticionarios quieren crear una nueva nacionalidad colectiva.

La sociedad israelí, para ellos, debería no diferenciarse ante la necesaria tarea de asegurar la igualdad de derechos de todos sus ciudadanos, y derogar por lo tanto el vínculo nacional o el lazo que une a todos los judíos como pueblo, sin importar su país de residencia.

En una decisión tomada en octubre de 2013, el Tribunal Supremo de Israel rechazó la petición de reconocer al concepto "israelí" como una nacionalidad, y dio varias razones fundamentales para apoyar la existencia de una nacionalidad "judía" específica sobre esa otra genérica “nacionalidad israelí”.

En primer lugar, ya que es razonable asumir que una persona no puede tener dos nacionalidades a la vez en el mismo país, este cambio podría obligar a los ciudadanos judíos de Israel a tener que elegir entre ser "israelíes" y ser "judíos". La mayoría de los judíos de Israel se verían obligados a dirimir ante una situación imposible: nos vemos a nosotros mismos "como judíos y a la vez como ciudadanos de Israel", y lo uno no excluye a lo otro.

En segundo lugar, si la nacionalidad de los ciudadanos judíos de Israel debiera ser calificada como "israelí", la implicación de ello sería que el judaísmo no representaría para ellos una especie de nacionalidad - como pertenecientes al pueblo judío -, sino solamente una religión. Esta idea es la antítesis de la doctrina fundamental del sionismo y de sus principales pensadores, desde Herzl a Ben-Gurion, quienes vieron al sionismo como un movimiento nacional del pueblo judío.

En tercer lugar, si la nacionalidad de los judíos israelíes fuera definida como "israelí" en lugar de "judío", entonces el vínculo "nacional" que creemos que une a los judíos de Israel y a los judíos de la Diáspora se desintegraría.

El Tribunal se ocupó ampliamente de este último punto, adoptando la posición de que una de las características esenciales de Israel como "Estado judío" es su responsabilidad ante el destino de todo el pueblo judío, incluyendo a los judíos de la Diáspora. Por ejemplo, el código penal israelí se aplica a los crímenes que se cometen contra los judíos, "ya que son víctimas por ser judíos", inclusive si esos delitos son cometidos fuera de Israel, y esos ataques o actos de vandalismo van dirigidos contra las propiedades de las instituciones judías, ya que su motivación "es ser judías". Así pues, el Estado de Israel ha tomado sobre sí el deber de proteger a los judíos del mundo como expresión de su profunda solidaridad con la población judía mundial.

La responsabilidad del Estado de Israel para con los judíos del mundo representa una manifiesta expresión del hecho de que Israel no es un Estado democrático normal, sino además y también un "Estado judío". Aunque podemos estar divididos por la geografía y la ciudadanía, los judíos israelíes y estadounidenses, y sus hermanos y hermanas de todo el mundo, son los miembros de una nación.

Por lo tanto, es imperativo que el Estado de Israel distinga entre ciudadanía y nacionalidad. Así pues, los judíos israelíes y los árabes israelíes comparten una ciudadanía común. Ambos son de Israel, y por lo tanto tienen el derecho y el deber de recibir los mismos derechos civiles. Pero no son miembros de la misma nación.

La nacionalidad, según el Tribunal Supremo de Israel, se deriva de características objetivas, como la religión, la cultura y la memoria histórica colectiva. Esta es otra manifestación del rompecabezas de identidades que caracterizan al Estado-nación judío. Como país que es en sí mismo y a la vez una democracia y la patria del pueblo judío, los debates proseguirán en cuanto a quién es judío y quién es israelí. Lo que más importa es que nos acercamos a estos debates de una manera respetuosa y coherente. El futuro de Israel depende de ello

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